Este próximo 12 de diciembre se cumplen 492 años de la estampación de la imagen de la Virgen en la manta de Juan Diego y, desde entonces, ella misma anima, cuida, acompaña e intercede por la nación mexicana, en la que ha querido quedarse.
Es toda una fiesta llena de devoción, fe, encanto y el folclor propio de la cultura que sabe expresar con colores y danzas, lo que hay en el corazón de cada mexicano.
El 12 de diciembre es la fiesta de la unidad, todas las divisiones se superan y se configura el bello rostro de un pueblo que sabe acudir donde su Madre para agradecer y dejar en sus manos las necesidades de cada corazón. No hay un sólo mexicano que se sienta al margen, es una celebración que canta y festeja con la unidad.
Pero, la fiesta de la Guadalupana sigue siendo un compromiso. No se comprende volcarse en tono de fiesta un rato y un día para olvidarse de ello el resto del año. Así como lo propio del 12 de diciembre es salir al encuentro de una Madre singular que llena de ternura, del mismo modo, cada uno siente el llamado a salir al encuentro de los demás para llenarlos de la ternura que tanta falta le hace a México.
Ahora que asaltan innumerables temores por tantas situaciones dramáticas que se enfrentan como nación ella vuelve a motivar en sus dulces palabras de madre. “Es poco lo que te asusta, recuerda que yo estoy aquí, y yo soy tu madre”. Ella, la madre tierna y amorosa no deja de desplegar en favor de todos.