/ miércoles 20 de mayo de 2020

De la “cargada” del PRI a la estampida de Morena

Como en los juegos de azar, en la política el éxito de los aspirantes a puestos de elección popular no sólo depende de la preparación y las habilidades del jugador, sino también del “azar”, que en muchas ocasiones define la probabilidad de “ganar o perder” a la hora de la verdad, cuando se cuentan y se recuentan los votos de los electores.

Hay quienes en política sostienen que para llegar a la meta antes que los demás hay que luchar por el objetivo, sin tregua y sin descanso, pero además hay que tener a favor las circunstancias, que suman para alcanzar la victoria, porque también pueden aparecer los “imponderables”, que cuando se presentan sepultan cualquier aspiración política.

Durante los casi 80 años en que se sostuvo el tricolor como un “partido de estado”, bajo las siglas de PNR, PRM y PRI, se hizo costumbre recurrir al “destape” mediante un acto público en el que se daba a conocer la identidad del candidato y enseguida aparecía “la cargada”, compuesta por militantes y simpatizantes que mostraban su apoyo al candidato y al partido.

Con la aparición del pluripartidismo, las formas tradicionales para nombrar candidatos cambiaron, así como los pronunciamientos que imponían el análisis del plan sexenal y luego aparecía el hombre, con el riesgo de un madruguete que consistía en un destape adelantado a la gran decisión del gobernante en turno.

En Morena, los métodos para destapar o seleccionar a sus candidatos a puestos de elección popular han sorprendido a propios y ajenos, pues van desde la suerte en el sorteo de nombres y cargos a través de una tómbola, pasando por el mitin que decide a “mano alzada” sobre la identidad de los candidatos que habrán de participar, y finaliza con el método de las consultas “públicas”, que incluyen a militantes, simpatizantes y público en general.

La selección de candidatos de Morena para la renovación de gubernaturas, diputaciones federales, locales y ayuntamientos, que de acuerdo con el calendario electoral tendrán que renovarse el próximo año (elección intermedia), estará plagada de tránsfugas y saltimbanquis de la política, vividores del viejo régimen que al parecer sobrevivirán a la 4T, dependiendo de la voluntad soberana del gran elector.

En la nueva normalidad electoral la bufalada pluripartidista, con derecho de admisión en Morena, postulando candidatos golondrinos, desplazará a los fieles seguidores del líder tabasqueño.

Como en los juegos de azar, en la política el éxito de los aspirantes a puestos de elección popular no sólo depende de la preparación y las habilidades del jugador, sino también del “azar”, que en muchas ocasiones define la probabilidad de “ganar o perder” a la hora de la verdad, cuando se cuentan y se recuentan los votos de los electores.

Hay quienes en política sostienen que para llegar a la meta antes que los demás hay que luchar por el objetivo, sin tregua y sin descanso, pero además hay que tener a favor las circunstancias, que suman para alcanzar la victoria, porque también pueden aparecer los “imponderables”, que cuando se presentan sepultan cualquier aspiración política.

Durante los casi 80 años en que se sostuvo el tricolor como un “partido de estado”, bajo las siglas de PNR, PRM y PRI, se hizo costumbre recurrir al “destape” mediante un acto público en el que se daba a conocer la identidad del candidato y enseguida aparecía “la cargada”, compuesta por militantes y simpatizantes que mostraban su apoyo al candidato y al partido.

Con la aparición del pluripartidismo, las formas tradicionales para nombrar candidatos cambiaron, así como los pronunciamientos que imponían el análisis del plan sexenal y luego aparecía el hombre, con el riesgo de un madruguete que consistía en un destape adelantado a la gran decisión del gobernante en turno.

En Morena, los métodos para destapar o seleccionar a sus candidatos a puestos de elección popular han sorprendido a propios y ajenos, pues van desde la suerte en el sorteo de nombres y cargos a través de una tómbola, pasando por el mitin que decide a “mano alzada” sobre la identidad de los candidatos que habrán de participar, y finaliza con el método de las consultas “públicas”, que incluyen a militantes, simpatizantes y público en general.

La selección de candidatos de Morena para la renovación de gubernaturas, diputaciones federales, locales y ayuntamientos, que de acuerdo con el calendario electoral tendrán que renovarse el próximo año (elección intermedia), estará plagada de tránsfugas y saltimbanquis de la política, vividores del viejo régimen que al parecer sobrevivirán a la 4T, dependiendo de la voluntad soberana del gran elector.

En la nueva normalidad electoral la bufalada pluripartidista, con derecho de admisión en Morena, postulando candidatos golondrinos, desplazará a los fieles seguidores del líder tabasqueño.