/ lunes 6 de mayo de 2019

El arranque ficticio de la Guardia Nacional

Desde Veracruz, apenas el pasado día 22 de abril, el presidente López Obrador dijo que en seis meses mejorarán las condiciones de seguridad no sólo en la asolada Minatitlán, sino en el país. Está muy complicado que pueda lograrlo y lo estamos viendo.

El deseo de millones de mexicanos es que el presidente pueda cumplir su palabra, pero la realidad muestra que va para largo la inseguridad que se resiente en hogares, calles y comercios de un gran número de ciudades de México.

Miles de millones de pesos del presupuesto están destinándose a los programas sociales impulsados por AMLO para, entre otras cosas, alejar a jóvenes y adultos de las bandas criminales. Puede que eso funcione, pero no a tan corto plazo.

Otro punto clave de la estrategia de López Obrador es la operación de la Guardia Nacional, con la que combatirá a los cárteles y demás grupos del crimen organizado, pero si nos atenemos a la sabiduría popular de que lo que mal comienza mal termina, la GN no cambiaría en mucho el panorama de inseguridad que tiene atemorizados y enojados a buena parte de los mexicanos.

Tras la masacre ocurrida en Minatitlán el presidente decidió venir unos días a territorio veracruzano, incluso fue a esa población petrolera y anunció que sería el primer punto del país en donde funcionaría la Guardia Nacional.

La improvisación

No había necesidad de tal apresuramiento, que dejó malos mensajes de improvisación y mentiras.

El día en que estuvo López Obrador en Minatitlán amanecieron retenes por un buen número de puntos de la ciudad; lamentablemente fueron retirados con la partida del presidente.

Y, lo peor, la verdad es que no hay Guardia Nacional.

Más allá de que legalmente aún no existe, pues faltan las leyes secundarias, lo que se hizo —esto trascendió rápidamente— fue sacar a tropas de la 29 Zona Militar, con sede precisamente en Mina, para que recorrieran calles y se ubicaran en retenes. Es decir, a soldados del Ejército Mexicano les habrían puesto brazaletes con las siglas GN y con eso quiso aparentarse que estaba bien reforzada la seguridad en donde ocurrió la masacre.

Mala decisión, pues ahora los minatitlecos están más enojados que antes. Sólo vieron reforzada la seguridad un día, cuando estuvo ahí AMLO, pero después se volvió a lo mismo.

También da mucho a qué pensar lo sucedido allá la noche del sábado. De acuerdo con versiones oficiales, policías estatales detectaron a unas personas que estaban tomando licor y aparentemente armadas. Las persiguieron, los presuntos delincuentes se parapetaron en una casa y desde ahí mataron a un policía estatal y a otro federal (se unieron sobre la marcha al operativo) e hirieron a cinco gendarmes más. Otro elemento más resultó lesionado al caer de una patrulla.

En fin, han ocurrido algunas detenciones importantes y se espera que de un momento a otro caiga el jefe de plaza del CJNG, que habría ordenado la matanza de hace unos días. ¿Pero eso resolverá la violencia en Minatitlán y demás ciudades veracruzanas?


Desde Veracruz, apenas el pasado día 22 de abril, el presidente López Obrador dijo que en seis meses mejorarán las condiciones de seguridad no sólo en la asolada Minatitlán, sino en el país. Está muy complicado que pueda lograrlo y lo estamos viendo.

El deseo de millones de mexicanos es que el presidente pueda cumplir su palabra, pero la realidad muestra que va para largo la inseguridad que se resiente en hogares, calles y comercios de un gran número de ciudades de México.

Miles de millones de pesos del presupuesto están destinándose a los programas sociales impulsados por AMLO para, entre otras cosas, alejar a jóvenes y adultos de las bandas criminales. Puede que eso funcione, pero no a tan corto plazo.

Otro punto clave de la estrategia de López Obrador es la operación de la Guardia Nacional, con la que combatirá a los cárteles y demás grupos del crimen organizado, pero si nos atenemos a la sabiduría popular de que lo que mal comienza mal termina, la GN no cambiaría en mucho el panorama de inseguridad que tiene atemorizados y enojados a buena parte de los mexicanos.

Tras la masacre ocurrida en Minatitlán el presidente decidió venir unos días a territorio veracruzano, incluso fue a esa población petrolera y anunció que sería el primer punto del país en donde funcionaría la Guardia Nacional.

La improvisación

No había necesidad de tal apresuramiento, que dejó malos mensajes de improvisación y mentiras.

El día en que estuvo López Obrador en Minatitlán amanecieron retenes por un buen número de puntos de la ciudad; lamentablemente fueron retirados con la partida del presidente.

Y, lo peor, la verdad es que no hay Guardia Nacional.

Más allá de que legalmente aún no existe, pues faltan las leyes secundarias, lo que se hizo —esto trascendió rápidamente— fue sacar a tropas de la 29 Zona Militar, con sede precisamente en Mina, para que recorrieran calles y se ubicaran en retenes. Es decir, a soldados del Ejército Mexicano les habrían puesto brazaletes con las siglas GN y con eso quiso aparentarse que estaba bien reforzada la seguridad en donde ocurrió la masacre.

Mala decisión, pues ahora los minatitlecos están más enojados que antes. Sólo vieron reforzada la seguridad un día, cuando estuvo ahí AMLO, pero después se volvió a lo mismo.

También da mucho a qué pensar lo sucedido allá la noche del sábado. De acuerdo con versiones oficiales, policías estatales detectaron a unas personas que estaban tomando licor y aparentemente armadas. Las persiguieron, los presuntos delincuentes se parapetaron en una casa y desde ahí mataron a un policía estatal y a otro federal (se unieron sobre la marcha al operativo) e hirieron a cinco gendarmes más. Otro elemento más resultó lesionado al caer de una patrulla.

En fin, han ocurrido algunas detenciones importantes y se espera que de un momento a otro caiga el jefe de plaza del CJNG, que habría ordenado la matanza de hace unos días. ¿Pero eso resolverá la violencia en Minatitlán y demás ciudades veracruzanas?