Xalapa, Ver.- A seis meses del inicio de contagios de Covid-19 en Veracruz, las redes sociales de Xalapa tuvieron un movimiento inusual. Aquel sábado 5 de septiembre de 2020 se hizo público el deceso de Rogerio Baruch Maldonado, reconocido miembro de la comunidad artística de Xalapa.
Quienes lo conocieron, lo recuerdan alegre, con la sonrisa dibujada en el rostro realizando gustoso alguna de sus tantas facetas: bailarín, cantante, activista social, docente, locutor, conductor en televisión, actor de cine y miembro de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana.
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No menos importante, su incursión en las artes marciales orientales, que además de practicar, compartía en sesiones en el que fuera su segundo hogar, el teatro La Caja, mismo sitio en el que sus compañeros posan a un año un mes de su partida para afirmar que su recuerdo sigue vivo.
Rogerio Baruch fue más que el primer varón con título de bailarín profesional por la Universidad Veracruzana y el actor con distintos papeles en puestas en escena memorables como “Los títeres de cachiporra”, “Beisbol” y “Rosalba y los Llaveros”, por mencionar algunas.
Rogerio Baruch, dice su sobrina, la cantante Renée Mariem Baruch, era el alma de la familia, quien siempre hacía hasta lo imposible para mantenerlos unidos, algo que agradecen y ahora llevan en la mente y el corazón.
Los hermanos René y Rodolfo, así como su mamá, doña Lucía Maldonado, quien está por cumplir 95 años de vida, sobrellevan la pérdida de quien con 60 años recién cumplidos era el de menor edad.
“La misma cordialidad que tenía con sus amigos era para con la familia. Estaba al pendiente de todos. Era mi padrino y compartíamos el mismo ambiente artístico”, comparte la cantante de ópera.
Hijo de una de una de las primeras economistas de Xalapa y del juez Rodolfo Baruch Díaz, Rogerio viajó desde pequeño al lado de sus padres por diferentes partes de la entidad. Eligió estudiar artes, que era lo que su mamá fomentaba también.
Renée Mariem lamenta que no se le haya despedido como lo merecía, rodeado de música y del amor que prodigó. No obstante, sabe del aprecio de gran cantidad de personas hacia un ser que “supo vivir de la mejor manera”.
Padre de Alba Sofía y Rodolfo, Rogerio tenía una relación de pareja desde seis años atrás con Maripaz Valdivia, quien se enamoró de él por su mirada, franca sonrisa y bella voz.
Para Maripaz, el tiempo ha transcurrido lento desde su partida, pero los recuerdos le hacen agradecer el tiempo compartido, los días de tai-chi, de incansables charlas y de estar a su lado y apoyarlo para lograr concretar el último de sus trabajos para la Compañía Titular de Teatro, ya en crisis sanitaria y grabado desde el confinamiento.
Su última presencia artística fue en el capítulo número cinco de Díaz Mirón y Cía. La Serie, donde recitó “La oración del preso”.
