/ miércoles 1 de septiembre de 2021

Urgen los compromisos

Estimado lector, debemos tomar en cuenta que la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador de "combatir la corrupción" se ha convertido en "combate a la corrupción para combatir a la oposición". Todo mandatario elegido democráticamente en el mundo propone, asegura, promete, jura que su administración va a "combatir la corrupción".

Todos y todas. Y el impacto electoral de esta recurrente promesa, en parte depende de la credibilidad del que promete la corrupción de sus oponentes.

El candidato AMLO durante la campaña tenía credibilidad y la oposición no tenía credibilidad, ni la autoridad moral para denunciarlo.

La persecución de los "peces gordos" es un incentivo para que los pececitos del gobierno se desistan de actos corruptos. Pero la realidad es que, y a pesar de toda la credibilidad que cuenta el presidente en este momento, su estrategia de "combate a la corrupción para controlar a la oposición" será su talón de Aquiles.

Uno podría pensar que la corrupción florece dentro de la 4T, ya que no se han fortalecido los mecanismos que requieren las mejores prácticas alrededor del mundo, que incluye incrementar la transparencia, pesos y contrapesos, y la persecución administrativa y penal de funcionarios, exfuncionarios, aliados y familiares.

La estrategia del "tlatoani ordena" no es una estrategia anticorrupción, de un líder demócrata que construye instituciones que promueven transparencia, pesos y contrapesos.

La otra forma de entender el peligro para las democracias es la estrategia "la corrupción es una amenaza a la seguridad nacional". Hace unos 5 años, el gobierno de Estados Unidos hizo un llamado para entender cómo se debilitaban los gobiernos democráticamente electos debido a la corrupción.

En mayo 2016, en una conferencia internacional para discutir cómo combatir la corrupción, el entonces secretario de Estado, John Kerry, subrayó que "la corrupción en general es un enemigo tan grande” porque destruyen naciones-estados, como algunos de los extremistas contra los que estamos luchando o algunos de los otros desafíos a los que nos hemos enfrentado. Y pone sobre la mesa la importancia de considerar la corrupción como una amenaza a la seguridad nacional de países democráticos.

Hace un mes, el actual presidente de los Estados Unidos confirma, ratifica la preocupación por la amenaza que representa la corrupción. En un memorándum firmado por Joe Biden, el 3 de junio, "ordena que la lucha en contra de la corrupción será un objetivo fundamental de los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos". En este memorándum establece que "la corrupción corroe la confianza pública; obstaculiza la gobernanza eficaz; distorsiona los mercados y el acceso equitativo a los servicios; socava los esfuerzos de desarrollo; contribuye a la fragilidad nacional, el extremismo y la migración; y proporciona a los líderes autoritarios un medio para socavar las democracias en todo el mundo".

Cuando los líderes roban a los ciudadanos de sus naciones o los oligarcas el Estado de derecho, el crecimiento económico se desacelera, la desigualdad aumenta y la confianza en el gobierno se desploma. "

La corrupción amenaza la seguridad nacional, la equidad económica, los esfuerzos mundiales de lucha contra la pobreza y el desarrollo, y la democracia misma. Pero al prevenir y contrarrestar eficazmente la corrupción y demostrar las ventajas de una gobernanza transparente y responsable, podemos asegurar una ventaja fundamental para Estados Unidos y otras democracias. Estoy convencido, aquí las palabras clave para el gobierno de México y los futuros gobernantes y candidatos son "gobernanza transparente y responsable".

Estimado lector, debemos tomar en cuenta que la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador de "combatir la corrupción" se ha convertido en "combate a la corrupción para combatir a la oposición". Todo mandatario elegido democráticamente en el mundo propone, asegura, promete, jura que su administración va a "combatir la corrupción".

Todos y todas. Y el impacto electoral de esta recurrente promesa, en parte depende de la credibilidad del que promete la corrupción de sus oponentes.

El candidato AMLO durante la campaña tenía credibilidad y la oposición no tenía credibilidad, ni la autoridad moral para denunciarlo.

La persecución de los "peces gordos" es un incentivo para que los pececitos del gobierno se desistan de actos corruptos. Pero la realidad es que, y a pesar de toda la credibilidad que cuenta el presidente en este momento, su estrategia de "combate a la corrupción para controlar a la oposición" será su talón de Aquiles.

Uno podría pensar que la corrupción florece dentro de la 4T, ya que no se han fortalecido los mecanismos que requieren las mejores prácticas alrededor del mundo, que incluye incrementar la transparencia, pesos y contrapesos, y la persecución administrativa y penal de funcionarios, exfuncionarios, aliados y familiares.

La estrategia del "tlatoani ordena" no es una estrategia anticorrupción, de un líder demócrata que construye instituciones que promueven transparencia, pesos y contrapesos.

La otra forma de entender el peligro para las democracias es la estrategia "la corrupción es una amenaza a la seguridad nacional". Hace unos 5 años, el gobierno de Estados Unidos hizo un llamado para entender cómo se debilitaban los gobiernos democráticamente electos debido a la corrupción.

En mayo 2016, en una conferencia internacional para discutir cómo combatir la corrupción, el entonces secretario de Estado, John Kerry, subrayó que "la corrupción en general es un enemigo tan grande” porque destruyen naciones-estados, como algunos de los extremistas contra los que estamos luchando o algunos de los otros desafíos a los que nos hemos enfrentado. Y pone sobre la mesa la importancia de considerar la corrupción como una amenaza a la seguridad nacional de países democráticos.

Hace un mes, el actual presidente de los Estados Unidos confirma, ratifica la preocupación por la amenaza que representa la corrupción. En un memorándum firmado por Joe Biden, el 3 de junio, "ordena que la lucha en contra de la corrupción será un objetivo fundamental de los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos". En este memorándum establece que "la corrupción corroe la confianza pública; obstaculiza la gobernanza eficaz; distorsiona los mercados y el acceso equitativo a los servicios; socava los esfuerzos de desarrollo; contribuye a la fragilidad nacional, el extremismo y la migración; y proporciona a los líderes autoritarios un medio para socavar las democracias en todo el mundo".

Cuando los líderes roban a los ciudadanos de sus naciones o los oligarcas el Estado de derecho, el crecimiento económico se desacelera, la desigualdad aumenta y la confianza en el gobierno se desploma. "

La corrupción amenaza la seguridad nacional, la equidad económica, los esfuerzos mundiales de lucha contra la pobreza y el desarrollo, y la democracia misma. Pero al prevenir y contrarrestar eficazmente la corrupción y demostrar las ventajas de una gobernanza transparente y responsable, podemos asegurar una ventaja fundamental para Estados Unidos y otras democracias. Estoy convencido, aquí las palabras clave para el gobierno de México y los futuros gobernantes y candidatos son "gobernanza transparente y responsable".