/ jueves 17 de junio de 2021

Cuidar la verdad

Le comentó, México debe bajar el volumen de la estridencia política para que la nueva alineación de gobiernos y congresos se ponga a trabajar.

No es cosa menor, hoy estamos con la certeza de que a pesar del clima de polarización política, en 2024 tendremos nuevamente elecciones federales organizadas por el INE. También sabemos que cualquier deseo hipotético de reelección presidencial está descartado. Finalmente, al menos en el papel se mantendrá intacto el sistema de pesos y contrapesos, incluida la existencia de órganos autónomos.

También es buena noticia que haya sido elevado el grado de aceptación (silencioso) de los resultados por parte de los candidatos (a pesar de las autoproclamaciones de victoria). Habrá varias elecciones que serán impugnadas y no descartemos que haya incluso anulaciones. Pero la alta conflictividad poselectoral que se anticipaba no se presentó.

(La mala noticia es que, si Morena hubiese perdido varias gubernaturas y la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, quizá la reacción del presidente y Morena habría sido diferente. Seguimos siendo rehenes de quienes ganan y por cuánto). Las buenas noticias se acompañan de algunas malas noticias.

¿Funcionó la Alianza va por México? Los partidos de la Alianza va por México no sólo han sobrevivido durante 3 años en un ambiente inhóspito, sino que lograron crecer y lograr su objetivo principal. La respuesta a esa pregunta es un rotundo sí.

La Alianza arrancó dentro de un entorno político electoral que no generaba muchas expectativas. Después de la elección de 2018, la oposición en México se encontraba derrotada no sólo en lo electoral, sino que también parecía no tener capacidad de organización ni de articulación de un discurso propio. Se percibía una crisis de liderazgos políticos y de ausencia de mística propia. En encuestas de opinión los ciudadanos réproba van a los partidos de oposición y no tenían casi presencia mediática.

Sin embargo, la conformación de una Alianza electoral entre los tres partidos "tradicionales", con todo y sus diferencias ideológicas y los desencuentros personales de sus líderes, tal vez logró comunicar a cierta parte de los electores la importancia de impedir aún más el fortalecimiento y la continuidad de una agenda de reformas impulsadas por el gobierno con las que no están de acuerdo. Es posible que la formación del Alianza haya transmitido a esos electores inconformes un sentido de urgencia que de forma separada esos tres partidos no hubieran podido comunicar.

La Alianza fue un éxito porque los tres partidos políticos que la conformaron van a aumentar el número de diputados federales que tienen hoy.

La Alianza también puede apuntarse programático, a pesar de sus diferencias ideológicas.

En otro contexto, si usted me permite le comentó la esperanza es un asidero moral para no caer en el desaliento, perder la serenidad, es confiar en que algo sea logrado. El Ejecutivo federal inspiró la esperanza de que un gobierno diferente lograría el desarrollo del país. Tras alternancias PAN-PRI con modestos crecimientos, una globalización que amplio desigualdad entre grupos sociales y regiones, una corrupción ofensiva, un distanciamiento de partidos con sus bases, se pensó que un cambio podría ser la solución.

Esta esperanza persiste, lo hemos visto en las elecciones. No se habla de resultados, ni de caída del PIB, cierre de empresas, desempleo, violencia, crimen organizado, femicidios o corrupción renovada. La agenda presidencial de bombo y platillo, vamos bien, grandes obras, petróleo como palanca, electricidad sin renovables, aeropuerto Santa Lucía, polariza y divide para rechazar críticas o evaluaciones. Acusa que no dejan que su proyecto avance.

No se habla con la verdad, ni la queremos, porque perder la esperanza duele, frustra, ¿y qué queda entonces? Es interesante entender los resultados electorales. Morena, como se apuntaba, primera fuerza, con gubernaturas y la mayoría de los votos, en contiendas reñidas. Perdió la mayoría de las alcaldías en la Ciudad de México. Y tras derrumbe en Línea 12 y pérdida electoral, se descarrilaron proyectos presidenciales. No será tan fácil tener opciones que garanticen triunfos en el 2024.

Le comentó, México debe bajar el volumen de la estridencia política para que la nueva alineación de gobiernos y congresos se ponga a trabajar.

No es cosa menor, hoy estamos con la certeza de que a pesar del clima de polarización política, en 2024 tendremos nuevamente elecciones federales organizadas por el INE. También sabemos que cualquier deseo hipotético de reelección presidencial está descartado. Finalmente, al menos en el papel se mantendrá intacto el sistema de pesos y contrapesos, incluida la existencia de órganos autónomos.

También es buena noticia que haya sido elevado el grado de aceptación (silencioso) de los resultados por parte de los candidatos (a pesar de las autoproclamaciones de victoria). Habrá varias elecciones que serán impugnadas y no descartemos que haya incluso anulaciones. Pero la alta conflictividad poselectoral que se anticipaba no se presentó.

(La mala noticia es que, si Morena hubiese perdido varias gubernaturas y la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, quizá la reacción del presidente y Morena habría sido diferente. Seguimos siendo rehenes de quienes ganan y por cuánto). Las buenas noticias se acompañan de algunas malas noticias.

¿Funcionó la Alianza va por México? Los partidos de la Alianza va por México no sólo han sobrevivido durante 3 años en un ambiente inhóspito, sino que lograron crecer y lograr su objetivo principal. La respuesta a esa pregunta es un rotundo sí.

La Alianza arrancó dentro de un entorno político electoral que no generaba muchas expectativas. Después de la elección de 2018, la oposición en México se encontraba derrotada no sólo en lo electoral, sino que también parecía no tener capacidad de organización ni de articulación de un discurso propio. Se percibía una crisis de liderazgos políticos y de ausencia de mística propia. En encuestas de opinión los ciudadanos réproba van a los partidos de oposición y no tenían casi presencia mediática.

Sin embargo, la conformación de una Alianza electoral entre los tres partidos "tradicionales", con todo y sus diferencias ideológicas y los desencuentros personales de sus líderes, tal vez logró comunicar a cierta parte de los electores la importancia de impedir aún más el fortalecimiento y la continuidad de una agenda de reformas impulsadas por el gobierno con las que no están de acuerdo. Es posible que la formación del Alianza haya transmitido a esos electores inconformes un sentido de urgencia que de forma separada esos tres partidos no hubieran podido comunicar.

La Alianza fue un éxito porque los tres partidos políticos que la conformaron van a aumentar el número de diputados federales que tienen hoy.

La Alianza también puede apuntarse programático, a pesar de sus diferencias ideológicas.

En otro contexto, si usted me permite le comentó la esperanza es un asidero moral para no caer en el desaliento, perder la serenidad, es confiar en que algo sea logrado. El Ejecutivo federal inspiró la esperanza de que un gobierno diferente lograría el desarrollo del país. Tras alternancias PAN-PRI con modestos crecimientos, una globalización que amplio desigualdad entre grupos sociales y regiones, una corrupción ofensiva, un distanciamiento de partidos con sus bases, se pensó que un cambio podría ser la solución.

Esta esperanza persiste, lo hemos visto en las elecciones. No se habla de resultados, ni de caída del PIB, cierre de empresas, desempleo, violencia, crimen organizado, femicidios o corrupción renovada. La agenda presidencial de bombo y platillo, vamos bien, grandes obras, petróleo como palanca, electricidad sin renovables, aeropuerto Santa Lucía, polariza y divide para rechazar críticas o evaluaciones. Acusa que no dejan que su proyecto avance.

No se habla con la verdad, ni la queremos, porque perder la esperanza duele, frustra, ¿y qué queda entonces? Es interesante entender los resultados electorales. Morena, como se apuntaba, primera fuerza, con gubernaturas y la mayoría de los votos, en contiendas reñidas. Perdió la mayoría de las alcaldías en la Ciudad de México. Y tras derrumbe en Línea 12 y pérdida electoral, se descarrilaron proyectos presidenciales. No será tan fácil tener opciones que garanticen triunfos en el 2024.