/ martes 7 de enero de 2020

2020, empieza el espectáculo

Ciertamente esperamos paso a paso un frágil crecimiento económico. Tampoco estamos seguros que Pemex y Dos Bocas logren sus metas. El Tren Maya y el daño ecológico que causará no se compensa por su viabilidad económica.

Pero lo cierto es que a pesar de todo nuestra situación es mejor que la de otros países latinoamericanos. Las tensiones con Estados Unidos han bajado y firmamos el T-MEC, que aún con sus riesgos, es mejor no tener el bloque norteamericano vigente.

La inflación sigue baja y el tipo de cambio se mantiene, el gobierno federal está siendo fiscalmente disciplinado, la proporción deuda/PIB se mantiene, funciona el Banco de México, que estimo bajaron las primas de riesgo de crédito tras paquete económico 2020.

Las deudas de NAIM se pagan aunque no tendremos un aeropuerto de clase mundial, y salió más cara la cancelación. El proyecto aún de definición de Santa Lucía, además del daño que ocasionó al país en honrar contratos internacionales y minimizó confianza.

Críticas al manejo del sector energético, la cancelación de licitaciones petroleras multimillonarias que requiere para revertir su declinante producción de crudo. La falta de crecimiento no sólo afecta alías, sino directamente al gobierno al bajar su capacidad recaudatoria, su gasto público y mantener el superávit fiscal.

Como en todo inicio de año hay buenas y malas noticias. Pero prefiero ser optimista pese a los riesgos.

No he cambiado mi percepción sobre AMLO y su gobierno, pero creo y así lo siento que la curva de aprendizaje, que aún no concluye, y la terca realidad harán su trabajo para tomar decisiones más acertadas en la conducción del país. El voluntarismo en un mundo globalizado no tiene cabida y son altos e inmediatos sus costos.

Pareciera y esperemos que el proyecto de infraestructura que concesiona a privados servicios público por financiamiento ayuden a recuperar empleo e inversión.

Que se cumplan con todos los reglamentos, la parte técnica, la legal y la medioambiental para su funcionamiento adecuado, a través de procesos de licitación transparentes.

México es un gran país y merece un gran destino.

La brecha de la desigualdad social es, sin duda, un lastre que debe acabarse para construir una mejor sociedad, pero sólo se puede lograr mediante educación, seguridad, salud, inversión y empleo digno, ingredientes que en otros países han aplicado exitosamente; ejemplos: China y la India.

La ciencia no es local como la directora de Conacyt pretende, se requiere ampliar el universo de nuestros científicos. Las becas son básicas para lograrlo, son preferencia más que por el talento.

La desigualdad también afecta a hombres y mujeres. Hoy la sociedad nos necesita a todos.

El nuevo mundo de las tecnologías de la información, de las ingenierías, no distingue sexo. Las mujeres lograron el año pasado que la paridad se ampliara como principio constitucional.

Falta reglamentar dicho principio en varias leyes, labor que el Congreso de la Unión debe realizar.

Este cambio implica un gran avance, pero también cierta violencia, por razones culturales y por discriminación a las mujeres.

Estamos ante lo que será una nueva cultura de igualdad que se tendrá que imponer poco a poco, pese a resistencias.

Ciertamente esperamos paso a paso un frágil crecimiento económico. Tampoco estamos seguros que Pemex y Dos Bocas logren sus metas. El Tren Maya y el daño ecológico que causará no se compensa por su viabilidad económica.

Pero lo cierto es que a pesar de todo nuestra situación es mejor que la de otros países latinoamericanos. Las tensiones con Estados Unidos han bajado y firmamos el T-MEC, que aún con sus riesgos, es mejor no tener el bloque norteamericano vigente.

La inflación sigue baja y el tipo de cambio se mantiene, el gobierno federal está siendo fiscalmente disciplinado, la proporción deuda/PIB se mantiene, funciona el Banco de México, que estimo bajaron las primas de riesgo de crédito tras paquete económico 2020.

Las deudas de NAIM se pagan aunque no tendremos un aeropuerto de clase mundial, y salió más cara la cancelación. El proyecto aún de definición de Santa Lucía, además del daño que ocasionó al país en honrar contratos internacionales y minimizó confianza.

Críticas al manejo del sector energético, la cancelación de licitaciones petroleras multimillonarias que requiere para revertir su declinante producción de crudo. La falta de crecimiento no sólo afecta alías, sino directamente al gobierno al bajar su capacidad recaudatoria, su gasto público y mantener el superávit fiscal.

Como en todo inicio de año hay buenas y malas noticias. Pero prefiero ser optimista pese a los riesgos.

No he cambiado mi percepción sobre AMLO y su gobierno, pero creo y así lo siento que la curva de aprendizaje, que aún no concluye, y la terca realidad harán su trabajo para tomar decisiones más acertadas en la conducción del país. El voluntarismo en un mundo globalizado no tiene cabida y son altos e inmediatos sus costos.

Pareciera y esperemos que el proyecto de infraestructura que concesiona a privados servicios público por financiamiento ayuden a recuperar empleo e inversión.

Que se cumplan con todos los reglamentos, la parte técnica, la legal y la medioambiental para su funcionamiento adecuado, a través de procesos de licitación transparentes.

México es un gran país y merece un gran destino.

La brecha de la desigualdad social es, sin duda, un lastre que debe acabarse para construir una mejor sociedad, pero sólo se puede lograr mediante educación, seguridad, salud, inversión y empleo digno, ingredientes que en otros países han aplicado exitosamente; ejemplos: China y la India.

La ciencia no es local como la directora de Conacyt pretende, se requiere ampliar el universo de nuestros científicos. Las becas son básicas para lograrlo, son preferencia más que por el talento.

La desigualdad también afecta a hombres y mujeres. Hoy la sociedad nos necesita a todos.

El nuevo mundo de las tecnologías de la información, de las ingenierías, no distingue sexo. Las mujeres lograron el año pasado que la paridad se ampliara como principio constitucional.

Falta reglamentar dicho principio en varias leyes, labor que el Congreso de la Unión debe realizar.

Este cambio implica un gran avance, pero también cierta violencia, por razones culturales y por discriminación a las mujeres.

Estamos ante lo que será una nueva cultura de igualdad que se tendrá que imponer poco a poco, pese a resistencias.