A finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX la participación de las mujeres en los procesos electorales fue prácticamente nula, sin embargo, existían activistas cuyo fin era conseguir el derecho al voto de las mujeres; con ello representaban la voz y la existencia política y social de este sector de la población.
En el artículo 34 de la Constitución de 1857 re conoció como ciudadanos a los mexicanos de 18 años, si eran casados, y de 21 años si no lo eran, y que además tuvieran un modo honesto de vivir. Aún sin existir disposición expresa que excluyera a las mujeres, no lo decía pero sí en hechos. Dicha Constitución era discriminatoria desde su primer artículo que a la letra dice: el pueblo mexicano reconoce los derechos del hombre, que son base y el objeto de las instituciones sociales, en consecuencia declara que todas las leyes y todas las autoridades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente Constitución. Si analizamos este artículo, solo le da el derecho y poder a los hombres, y por ahí debió haber comenzado la lucha por los derechos políticos de las mujeres.
En 1916, ya instalado el Congreso Constituyente convocado por el presidente Venustiano Carranza, su secretaria particular, Hermila Galindo, solicitó el sufragio para las mujeres, argumentando que si ellas también tenían obligaciones como el pago de contribuciones y que en ese aspecto se les consideraba igual que los hombres, lo razonable era que no carecieran de derechos. Al abordarse el tema, los constituyentes consideraron que las mujeres no sentían la necesidad de participar en asuntos públicos y que “el hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan las condiciones para ajercer satisfactoriamente los derechos políticos, no funda la conclusión de que éstos deban concederse a la mujer como clase”.
Derivado de lo anterior, el contenido del artículo 34 de la Constitución, que se promulgaría el 5 de febrero de 1917, quedó en iguales términos que la de 1857. Y si bien una interpretación bajo la lógica actual podría suponer que en la expresión de mexicanos se incluía a las mujeres, y no era así. La Ley Federal Electoral de 1918 precisaba que la calidad de los ciudadanos estaba reservada a los varones.
En 1935 quedó constituido el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, que llegó a agrupar a 50 mil mujeres de todo el país, de 800 agrupaciones femeninas con diversas posturas ideológicas, pero con el objetivo común de obtener el sufragio.
El 12 de febrero de 1947 se da el primer paso de las mujeres en la democracia política con la publicación en el Diario Oficial de la Federación del decreto de adición al artículo 115 de la Constitución federal, para permitirles la participación como votantes y candidatas, quedando establecido en las elecciones municipales a participar en igualdad de condición que los varones con el derecho a votar y ser votadas.
El 17 de octubre de 1953 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un nuevo texto reformado del artículo 34 de la Constitución federal, en el que se reconocía como ciudadanía mexicana a hombres y mujeres, pero nunca se llevó a cabo, argumentando que el voto de las mujeres podría ser influenciado por la Iglesia; fue hasta el 3 de julio de 1955 cuando por primera vez las mujeres mexicanas emiten su voto en las elecciones federales.
En los encabezados de los periódicos decían “Que voten las viejas”. Las precursoras del voto de las mujeres, como Elvia Carrillo Puerto y Hermila Galindo, trabajaron arduamente en los primeros congresos feministas e impulsaron el voto femenino y los derechos de las mujeres. Amalia González Caballero luchó por los derechos políticos de las mujeres y los llevó a foros internacionales.
Actualmente se lucha por una paridad de género que no llega. Las mujeres representan el 52% de la lista nominal, sin embargo, los cargos de elección popular son mínimos. Ejercer, defender y promover los derechos políticos de este sector de la población es vital, ya que sin mujeres no hay democracia.
Lexfemme.12@hotmail.com
