La transición energética en Veracruz sí es posible porque cuenta con el talento humano y es el estado de la energía por excelencia, opina William Jensen-Díaz, maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard.
“Pocos estados tienen el recurso humano para desarrollo energético como Veracruz; habría que continuar alineando los distintos intereses por parte del gobierno, industria y academia”, indicó en entrevista virtual.
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El xalapeño, quien fue asesor en la Alianza Energética entre México y Alemania, considera que Veracruz cuenta con instituciones de educación superior de muy alto nivel académico que pueden seguir educando a las personas técnicas, quienes podrían dedicarse sin ningún problema a hacer realidad el cambio a energías limpias.
Recuerda que esta transición es un compromiso internacional de México y es una obligación inclusive a nivel legal, pues la obligación está incluida en la legislación mexicana.
Ante los distintos enfoques de quienes quieren realizar todo desde el sector público o el sector privado, opina que debe darse un balance, sobre todo para mantener la seguridad energética del país, algo que garantizan ambos sectores.
Cambio climático con soluciones sustentables
En 2023 observa que la sociedad está cada vez más informada de la importancia de enfrentar el cambio climático con soluciones sustentables, verdaderas y tangibles, lo cual impulsa también la protección al medio ambiente.
Por otro lado, expone que hay un factor fundamental con las regulaciones e incentivos adecuados por parte de autoridades y del mismo sector privado, pues las energías renovables limpias son muy baratas.
“Esto ayuda no solo al gobierno, que tiene que gastar menos en los subsidios a la electricidad, sino también a los consumidores, en las casas y en los comercios; hay beneficio para el bolsillo de la gente y se convierte en una creación de voluntades para transitar a las energías limpias”.
Al referirse a las energías de Veracruz, destaca el potencial de energía solar y eólica, pero también el convencional. Recuerda la producción petrolera, de las primeras en el país, y también la energía nuclear. Reitera además que “el talento y el recurso humano son extraordinarios”.
De manera general, externa que México tiene un gran potencial para el desarrollo de nuevas energías e industrias basadas en ellas, además, vislumbra los beneficios por el proceso de relocalización de las cadenas productivas hacia Norteamérica, sobre todo por impulso de Estados Unidos, principal socio comercial de México, además de Canadá.
“En México hay muchísimas oportunidades para el desarrollo de nuevas industrias; además, las que están llegando van a necesitar energía y la energía que requieren–exigen es energía limpia y barata”. Considera que estas son las grandes palancas para el desarrollo de la industria nacional.
Finalmente anota que toda transición tiene que tener un enfoque social, por lo que el nuevo paradigma de la energía no solamente debe contemplar grandes empresas sino pequeños consumidores con acceso a la generación de su propia electricidad, lo cual le da un sentido más democrático.
Otro componente social mencionado es que las energías limpias ayudan a proteger el medio ambiente, muy afectado por la generación de energía convencional.
“En la transición energética justa se producen mejores resultados para la sociedad, se protege la salud de las personas y, además, se crean empleos nuevos, mejores y, sobre todo, localizados en las comunidades, sin necesidad de que se vayan a los grandes centros de consumo o se desindustrialice, como sucedió en el pasado en algunas zonas”, enfatiza.