Cuando un partido por si solo es capaz de acumular tal cantidad de triunfos que le permiten lograr mayoría en la Legislatura y un apabullante número de alcaldías, entre ellas las principales, los aliados pueden convertirse en incómodos.

Esto es lo que pasa en Veracruz con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el del Trabajo (PT), pues sin ellos Morena de todas formas dominaría en la geografía política veracruzana.

Tan es así que sus representantes si bien en esta época del año el solo cada vez sale más esporádico, ellos empezaron a sentir frío apenas pasadas las exitosas elecciones para Morena y a estas alturas están congelados.

Jorge Carvallo, quien manda en el Verde en Veracruz, que se sepa no tiene interlocución con el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y mucho menos acceso a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, a quien muchos ven desde ahora, con seguridad, como la sucesora de Cuitláhuac.

Javier Herrera Borunda literalmente de última hora se quedó sin la diputación federal plurinominal, que le habría servido para el propósito de ir pavimentado el camino para el regreso de los Herrera a la gubernatura.

Marcelo Ruiz, quien oficialmente representaba al PVEM en Veracruz, se quedó sin la diputación local plurinominal que ya tenía en sus manos.

Alberto Silva se quedó sin la alcaldía de Tuxpan, por más que le echó ganas a la campaña y peleó en los tribunales, aunque a él por lo menos lo rescató su amigo el exgobernador de Chiapas, ahora senador y quien controla al Partido Verde a nivel nacional, Manuel Velasco Coello. Lo enviaron al nuevo gobierno estatal de San Luis Potosí, a algo así como director de Compras.

Por eso, ahora a los del PVEM de Veracruz se les mira jugando en la cancha de otro actor del morenismo, ajeno a los intereses de Cuitláhuac y Nahle.

En un ámbito relacionado pero a otro nivel los que se sostienen son los Murat de Oaxaca, quienes tienen gran influencia en el Partido Verde.

No debe perderse de vista el destape que hace unas semanas hizo el gobernador oaxaqueño Alejandro Murat Hinojosa de Rocío Nahle.

Ese hecho destaca no solo por el mensaje a favor de la secretaria de Energía, sino por quien pidió hacer eso y porque esa persona deliberadamente quiso involucrar a los Murat: Alejandro, quien es gobernador por el PRI, y José, exgobernador y papá de Alejandro, con influencia en el Verde, no solo en tierras oaxaqueñas, sino en otros lugares, como Veracruz.

A quienes se les haya olvidado les recordamos lo mucho que tuvo que ver Murat padre en la sucesión de Miguel Alemán Velazco, cuando éste ya había decidido favorecer a Tomás Ruiz González y en las mismas andaba el entonces presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI Roberto Madrazo.

Hábil y atrevido como pocos Fidel Herrera jugó sus últimas dos cartas al saber casi perdida la candidatura a gobernador.

Por un lado involucró a un familiar muy cercano a su esposa, con vieja y muy estrecha amistad a Miguel Alemán, para que lo convenciera de que Fidel era el candidato ideal.

Y por otro, consiguió que Murat convenciera a Madrazo de que Fidel era el indicado, dado que Tomás Ruiz había tomado partido a favor de la maestra Elba Esther Gordillo, enemiga a muerte del tabasqueño.

Tomás, que no es veracruzano pero que para ese entonces ya lo era por intervención de aliados que tenían la capacidad para conseguirle la documentación, supo entonces lo ingrata que es la política al caérsele la candidatura del PRI.

Ahora, Alejandro Murat Hinojosa recibió la atenta petición desde las alturas del Movimiento de Regeneración Nacional de destapar a Rocío Nahle, lo que, por lo observado semanas atrás, hizo con gusto o al menos con “profesionalismo” en el puerto de Veracruz en ambiente jarocho al ritmo de jarana y marimba.

¿Alguien creerá que lo hizo por iniciativa propia, es decir, en un arranque de locura o que si hubiera sido un actor mediano el que le pidió hacer eso, el gobernador oaxaqueño lo hubiera realizado a sabiendas de que estaba interviniendo en asuntos políticos de suma importancia de otro estado?

A quienes están con opciones diferentes a ese grupo de Morena solo les resta esperar que ocurra un milagro y las circunstancias cambien, lo cual se ve muy pero muy difícil que ocurra, aunque no imposible, pues ya ve que se dice que los milagros existen.

Si el Cruz Azul pudo ganar el campeonato luego de 23 años en México muchas cosas más pueden ocurrir.