/ jueves 14 de marzo de 2024

Sarampión, una nueva amenaza

Recientemente el sarampión ha reaparecido como una nueva amenaza epidemiológica que puede poner en alto riesgo a la humanidad y eso se debe a la falta de vacunación, principalmente a los niños, ya sea porque al menos en nuestro país la escasez de vacunas en las instituciones de salud y en las campañas masivas de vacunación, y por otro lado, la influencia del movimiento antivacunas que se ha propagado en gran parte del mundo, el cual ha sido catalogado como una de las diez condiciones de salud que pueden acabar con la humanidad.

La tendencia de los antivacunas, particularmente contra la vacuna de sarampión, se origina a partir de un médico que reportó que dicho biológico causaba autismo, con una serie de casos mínimo, no significativo y manipulado, demostrándose más tarde que se trató de un engaño y comparado con cientos de miles de niños vacunados que no mostraron ese efecto indeseable, por lo que además de revertir la noticia, le fue retirada la licencia al médico que difundió el engaño.

Antiguamente se decía que el sarampión era una de las enfermedades propias de la infancia que llevaron a la creación de la vacuna al final de los años 50, iniciándose la vacunación masiva en Estados Unidos en 1963 y de ahí se extendió al resto del mundo, incluido México.

La razón de vacunar a toda la población infantil, fueron las complicaciones de la enfermedad que entre otras causaban neumonía, encefalitis y muerte, y cuando no, secuelas graves respiratorias o neurológicas.

Recuerdo haber visto los últimos casos de sarampión a finales de los 60 y principios de los 70, para después no volver a ver ningún caso y desapareciendo de la casuística epidemiológica de nuestro país, considerándose en el año 2000 una enfermedad erradicada. Tan es así que las generaciones de médicos de mediados y finales de los 70 nunca han visto un paciente con esa enfermedad y solo la conocen por la literatura.

Es una enfermedad altamente contagiosa, que afecta a niños y adultos jóvenes, que se inicia como si fuera un catarro simple y avanza rápidamente con ataque al estado general, fiebre dolor articular y de cabeza, y aparición de un puntilleo rojizo en toda la piel, que bien puede autolimitarse en ocho días o complicarse, afectando pulmones, sistema nervioso y otros órganos, pudiendo ser mortal, sin haber un medicamento específico que la cure, fuera de medidas paliativas y de sostén.

Actualmente, California tiene muchos casos, al igual que Israel, Francia, Italia y Grecia, entre otros, y en nuestro país por fortuna se han presentado casos aislados.

La única medida de protección es la vacunación que debe hacerse en niños a los 12 y 18 meses, con otro refuerzo a los 6 años, y en jóvenes tener un refuerzo a cualquier edad, recomendándose en mujeres que no se han embarazado por el riesgo de sufrirlo durante un embarazo que dejaría al bebé ciego, sordo y con otras malformaciones o defectos, incluido el retraso mental.

Recientemente el sarampión ha reaparecido como una nueva amenaza epidemiológica que puede poner en alto riesgo a la humanidad y eso se debe a la falta de vacunación, principalmente a los niños, ya sea porque al menos en nuestro país la escasez de vacunas en las instituciones de salud y en las campañas masivas de vacunación, y por otro lado, la influencia del movimiento antivacunas que se ha propagado en gran parte del mundo, el cual ha sido catalogado como una de las diez condiciones de salud que pueden acabar con la humanidad.

La tendencia de los antivacunas, particularmente contra la vacuna de sarampión, se origina a partir de un médico que reportó que dicho biológico causaba autismo, con una serie de casos mínimo, no significativo y manipulado, demostrándose más tarde que se trató de un engaño y comparado con cientos de miles de niños vacunados que no mostraron ese efecto indeseable, por lo que además de revertir la noticia, le fue retirada la licencia al médico que difundió el engaño.

Antiguamente se decía que el sarampión era una de las enfermedades propias de la infancia que llevaron a la creación de la vacuna al final de los años 50, iniciándose la vacunación masiva en Estados Unidos en 1963 y de ahí se extendió al resto del mundo, incluido México.

La razón de vacunar a toda la población infantil, fueron las complicaciones de la enfermedad que entre otras causaban neumonía, encefalitis y muerte, y cuando no, secuelas graves respiratorias o neurológicas.

Recuerdo haber visto los últimos casos de sarampión a finales de los 60 y principios de los 70, para después no volver a ver ningún caso y desapareciendo de la casuística epidemiológica de nuestro país, considerándose en el año 2000 una enfermedad erradicada. Tan es así que las generaciones de médicos de mediados y finales de los 70 nunca han visto un paciente con esa enfermedad y solo la conocen por la literatura.

Es una enfermedad altamente contagiosa, que afecta a niños y adultos jóvenes, que se inicia como si fuera un catarro simple y avanza rápidamente con ataque al estado general, fiebre dolor articular y de cabeza, y aparición de un puntilleo rojizo en toda la piel, que bien puede autolimitarse en ocho días o complicarse, afectando pulmones, sistema nervioso y otros órganos, pudiendo ser mortal, sin haber un medicamento específico que la cure, fuera de medidas paliativas y de sostén.

Actualmente, California tiene muchos casos, al igual que Israel, Francia, Italia y Grecia, entre otros, y en nuestro país por fortuna se han presentado casos aislados.

La única medida de protección es la vacunación que debe hacerse en niños a los 12 y 18 meses, con otro refuerzo a los 6 años, y en jóvenes tener un refuerzo a cualquier edad, recomendándose en mujeres que no se han embarazado por el riesgo de sufrirlo durante un embarazo que dejaría al bebé ciego, sordo y con otras malformaciones o defectos, incluido el retraso mental.