/ miércoles 10 de enero de 2024

El precio del desprecio

Los dichos populares son el resultado del cúmulo de experiencias vividas por las generaciones que nos antecedieron, y las heredan a las nuevas como una forma de advertencia del cómo tenemos que vivir nuestra vida.

“Lo que siembras cosechas”. Sería uno de cientos que pululan en todo el mundo, pero que en la columna de hoy queda “como anillo al dedo”, parafraseando al ínclito presidente de México, cuando se refirió a la pandemia del Covid-19, en el 2020.

Vengo escribiendo de tiempo atrás, desde que me percaté que los gobiernos de Morena eran totalmente contrarios a lo que habían prometido en campañas, que más temprano que tarde la sociedad, el pueblo bueno, les cobraría, y hasta con intereses, los agravios que ejecutaban con sus acciones u omisiones.

Nepotismo, corrupción, enriquecimiento, inseguridad, falta de medicamentos, de atención médica, extorsiones, secuestros, etc.; todo peor que con los gobiernos del PRI y del PAN, inclusive.

Alguien muy cercano al gobernador Cuitláhuac García me comentó en una conversación que tuvimos, que los señalamientos que tanto un servidor como otros columnistas le hacíamos tanto a él como al presidente Andrés Manuel López Obrador, no le hacían mella al Ejecutivo estatal, porque le afirmaba que ellos eran distintos a Fidel Herrera, a Miguel Ángel Yunes, a Javier Duarte, porque “somos incorruptibles”, como si con decir 50 mil veces esa palabra los hiciera funcionarios honestos, probos y de acciones en favor de la sociedad veracruzana.

Sin embargo, la mejor prueba de su (des) gobierno la tuvo el Ejecutivo estatal el pasado domingo 6 de enero. Le llegaron sus reyes en Río Blanco, justo y junto al presidente Obrador, cuando cientos de rechiflas y abucheos permearon el recinto donde se celebraba el homenaje a los mártires obreros de esa emblemática fábrica textil, caídos el 7 de enero de 1907 por la represión de Porfirio Díaz, y que por más que elevaba él la voz y los técnicos del sonido el de las bocinas, no pudieron evitar que el griterío de “fuera, fuera, fuera” se generalizara, y lo aprovecharan los allí presentes para grabar infinidad de videos que circulan en todas las redes sociales, dando cuenta que “lo que se hace en este mundo, se paga en este mundo”, y no en el otro.

El gobernador vivió y sintió en carne propia el precio del desprecio que ha tenido al pueblo veracruzano. El cobro de facturas que a partir de este domingo se le multiplicaran no solo a él, sino a la turba de sus familiares enquistados en su gobierno, porque sabe bien que ha hecho del nepotismo su bandera insignia y que se ha hecho el que no ve el enriquecimiento de ellos y de muchos de sus funcionarios de primer y segundo nivel, quienes ni siquiera tratan de ocultarlas.

Sinceramente creo que lo peor para García Jiménez no fue el cobro de factura de los obreros de la región central del estado de Veracruz, sino que se lo hayan tributado frente al presidente López Obrador, quien ahora sí no salió a defenderlo cuando hizo uso de la voz, como ha ocurrido en infinidad de ocasiones anteriores.

Dice otro dicho popular que “Dios castiga sin palo y sin cuarta”, y vaya que el castigo del día de reyes para don Cuitláhuac debió ponerlo helado, frío, como presagio de lo que el futuro le depara.

plazacaracol@hotmail.com

Threads: @helíherrerahernández

X: HELÍHERRERA.es

Los dichos populares son el resultado del cúmulo de experiencias vividas por las generaciones que nos antecedieron, y las heredan a las nuevas como una forma de advertencia del cómo tenemos que vivir nuestra vida.

“Lo que siembras cosechas”. Sería uno de cientos que pululan en todo el mundo, pero que en la columna de hoy queda “como anillo al dedo”, parafraseando al ínclito presidente de México, cuando se refirió a la pandemia del Covid-19, en el 2020.

Vengo escribiendo de tiempo atrás, desde que me percaté que los gobiernos de Morena eran totalmente contrarios a lo que habían prometido en campañas, que más temprano que tarde la sociedad, el pueblo bueno, les cobraría, y hasta con intereses, los agravios que ejecutaban con sus acciones u omisiones.

Nepotismo, corrupción, enriquecimiento, inseguridad, falta de medicamentos, de atención médica, extorsiones, secuestros, etc.; todo peor que con los gobiernos del PRI y del PAN, inclusive.

Alguien muy cercano al gobernador Cuitláhuac García me comentó en una conversación que tuvimos, que los señalamientos que tanto un servidor como otros columnistas le hacíamos tanto a él como al presidente Andrés Manuel López Obrador, no le hacían mella al Ejecutivo estatal, porque le afirmaba que ellos eran distintos a Fidel Herrera, a Miguel Ángel Yunes, a Javier Duarte, porque “somos incorruptibles”, como si con decir 50 mil veces esa palabra los hiciera funcionarios honestos, probos y de acciones en favor de la sociedad veracruzana.

Sin embargo, la mejor prueba de su (des) gobierno la tuvo el Ejecutivo estatal el pasado domingo 6 de enero. Le llegaron sus reyes en Río Blanco, justo y junto al presidente Obrador, cuando cientos de rechiflas y abucheos permearon el recinto donde se celebraba el homenaje a los mártires obreros de esa emblemática fábrica textil, caídos el 7 de enero de 1907 por la represión de Porfirio Díaz, y que por más que elevaba él la voz y los técnicos del sonido el de las bocinas, no pudieron evitar que el griterío de “fuera, fuera, fuera” se generalizara, y lo aprovecharan los allí presentes para grabar infinidad de videos que circulan en todas las redes sociales, dando cuenta que “lo que se hace en este mundo, se paga en este mundo”, y no en el otro.

El gobernador vivió y sintió en carne propia el precio del desprecio que ha tenido al pueblo veracruzano. El cobro de facturas que a partir de este domingo se le multiplicaran no solo a él, sino a la turba de sus familiares enquistados en su gobierno, porque sabe bien que ha hecho del nepotismo su bandera insignia y que se ha hecho el que no ve el enriquecimiento de ellos y de muchos de sus funcionarios de primer y segundo nivel, quienes ni siquiera tratan de ocultarlas.

Sinceramente creo que lo peor para García Jiménez no fue el cobro de factura de los obreros de la región central del estado de Veracruz, sino que se lo hayan tributado frente al presidente López Obrador, quien ahora sí no salió a defenderlo cuando hizo uso de la voz, como ha ocurrido en infinidad de ocasiones anteriores.

Dice otro dicho popular que “Dios castiga sin palo y sin cuarta”, y vaya que el castigo del día de reyes para don Cuitláhuac debió ponerlo helado, frío, como presagio de lo que el futuro le depara.

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