Nos encontramos a escasas 90 horas de que arranque la elección nacional, y a 105 de conocer los resultados. ¿Quién ganó la Presidencia de la República? ¿Cómo quedó integrado el Poder Legislativo? ¿Y las nueve gubernaturas? ¿Qué estados para qué partidos políticos?
¿Se le cumplirá el sueño al futuro habitante de Palenque, Chiapas, de poder impulsar el Plan C a partir de que se integren las nuevas legislaturas?
Pues ya estamos en cuenta regresiva para conocer las respuestas a todas estas incógnitas y saber, desde luego, el comportamiento que tendrán tanto el Instituto Nacional Electoral, y más tarde el Tribunal Federal Electoral, porque si los consejeros y magistrados actúan como lo hizo el árbitro que pitó la final de futbol del domingo pasado, entre los equipos América y Cruz Azul, ya estuvo que quien perderá será la oposición en su conjunto y ganará Morena.
Afirmo esto último tomando en consideración la parcialidad con la que ha venido actuado el INE, que nunca vio que las candidatas de las dos coaliciones arrancaron sus campañas electorales años antes del tiempo que precisa el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, Claudia Sheinbaum y meses antes Xóchitl Gálvez, pero ambas violando la ley electoral a la vista de todos, sin que se les aplicara lo que la misma ley sanciona: negarles el registro de su candidatura.
Y ni hablar del cojo Tribunal Electoral federal, que ni siquiera está completo, y que de seguir así podría ser motivo de inhabilitación para poder calificar de válida o inválida la elección, porque para hacerlo la norma exige la totalidad de los siete magistrados.
Hoy, a partir de la medianoche, entramos a los tiempos en que cualquier acontecimiento de un bando u otro que ocurra a lo largo y ancho de la nación, puede no solo lograr la definición de los indecisos (11%), sino cambiar totalmente el rumbo que hasta hoy las encuestas dejaban ver, tumbando al que iba en primer lugar, y encumbrando a cualquiera de los que se ubicaban en segundo o tercer lugar. Ejemplos sobran en el mundo donde el candidato o candidata puntera nunca vio por dónde la rebasaron en las últimas horas previas a la elección.
Serán horas de nervios, estrés, crisis emocional, primordialmente en los >war-rooms< de todos los niveles de ésta que viene siendo la madre de todas las elecciones, pero también de los árbitros electorales, los que tienen la responsabilidad constitucional y moral de conducir a buen puerto el escrutinio que el pueblo de México vaya a dar el próximo domingo, respetándolo y haciéndolo respetar, por encima de sus preferencias electorales o compromisos políticos que hayan adquirido, para llegar al INE, al Trife o a los OPLE´s estatales.
De no ser así, al ya de suyo ambiente caliente que se vive en toda la República, estos consejeros y magistrados le prenderán un cerillo que pienso, puede incendiar la pradera.
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