Estamos a dos semanas de que se lleve a cabo la elección más complicada y hasta ahora más manipulada de la historia, ni siquiera comparable con la época revolucionaria y posrevolucionaria de nuestro país.
Hace seis años, 30 millones de ciudadanos, cautivados por un seductor que prometía maravillas y un cambio radical en el derrotero de nuestro país, muchos votaron por hartazgo del gobierno de Peña Nieto, que si bien robó mucho del erario, al menos en su sexenio había sistemas de salud y educación que funcionaban, oportunidades de empleo y existiendo violencia e inseguridad, no estaba como hoy día en que muchos son los pueblos y ciudades que están tomados por los criminales con total impunidad, pues en ese lema de abrazos y no balazos, los soldados y Guardia Nacional, siempre llegan después de que ya mataron a varios, quemaron vehículos, cerraron caminos y escaparon.
Muchas fueron las promesas de una campaña de 18 años para llegar al poder tras un pacto de impunidad con el copetes y con un profundo odio y resentimiento hacia la ciudadanía, las instituciones, el país y, en general, hacia todos los logros obtenidos por gobiernos anteriores.
30 millones votaron a pesar de la advertencia de que “el Peje” era un peligro para México y muchos hasta la fecha siguen cegados y seducidos por las mañaneras, idolatrando al personaje que les sigue viendo la cara y que compra con una dádiva que saca del trabajo de los mexicanos que sí producen.
El voto también benefició a gran número de personajes que ocuparon la legislatura, unos corridos o renunciados de otros partidos donde no les dieron hueso, otros populares por ser cómicos de la televisión, varios que dejaron la cuchara y el metate y que no sólo no saben expresarse sino que apenas medio saben leer, pero que en conjunto y sin hacer análisis o siquiera leer las propuestas, aprueban por consigna todas las ocurrencias de su jefe supremo, sin importar las consecuencias o el daño que hacen a los ciudadanos que representan y por quienes fueron electos.
Lejos de progresar, con todo y que el peso no se ha devaluado, aunque eso no significa que el peso sea fuerte sino por los movimientos bursátiles de la bolsa internacional y del comportamiento del dólar americano, que en cuanto cambie, nos llevan al baile con todo y peso firme. Así que en lugar de progreso, hemos retornado 30 años o más en la historia, con un gobierno totalitario y represor como el de Díaz Ordaz, engaña bobos como Echeverría, hocicón como el de López Portillo y gris como el De la Madrid. Que engaña y convence a los tontejos, aunque con menos gracia que Salinas de Gortari y que se ha encargado de destruir lo poco bueno que dejaron esos personajes para nuestro país. (Continuará)