Ayer se celebró el Día Mundial de la Educación Ambiental. La educación ambiental es un proceso continuo que promueve la sostenibilidad como proyecto social, entendiendo que esto implica un desarrollo con justicia social, distribución de la riqueza, preservación y conservación de la naturaleza, igualdad de género, protección de la salud, democracia participativa y respeto por la diversidad cultural.
La educación ambiental tiene como objetivo fomentar actitudes ecológicamente responsables, profundizar los valores sociales y ecológicos, ayudar a producir las respuestas necesarias para resolver los dilemas medioambientales, promover los mecanismos de evaluación de medidas y programas de la propia educación ambiental, en función de las características políticas, sociales y económicas, etc., promover los mecanismos de evaluación de medidas, de la población, local, y distinguir y reconocer las causas de los principales problemas ecológicos del mundo. La educación ambiental es el principal mecanismo disponible en sociedad para formar generaciones más respetuosas del enorme patrimonio natural del planeta Tierra, es decir, de su diversidad biológica y más eficiente en sus modos de consumo.
En el caso de México, el Gobierno Federal señala que el Día Mundial de la Educación Ambiental: “Se conmemora para hacer conciencia ante la crisis civilizatoria que vivimos. El modelo “tomar-usar-desechar” agota vorazmente los recursos naturales, contaminando aire, suelo y agua”. Para la “Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) la educación ambiental es un pilar fundamental para lograr que las leyes ambientales se apliquen de manera correcta y promueve la educación ambiental en niños y jóvenes”.
Pero la realidad es otra. Un solo ejemplo para niños, niñas y jóvenes de hoy y mañana nos hace preguntar sobre la práctica de la educación ambiental en México: el Tren Maya. Esta iniciativa pone en tela de duda el desarrollo sostenible; la ética y valores que incluyen el respeto por la naturaleza y la responsabilidad individual y colectiva hacia el entorno; la conciencia y sensibilización para conservar el medio ambiente y sus recursos; para hacer evidente en la educación el currículo formal de las escuelas y la educación no formal en comunidades y organizaciones, entre otros aspectos importantes de la educación ambiental.
Talía Ortega, de Comunicación de Sustentabilidad y RSE, señala algunos problemas que la construcción de este medio de transporte ha provocado, entre ellos deforestación. La ruta del tren abarca municipios que son considerados grandes hábitats y un pulmón para el planeta, sacrificando muchos árboles y zonas selváticas. El Centro de Estudios de Desarrollo Macroeconómico de México estimó que en la construcción del Tren Maya se talaron 2 mil 500 hectáreas de selvas húmedas y secas. A su vez, está el ruido, esta contaminación reduce la capacidad de los animales de escuchar a sus depredadores acercarse y también provoca interferencias en su apareamiento. Las plantas se ven afectadas cuando se altera el comportamiento de los animales herbívoros que dispersan sus semillas.
Se ha visto dañada la reserva de agua, ahora contaminada por la infraestructura ferroviaria. La región de la Península de Yucatán es considerada como una gran reserva, principalmente de origen subterráneo, según la Conagua. Esta reserva de aguas subterráneas es la más importante a nivel nacional y de la que depende más del 32% de la recarga media de agua de todo el país. Igualmente, no se consideró la pérdida de la biodiversidad, resultado del deterioro y la modificación de los hábitats, ya que al transformar los ecosistemas para adaptarlos a las necesidades y actividades humanas, muchas especies son afectadas. La pérdida de hábitat sucede por el “cambio de uso del suelo” de ecosistemas naturales, pese a los esfuerzos por ocultar está realidad en la construcción del tren es notorio que los entornos naturales circundantes se han dañado.
Han desaparecido zonas protegidas. De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un área protegida es un «territorio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y administrado, a través de medios legales u otros similarmente efectivos, para lograr la conservación de la naturaleza». Un informe del Conahcyt, elaborado en 2019 y que permaneció fuera de la opinión pública, aseguraba que se verían afectadas 10 zonas protegidas de los estados por los que atraviesa el convoy. Ahora es una realidad.
Quienes corren más riesgos con el Tren Maya son los verdaderos habitantes de las selvas, es decir, las diferentes especies que habitan en los territorios por los cuales cruzará el tren.
Los bosques tropicales, conocidos como selvas, contienen el 25% del carbono de biósfera y representan el 15% de la superficie de nuestro planeta, según lo documenta la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. México cuenta con 31 millones de hectáreas de este tipo de bosque. Las vías de tren, los combustibles que requiere, los posibles asentamientos irregulares, la llegada de millones de turistas, así como la concentración del comercio, podrían ser algunos de los contaminantes ambientales de los paisajes naturales selváticos.
Y así podemos agregar: Los gases de efecto invernadero; el grave deterioro de las cavidades subterráneas como cenotes y cuevas; la desaparición de los manglares, etcétera, todas ellas consecuencias del Tren Maya y la incorrecta aplicación de las leyes ambientales, ¿dónde están los principios y valores? ¿Cuál es el destino de las futuras generaciones sobre este tema?