/ miércoles 23 de octubre de 2019

En política la esperanza se mueve


Ahí voy otra vez, estimado lector, “La esperanza es una gran falsificadora de la verdad”. Baltasar Gracián no deja margen, él busca al hombre prudente.

Quien fomenta la esperanza sin sustento es un imprudente. La imprudencia nunca trae una buena cosecha.

Un año de gobierno. El paisaje muestra un país enconado, peleado con su pasado y también con su futuro. Con el pasado porque por decreto, todo lo que de él provenga está envenenado. La única forma es extirpar, dicen. Pero han arrasado purulencias junto con órganos sanos. No es metáfora.

Basta ver el sector salud. ¿Imprudencia? No, crimen.

También peleados con el futuro porque, para ellos, es retorno. El capital humano del Estado languidece. ¿Ahorros? No, estolidez perversa. Más allá del desastre de las cifras macro, inversión, empleo, crecimiento, etcétera, la lista de daños sociales y humanos ya es parte de la estela destructiva de la actual administración.

El inventario crece todos los días.

Pero lo que más aterra no son los yerros del primer año, sino la mecánica que está detrás. “Ser buen entendedor”, sugiere Gracián al prudente, no puede ser entendido quien no lo sea.

Por qué hay tanto desazón, desconfianza, miedo.

La imprudencia nos gobierna. Muchas esperanzas infundadas y negación de las realidades.

La inconsciencia engendra inconscientes.

Lo que he notado es que los escritos que más circulan son aquellos donde crítico, por lo que sea.

Debiera preocuparnos lo que está sucediendo a través de reformas constitucionales, cambios legales o la simple emisión de reglamentos, circulares o decretos.

Quizá no estemos reparando en ello porque el torrente de acontecimientos y la frenética actividad presidencial no admite un análisis y debate a fondo de cada asunto.

Las consecuencias de estos cambios legales o reglamentarios están dando al traste con la protección mínima de algunos derechos fundamentales frente a actos de autoridad que los lesionan. Dejan a los individuos en estado de indefensión.

Ejemplos: 1- La Ley de Extinción de Dominio. 2- Ampliación de delitos graves, o sea, aquellos que merecen prisión preventiva oficiosa. 3- Reformas al Código fiscal de la federación y Ley de Delincuencia Organizada para equipar el fraude fiscal al crimen organizado.

Estas tres primeras leyes punitivas violan los derechos fundamentales por donde se led mire: te presumo culpable, te acuso, te mando a prisión, te congelo tus cuentas y remato tus bienes. 4- La ley de Austeridad Republicana. Con ellos se viola la libertad de trabajo.

5- La Ley de Remuneraciones a los Funcionarios Públicos. “Son susceptibles de ser responsables penalmente por el delito de remuneración ilícita”.

6- Ley de la Guardia Nacional.

Lo que está ocurriendo es alarmante, pero más alarmante es la pasividad frente a esta película que pasa frente a los ojos de todos y que, salvo algunas instituciones particularmente la CNDH, no denuncian.

¿Qué pasa con actores claves que saben bien de las consecuencias de estas reformas u órdenes ejecutivas y no se pronuncian?

Y todo esto, solamente a nivel normativo, esto es, sin considerar la forma discrecional en que se sigue ejerciendo el poder en los casos de procuración y administración de justicia.


Ahí voy otra vez, estimado lector, “La esperanza es una gran falsificadora de la verdad”. Baltasar Gracián no deja margen, él busca al hombre prudente.

Quien fomenta la esperanza sin sustento es un imprudente. La imprudencia nunca trae una buena cosecha.

Un año de gobierno. El paisaje muestra un país enconado, peleado con su pasado y también con su futuro. Con el pasado porque por decreto, todo lo que de él provenga está envenenado. La única forma es extirpar, dicen. Pero han arrasado purulencias junto con órganos sanos. No es metáfora.

Basta ver el sector salud. ¿Imprudencia? No, crimen.

También peleados con el futuro porque, para ellos, es retorno. El capital humano del Estado languidece. ¿Ahorros? No, estolidez perversa. Más allá del desastre de las cifras macro, inversión, empleo, crecimiento, etcétera, la lista de daños sociales y humanos ya es parte de la estela destructiva de la actual administración.

El inventario crece todos los días.

Pero lo que más aterra no son los yerros del primer año, sino la mecánica que está detrás. “Ser buen entendedor”, sugiere Gracián al prudente, no puede ser entendido quien no lo sea.

Por qué hay tanto desazón, desconfianza, miedo.

La imprudencia nos gobierna. Muchas esperanzas infundadas y negación de las realidades.

La inconsciencia engendra inconscientes.

Lo que he notado es que los escritos que más circulan son aquellos donde crítico, por lo que sea.

Debiera preocuparnos lo que está sucediendo a través de reformas constitucionales, cambios legales o la simple emisión de reglamentos, circulares o decretos.

Quizá no estemos reparando en ello porque el torrente de acontecimientos y la frenética actividad presidencial no admite un análisis y debate a fondo de cada asunto.

Las consecuencias de estos cambios legales o reglamentarios están dando al traste con la protección mínima de algunos derechos fundamentales frente a actos de autoridad que los lesionan. Dejan a los individuos en estado de indefensión.

Ejemplos: 1- La Ley de Extinción de Dominio. 2- Ampliación de delitos graves, o sea, aquellos que merecen prisión preventiva oficiosa. 3- Reformas al Código fiscal de la federación y Ley de Delincuencia Organizada para equipar el fraude fiscal al crimen organizado.

Estas tres primeras leyes punitivas violan los derechos fundamentales por donde se led mire: te presumo culpable, te acuso, te mando a prisión, te congelo tus cuentas y remato tus bienes. 4- La ley de Austeridad Republicana. Con ellos se viola la libertad de trabajo.

5- La Ley de Remuneraciones a los Funcionarios Públicos. “Son susceptibles de ser responsables penalmente por el delito de remuneración ilícita”.

6- Ley de la Guardia Nacional.

Lo que está ocurriendo es alarmante, pero más alarmante es la pasividad frente a esta película que pasa frente a los ojos de todos y que, salvo algunas instituciones particularmente la CNDH, no denuncian.

¿Qué pasa con actores claves que saben bien de las consecuencias de estas reformas u órdenes ejecutivas y no se pronuncian?

Y todo esto, solamente a nivel normativo, esto es, sin considerar la forma discrecional en que se sigue ejerciendo el poder en los casos de procuración y administración de justicia.