/ miércoles 5 de mayo de 2021

El espejismo topa con la realidad, tarde o temprano

Ruego al lector me permita expresarle lo siguiente, vaya tiempos. Vaya. Ahora sucede que la democracia ocurre un día y no en cada jornada. Veamos: treinta y tantos meses después de los comicios presidenciales sucede que opta vamos por Meade (mon dieu) o por Anaya (onaceptabol). No, pues por mi culpa, por mi enorme culpa.

Hubo un voto mayoritario por un cambio. Por una promesa en donde se ponía por delante una agenda para reparar la desigualdad, la atroz miseria de decena de millones durante tanto tiempo menospreciada por el bipartidismo prianista, por detener las componendas de una corrupción descarada, ¿faltan pruebas de ello? Y de una impunidad sin fin.

El cambio ha quedado a deber, qué duda cabe. Pues para empezar, ha traicionado la agenda de la justicia o con iniciativas como la militarización a la seguridad y de tantos otros sectores.

Ha defraudado algunas promesas y en otras no hay manera de que cumpla.

Encima desprecia toda rendición de cuentas. Pero no fue el único que no ha estado a la altura.

La democracia, verdad de perogrullo, requiere demócratas. Gente que además de votar un día se mantenga en el renglón de sus compromisos cívicos. Demócratas con algo más que el "se los dijimos", ciudadanos que asumen un voto no es un cheque en blanco, sino todo lo contrario.

No digo, para que quede claro, que todos los que no pudieron resistir la presión con amenazas, sean poco demócratas. En el mismo sentido, hay otros que al no renunciar, al convalidar aberraciones gubernamentales, fallan a la democracia.

Como en el 2000, el cambio se frustró.

Peor que en 2000, el de hoy tiene una peligrosa deriva. Se requiere otra vez demócratas.

El chantaje es el arma con que se asesina la democracia. Pero incluso en la democracia, todo tiene un límite. Ya hablarán las urnas.

Recordemos que bien se dice que a la política juegan todos, a sabiendas de que en los tiempos que corren ahora el voto cuenta y se cuenta, aunque después del proceso comicial no sean tomados en cuenta.

Es momento de sacar la bola de cristal. Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Tenemos que dar sólo pasos para adelante.

Quien pide que desaparezca el INE, como el caso del empresario Ricardo Salinas, no tienen idea de lo que ha sido el proceso de desarrollo de la democracia mexicana. No entendió el movimiento de 1968, ni las reformas político-electorales que arrancaron en 1977, ni las elecciones de 1988, ni las reformas de 1994, con tribunales electorales y padrón confiable.

No entendió la alternancia en el 2000, ni en el 2012 o el 2018. Los cambios registrados por acuerdo y sin violencia. Con problemas sí, pero ha sido una profunda transformación por consenso y con nuevas reglas.

La democracia no es una panacea, pero permite la sana convivencia con respeto a lo diverso.

La pluralidad la nutre. Lo diferente no es disfuncional, es una visión distinta que puede resolver viejos problemas. La crítica forma parte de la democracia, al igual que el debate. Las libertades sólo son posibles en la democracia, y el Estado laico las garantiza, al igual que los derechos humanos.

La libertad de expresión, de manifestación, de prensa, de preferencia sexuales, de no violencia contra las mujeres, sólo tienen cabida en sociedades democráticas.

Por eso debemos evitar las falsos debates. El INE garantiza las elecciones y su legalidad.

Su Consejo sólo puede aplicar la ley, no interpretarla. Para eso está el TEPJF cuyas sentencias no son apelables. La ley de Instituciones y Procesos Electorales establece con claridad que los informes de precampaña deben entregarse a más tardar 7 días después de concluido el proceso. Y si este requisito no se cumple, el precandidato no podrá ser registrado legalmente como candidato. Hay empero en el Libro Octavo, un señalamiento de que las sanciones a los precandidatos pueden ser en términos de amonestación pública, multa o pérdida de registro.

Así las cosas, el INE sólo aplica la ley.

Quién puede interpretar de distinta forma las sanciones es el TEPJF y en este proceso se deben evaluar responsabilidades y actuaciones.

Para pedir la destitución de los consejeros el proceso debe justificar se cumplan las causas que estipula la ley, lo cual no parece aplicable.

El tema es político pero de gran importancia para la autonomía del INE en el mayor proceso electoral de la historia.

Ruego al lector me permita expresarle lo siguiente, vaya tiempos. Vaya. Ahora sucede que la democracia ocurre un día y no en cada jornada. Veamos: treinta y tantos meses después de los comicios presidenciales sucede que opta vamos por Meade (mon dieu) o por Anaya (onaceptabol). No, pues por mi culpa, por mi enorme culpa.

Hubo un voto mayoritario por un cambio. Por una promesa en donde se ponía por delante una agenda para reparar la desigualdad, la atroz miseria de decena de millones durante tanto tiempo menospreciada por el bipartidismo prianista, por detener las componendas de una corrupción descarada, ¿faltan pruebas de ello? Y de una impunidad sin fin.

El cambio ha quedado a deber, qué duda cabe. Pues para empezar, ha traicionado la agenda de la justicia o con iniciativas como la militarización a la seguridad y de tantos otros sectores.

Ha defraudado algunas promesas y en otras no hay manera de que cumpla.

Encima desprecia toda rendición de cuentas. Pero no fue el único que no ha estado a la altura.

La democracia, verdad de perogrullo, requiere demócratas. Gente que además de votar un día se mantenga en el renglón de sus compromisos cívicos. Demócratas con algo más que el "se los dijimos", ciudadanos que asumen un voto no es un cheque en blanco, sino todo lo contrario.

No digo, para que quede claro, que todos los que no pudieron resistir la presión con amenazas, sean poco demócratas. En el mismo sentido, hay otros que al no renunciar, al convalidar aberraciones gubernamentales, fallan a la democracia.

Como en el 2000, el cambio se frustró.

Peor que en 2000, el de hoy tiene una peligrosa deriva. Se requiere otra vez demócratas.

El chantaje es el arma con que se asesina la democracia. Pero incluso en la democracia, todo tiene un límite. Ya hablarán las urnas.

Recordemos que bien se dice que a la política juegan todos, a sabiendas de que en los tiempos que corren ahora el voto cuenta y se cuenta, aunque después del proceso comicial no sean tomados en cuenta.

Es momento de sacar la bola de cristal. Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Tenemos que dar sólo pasos para adelante.

Quien pide que desaparezca el INE, como el caso del empresario Ricardo Salinas, no tienen idea de lo que ha sido el proceso de desarrollo de la democracia mexicana. No entendió el movimiento de 1968, ni las reformas político-electorales que arrancaron en 1977, ni las elecciones de 1988, ni las reformas de 1994, con tribunales electorales y padrón confiable.

No entendió la alternancia en el 2000, ni en el 2012 o el 2018. Los cambios registrados por acuerdo y sin violencia. Con problemas sí, pero ha sido una profunda transformación por consenso y con nuevas reglas.

La democracia no es una panacea, pero permite la sana convivencia con respeto a lo diverso.

La pluralidad la nutre. Lo diferente no es disfuncional, es una visión distinta que puede resolver viejos problemas. La crítica forma parte de la democracia, al igual que el debate. Las libertades sólo son posibles en la democracia, y el Estado laico las garantiza, al igual que los derechos humanos.

La libertad de expresión, de manifestación, de prensa, de preferencia sexuales, de no violencia contra las mujeres, sólo tienen cabida en sociedades democráticas.

Por eso debemos evitar las falsos debates. El INE garantiza las elecciones y su legalidad.

Su Consejo sólo puede aplicar la ley, no interpretarla. Para eso está el TEPJF cuyas sentencias no son apelables. La ley de Instituciones y Procesos Electorales establece con claridad que los informes de precampaña deben entregarse a más tardar 7 días después de concluido el proceso. Y si este requisito no se cumple, el precandidato no podrá ser registrado legalmente como candidato. Hay empero en el Libro Octavo, un señalamiento de que las sanciones a los precandidatos pueden ser en términos de amonestación pública, multa o pérdida de registro.

Así las cosas, el INE sólo aplica la ley.

Quién puede interpretar de distinta forma las sanciones es el TEPJF y en este proceso se deben evaluar responsabilidades y actuaciones.

Para pedir la destitución de los consejeros el proceso debe justificar se cumplan las causas que estipula la ley, lo cual no parece aplicable.

El tema es político pero de gran importancia para la autonomía del INE en el mayor proceso electoral de la historia.