/ miércoles 1 de abril de 2020

No pa-sa na-da 

Buen día apreciado lector. ¡Qué impotencia y coraje!, ¡qué tristeza!

Cual ataque en despoblado y no en pleno centro de una mal planeada ciudad de complicado tráfico y población de bravos habitantes de estirpe, nobleza y abolengo indígena, el pasado lunes en Papantla fue abatida a mansalva la siempre dinámica reportera María Elena Ferral.

Aprovechando el encierro ciudadano por el virus mundial, la compañera en el periodismo desde hace más de treinta años fue vilmente ejecutada.

Por enésima vez, como algarabía de gansos se vuelven a alzar las airadas voces de protesta en todo el territorio veracruzano y más allá del altiplano.

El mismo lunes, luego el martes, unos se duelen, otros lamentan el feminicidio, muchos lo chillan, lo gritan y lo vociferan francamente indignados. A su vez, el gobernador de Veracruz se dice agredido ante algunas reacciones. Otros apenas lo susurran, sale en todos los noticieros, la radio y la televisión. En los portales lo destaca Aristegui.

Como siempre los políticos se indignan, se rasgan sus vestiduras casi como en los tiempos bíblicos y exigen justicia. Los funcionarios, como siempre, prometen que esto no quedará impune, pero ¡no pa-sa na-da!

Es un periodista más, uno más y no pasará nada; bueno, sí pasará algo, pasará un tiempo, el asunto se olvidará, luego nos enteraremos de otro atentado, sea el gobierno que sea, del color que sea, las agresiones seguirán hasta que alguien escuche pacientemente ideas y sugerencias de la población y en conjunto se busquen soluciones a la violencia.

Con este gobierno se habló de las cámaras de seguridad en las ciudades y el asunto ya está olvidado.

No hace mucho un ciudadano fue a tocar una casa de la Progreso, esperanzado en que escucharían sus propuestas para frenar la violencia. Se abrió la puerta, a la entrada lo escuchó alguien “influyente”, pero le dijo que eso lo atendían en Palacio o en el antiguo edificio del IPE. Llevaba dos propuestas sobre secuestros y para frenar agresiones con motocicletas, como fue el caso de María Elena Ferral.

¡Esto es lo que se debe atender!, sobre esto que no se aplica. Sí, protesten y ayuden comisiones de periodistas, de derechos humanos, clubes de periodistas, organizaciones de comunicadores, artículos diecinueves y demás, ayuden a exigir que se escuche a los que quieren ayudar. Así descansará en paz María Elena Ferral Hernández.

Buen día apreciado lector. ¡Qué impotencia y coraje!, ¡qué tristeza!

Cual ataque en despoblado y no en pleno centro de una mal planeada ciudad de complicado tráfico y población de bravos habitantes de estirpe, nobleza y abolengo indígena, el pasado lunes en Papantla fue abatida a mansalva la siempre dinámica reportera María Elena Ferral.

Aprovechando el encierro ciudadano por el virus mundial, la compañera en el periodismo desde hace más de treinta años fue vilmente ejecutada.

Por enésima vez, como algarabía de gansos se vuelven a alzar las airadas voces de protesta en todo el territorio veracruzano y más allá del altiplano.

El mismo lunes, luego el martes, unos se duelen, otros lamentan el feminicidio, muchos lo chillan, lo gritan y lo vociferan francamente indignados. A su vez, el gobernador de Veracruz se dice agredido ante algunas reacciones. Otros apenas lo susurran, sale en todos los noticieros, la radio y la televisión. En los portales lo destaca Aristegui.

Como siempre los políticos se indignan, se rasgan sus vestiduras casi como en los tiempos bíblicos y exigen justicia. Los funcionarios, como siempre, prometen que esto no quedará impune, pero ¡no pa-sa na-da!

Es un periodista más, uno más y no pasará nada; bueno, sí pasará algo, pasará un tiempo, el asunto se olvidará, luego nos enteraremos de otro atentado, sea el gobierno que sea, del color que sea, las agresiones seguirán hasta que alguien escuche pacientemente ideas y sugerencias de la población y en conjunto se busquen soluciones a la violencia.

Con este gobierno se habló de las cámaras de seguridad en las ciudades y el asunto ya está olvidado.

No hace mucho un ciudadano fue a tocar una casa de la Progreso, esperanzado en que escucharían sus propuestas para frenar la violencia. Se abrió la puerta, a la entrada lo escuchó alguien “influyente”, pero le dijo que eso lo atendían en Palacio o en el antiguo edificio del IPE. Llevaba dos propuestas sobre secuestros y para frenar agresiones con motocicletas, como fue el caso de María Elena Ferral.

¡Esto es lo que se debe atender!, sobre esto que no se aplica. Sí, protesten y ayuden comisiones de periodistas, de derechos humanos, clubes de periodistas, organizaciones de comunicadores, artículos diecinueves y demás, ayuden a exigir que se escuche a los que quieren ayudar. Así descansará en paz María Elena Ferral Hernández.