/ jueves 8 de julio de 2021

Los antivacunas

La vacunación contra el Covid va a un ritmo muy lento, considerando que apenas están vacunando a los adultos de 40-50 años; faltarían los adultos de 20 a 40 años y los niños, como para hacer más seguro el retorno presencial en las escuelas, dado que a pesar de todos los cuidados que se tengan, esos adultos jóvenes son los padres de los niños que asisten al kínder y primaria y que pueden ser enfermos asintomáticos, además sería muy difícil evitar que los niños jueguen y convivan en las aulas manteniendo el cubrebocas.

Recordando un poco la historia, muchas enfermedades que eran mortales hasta el siglo XVII, se empezaron a controlar y hasta erradicar gracias a las vacunas, así James Phipps y Eduard Jenner controlaron la viruela con su vacuna en 1796, la vacuna antituberculosa la trajo a México el doctor Eduardo Ocaranza, en 1931; Jonas Salk desarrolló en 1952 la vacuna inyectable contra la poliomielitis y en 1962 se empezó a usar la Sabin en forma oral. Aparecieron en ese tiempo las vacunas contra el tétanos, difteria y tosferina, siendo hasta los años setenta del siglo pasado que se elaboró la vacuna contra el sarampión, a la que se añadió más tarde la de la rubeola y parotiditis; de ahí en adelante han aparecido diversas vacunas de uso común y prácticamente obligadas para los niños registradas en la cartilla nacional de vacunación, creada por el doctor Jesús Kumate, infectólogo del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”. Gracias a ellos y muchos investigadores es que actualmente muchas de esas enfermedades, con frecuencia mortales, están controladas y otras erradicadas, como la viruela. Volviendo al SARS CoV-2, he escuchado a muchas personas que no se pusieron ni se pondrán la vacuna antiCovid, con lo que se ponen en riesgo y arriesgan a la población. Asimismo, hay grupos llamados antivacunas, que no les aplican ninguna vacuna de las regulares en la cartilla a sus hijos, argumentando un sinnúmero de pretextos absurdos y sin razón científica, entre ellos y el más popular es que causan autismo, lo cual ha sido ampliamente demostrado como una falsedad imaginada por un pseudomédico, al que por cierto se le retiró la licencia para ejercer.

Lo grave de esos grupos es que enfermedades como el sarampión y la poliomielitis, que ya estaban prácticamente erradicadas en gran parte del mundo, están volviendo a aparecer con más virulencia y han empezando a cobrar vidas de niños, amenazando con extenderse. Hay países que están tomando medidas radicales de obligar las vacunas, so pena de castigo a los padres irresponsables, medida que debería adoptarse en todo el mundo, en beneficio de la salud pública, a fin de evitar que dichas enfermedades se propaguen y suframos de otras epidemias tan agresivas y mortales, como la que estamos viviendo en la actualidad.

La única manera de evitar que esas enfermedades vuelvan es vacunándose y ahora la vacuna antiCovid, al igual que la de la influenza, habrá de ser anual.

La vacunación contra el Covid va a un ritmo muy lento, considerando que apenas están vacunando a los adultos de 40-50 años; faltarían los adultos de 20 a 40 años y los niños, como para hacer más seguro el retorno presencial en las escuelas, dado que a pesar de todos los cuidados que se tengan, esos adultos jóvenes son los padres de los niños que asisten al kínder y primaria y que pueden ser enfermos asintomáticos, además sería muy difícil evitar que los niños jueguen y convivan en las aulas manteniendo el cubrebocas.

Recordando un poco la historia, muchas enfermedades que eran mortales hasta el siglo XVII, se empezaron a controlar y hasta erradicar gracias a las vacunas, así James Phipps y Eduard Jenner controlaron la viruela con su vacuna en 1796, la vacuna antituberculosa la trajo a México el doctor Eduardo Ocaranza, en 1931; Jonas Salk desarrolló en 1952 la vacuna inyectable contra la poliomielitis y en 1962 se empezó a usar la Sabin en forma oral. Aparecieron en ese tiempo las vacunas contra el tétanos, difteria y tosferina, siendo hasta los años setenta del siglo pasado que se elaboró la vacuna contra el sarampión, a la que se añadió más tarde la de la rubeola y parotiditis; de ahí en adelante han aparecido diversas vacunas de uso común y prácticamente obligadas para los niños registradas en la cartilla nacional de vacunación, creada por el doctor Jesús Kumate, infectólogo del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”. Gracias a ellos y muchos investigadores es que actualmente muchas de esas enfermedades, con frecuencia mortales, están controladas y otras erradicadas, como la viruela. Volviendo al SARS CoV-2, he escuchado a muchas personas que no se pusieron ni se pondrán la vacuna antiCovid, con lo que se ponen en riesgo y arriesgan a la población. Asimismo, hay grupos llamados antivacunas, que no les aplican ninguna vacuna de las regulares en la cartilla a sus hijos, argumentando un sinnúmero de pretextos absurdos y sin razón científica, entre ellos y el más popular es que causan autismo, lo cual ha sido ampliamente demostrado como una falsedad imaginada por un pseudomédico, al que por cierto se le retiró la licencia para ejercer.

Lo grave de esos grupos es que enfermedades como el sarampión y la poliomielitis, que ya estaban prácticamente erradicadas en gran parte del mundo, están volviendo a aparecer con más virulencia y han empezando a cobrar vidas de niños, amenazando con extenderse. Hay países que están tomando medidas radicales de obligar las vacunas, so pena de castigo a los padres irresponsables, medida que debería adoptarse en todo el mundo, en beneficio de la salud pública, a fin de evitar que dichas enfermedades se propaguen y suframos de otras epidemias tan agresivas y mortales, como la que estamos viviendo en la actualidad.

La única manera de evitar que esas enfermedades vuelvan es vacunándose y ahora la vacuna antiCovid, al igual que la de la influenza, habrá de ser anual.