/ martes 9 de abril de 2024

LA FALSA VÍCTIMA

En la lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la esfera pública, el término "violencia política de género" ha cobrado una relevancia fundamental y es muy seria como para andar trivializándola o invocarla con deliberada falsedad. Cuando se habla con rigor, se refiere a cualquier acción u omisión que tenga como resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos políticos y electorales de una persona, basada en su género. Esta forma de violencia puede manifestarse de diversas maneras, desde ataques verbales y difamación hasta amenazas físicas y discriminación sistémica.

Es lamentable que, en ocasiones, personas con influencia pública y aspiraciones políticas utilicen de manera oportunista el discurso de la violencia política de género para eludir responsabilidades y desviar la atención de sus propias acciones. En el caso específico de la candidata a gobernadora de Veracruz, la acusación de presuntos actos de corrupción y la posterior declaración de ser víctima de violencia política de género parecen ser un intento desesperado por evadir la rendición de cuentas y manipular la percepción pública en su favor.

La instrumentalización de la violencia política de género en situaciones donde no aplica, socava los esfuerzos legítimos por combatir la discriminación de género y perpetúa estereotipos dañinos sobre la vulnerabilidad de las mujeres en el ámbito político. Colectivos feministas del estado de Veracruz, desvinculados de cualquier interés partidista, han expresado su repudio ante esta táctica, considerándola una grosería y un despropósito, por decir lo menos.

¿Qué características definen a una falsa feminista que recurre a este tipo de estrategias? Desde el punto de vista psicológico, la falsa víctima de violencia política de género, puede estar motivada por el miedo a la pérdida de poder (en este caso ante la inminente derrota en la próxima elección) o prestigio (el que le queda o el que le creen sus devotos partidarios que no admiten razones por encontrarse obnubilados), así como por el deseo de preservar su imagen pública a toda costa (la que cree tener). La falsa feminista puede presentarse como defensora de los derechos de las mujeres mientras ignora o perpetúa las desigualdades de género en su propio entorno.

La conclusión es clara: el uso indebido del argumento de la violencia política de género por parte de una figura pública, especialmente en un estado como Veracruz con altos niveles de violencia machista, no solo es reprobable, sino que también tiene graves consecuencias porque lastima y deshonra la causa de las verdaderas feministas y de todas las mujeres que aún no han encontrado la asistencia institucional para exhibir a sus agresores y que éstos sean castigados. Los veracruzanos no se van con la finta de la falsa víctima que tiene un proceso abierto ante la Fiscalía General de la República por un presunto enriquecimiento ilícito, que se dice agredida pero sólo para sólo para desviar la atención de las acusaciones que se le imputan y que tiene como consecuencia la exhibición de un cínico desdén a los problemas estructurales verdaderos que enfrentan las mujeres en la esfera política y en la sociedad en general.

En última instancia, este caso nos lleva a reflexionar sobre lo que realmente implica el feminismo verdadero. Como señala la activista Rebecca Solnit, "el feminismo genuino busca la justicia y la igualdad de género, no la superioridad o la victimización". Así, sería conveniente que la señora de Zacatecas sepa que la mayoría de los veracruzanos no le creemos porque el verdadero feminismo no busca excusas para eludir responsabilidades, sino que busca transformar las estructuras de poder y promover un cambio real hacia la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida; que respete las causas de las mujeres que realmente son agraviadas por el machismo violento que llega a expresarse con 11 mujeres asesinadas en este país gobernado por Morena. @lorenapignon_ Diputada federal.

En la lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la esfera pública, el término "violencia política de género" ha cobrado una relevancia fundamental y es muy seria como para andar trivializándola o invocarla con deliberada falsedad. Cuando se habla con rigor, se refiere a cualquier acción u omisión que tenga como resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos políticos y electorales de una persona, basada en su género. Esta forma de violencia puede manifestarse de diversas maneras, desde ataques verbales y difamación hasta amenazas físicas y discriminación sistémica.

Es lamentable que, en ocasiones, personas con influencia pública y aspiraciones políticas utilicen de manera oportunista el discurso de la violencia política de género para eludir responsabilidades y desviar la atención de sus propias acciones. En el caso específico de la candidata a gobernadora de Veracruz, la acusación de presuntos actos de corrupción y la posterior declaración de ser víctima de violencia política de género parecen ser un intento desesperado por evadir la rendición de cuentas y manipular la percepción pública en su favor.

La instrumentalización de la violencia política de género en situaciones donde no aplica, socava los esfuerzos legítimos por combatir la discriminación de género y perpetúa estereotipos dañinos sobre la vulnerabilidad de las mujeres en el ámbito político. Colectivos feministas del estado de Veracruz, desvinculados de cualquier interés partidista, han expresado su repudio ante esta táctica, considerándola una grosería y un despropósito, por decir lo menos.

¿Qué características definen a una falsa feminista que recurre a este tipo de estrategias? Desde el punto de vista psicológico, la falsa víctima de violencia política de género, puede estar motivada por el miedo a la pérdida de poder (en este caso ante la inminente derrota en la próxima elección) o prestigio (el que le queda o el que le creen sus devotos partidarios que no admiten razones por encontrarse obnubilados), así como por el deseo de preservar su imagen pública a toda costa (la que cree tener). La falsa feminista puede presentarse como defensora de los derechos de las mujeres mientras ignora o perpetúa las desigualdades de género en su propio entorno.

La conclusión es clara: el uso indebido del argumento de la violencia política de género por parte de una figura pública, especialmente en un estado como Veracruz con altos niveles de violencia machista, no solo es reprobable, sino que también tiene graves consecuencias porque lastima y deshonra la causa de las verdaderas feministas y de todas las mujeres que aún no han encontrado la asistencia institucional para exhibir a sus agresores y que éstos sean castigados. Los veracruzanos no se van con la finta de la falsa víctima que tiene un proceso abierto ante la Fiscalía General de la República por un presunto enriquecimiento ilícito, que se dice agredida pero sólo para sólo para desviar la atención de las acusaciones que se le imputan y que tiene como consecuencia la exhibición de un cínico desdén a los problemas estructurales verdaderos que enfrentan las mujeres en la esfera política y en la sociedad en general.

En última instancia, este caso nos lleva a reflexionar sobre lo que realmente implica el feminismo verdadero. Como señala la activista Rebecca Solnit, "el feminismo genuino busca la justicia y la igualdad de género, no la superioridad o la victimización". Así, sería conveniente que la señora de Zacatecas sepa que la mayoría de los veracruzanos no le creemos porque el verdadero feminismo no busca excusas para eludir responsabilidades, sino que busca transformar las estructuras de poder y promover un cambio real hacia la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida; que respete las causas de las mujeres que realmente son agraviadas por el machismo violento que llega a expresarse con 11 mujeres asesinadas en este país gobernado por Morena. @lorenapignon_ Diputada federal.