/ martes 9 de enero de 2024

¿Y la zacatecana no tiene responsabilidad?

La respuesta simplista para desestimar cualquier tipo de responsabilidad de un gobernante procedente del partido Morena, es decir que un problema o situación crítica no es su culpa, porque proviene de elementos externos a su jurisdicción o es herencia del pasado.

En esa lógica, ayer se dio a conocer que en el estado de Veracruz, el robo a gasoductos durante el 2023 se incrementó en un 162% en relación con el año previo. Esta cifra significa que en nuestra entidad se concentra el 40% del robo conocido coloquialmente como “gaschicol”.

En la lógica distorsionada del clásico deslinde de esa ficción autodenominada “4T”, se utilizó el término "efecto cucaracha", mismo se utiliza en diversos contextos para referirse a la propagación o difusión rápida de un problema, situación o fenómeno, similar a la forma en que las cucarachas se dispersan rápidamente cuando se enciende la luz en una habitación.

En general, el efecto cucaracha implica que, una vez que un problema o situación se presenta en un lugar, tiende a extenderse rápidamente a otras áreas o contextos.

Este término se puede aplicar a diferentes situaciones, como la propagación de un rumor, la expansión de un fenómeno negativo o la rápida difusión de un comportamiento no deseado. La idea central es que, al igual que las cucarachas que se dispersan en diferentes direcciones cuando se les expone, un problema o situación puede tener un impacto rápido y extenderse de manera impredecible.

En resumen, la metáfora de la fauna nociva alude a que antes el estado de Puebla tenía los mayores índices de “gaschicol”, pero como ahí se tomaron estrictas medidas de seguridad y operación, entonces los maleantes “huyeron” para operar con mayor libertad en Veracruz.

Esa confesión produce una paradoja en la narrativa de la 4T: el gobernador morenista de Puebla, Salomón Céspedes, le agradece a la entonces secretaria del ramo federal de Energía que se hayan tomado todas las previsiones de seguridad para que en Puebla no ocurra una tragedia como la acontecida en Tlahuelilpan al inicio del sexenio.

En contraste, el gobernador morenista de Veracruz, de manera implícita, sin advertirlo él mismo, le reprocha a la entonces responsable del sector energético federal que no haya tomado las medidas necesarias para que el problema poblano no se extendiera a nuestro territorio.

La Ley Orgánica de la Administración Pública Federal en su artículo 33, establece todas las atribuciones correspondientes a la Secretaría de Energía, en donde se puede sintetizar que independiente a la participación de otras instancias gubernamentales como CFE y Pemex, en esta instancia del gobierno federal se concentra la más elevada responsabilidad sobre todos los recursos energéticos y la infraestructura estratégica energética.

Es claro que en el hecho de eliminar el robo en los gasoductos que cruzan el territorio poblano, participaron tanto profesionales y técnicos especializados en seguridad industrial como elementos de corporaciones de seguridad pública y hasta se contó con la asesoría del Centro Nacional de Inteligencia para ubicar el modus operandi del saqueo y las regiones críticas.

Pero aquí la pregunta razonable es, si Rocío Nahle era la garante principal de la infraestructura energética del país y no tenía rubor en admitir que quería ser gobernadora, ¿por qué pidió auxilio para sanear a Puebla, pero no quiso tomar medidas para que en nuestra entidad se diera el “efecto cucaracha”?, ¿por qué fue omisa y ahora tiene latente un nuevo Tlahuelilpan en Veracruz?

Seguramente jamás pensó que el gobernador le reprocharía “sin querer” su mal desempeño en el gobierno federal. Por cierto, está visto que en Veracruz, a los malos funcionarios se les abuchea y seguro se les castigará en las urnas.

Diputada federal. PRI

@lorenapignon

La respuesta simplista para desestimar cualquier tipo de responsabilidad de un gobernante procedente del partido Morena, es decir que un problema o situación crítica no es su culpa, porque proviene de elementos externos a su jurisdicción o es herencia del pasado.

En esa lógica, ayer se dio a conocer que en el estado de Veracruz, el robo a gasoductos durante el 2023 se incrementó en un 162% en relación con el año previo. Esta cifra significa que en nuestra entidad se concentra el 40% del robo conocido coloquialmente como “gaschicol”.

En la lógica distorsionada del clásico deslinde de esa ficción autodenominada “4T”, se utilizó el término "efecto cucaracha", mismo se utiliza en diversos contextos para referirse a la propagación o difusión rápida de un problema, situación o fenómeno, similar a la forma en que las cucarachas se dispersan rápidamente cuando se enciende la luz en una habitación.

En general, el efecto cucaracha implica que, una vez que un problema o situación se presenta en un lugar, tiende a extenderse rápidamente a otras áreas o contextos.

Este término se puede aplicar a diferentes situaciones, como la propagación de un rumor, la expansión de un fenómeno negativo o la rápida difusión de un comportamiento no deseado. La idea central es que, al igual que las cucarachas que se dispersan en diferentes direcciones cuando se les expone, un problema o situación puede tener un impacto rápido y extenderse de manera impredecible.

En resumen, la metáfora de la fauna nociva alude a que antes el estado de Puebla tenía los mayores índices de “gaschicol”, pero como ahí se tomaron estrictas medidas de seguridad y operación, entonces los maleantes “huyeron” para operar con mayor libertad en Veracruz.

Esa confesión produce una paradoja en la narrativa de la 4T: el gobernador morenista de Puebla, Salomón Céspedes, le agradece a la entonces secretaria del ramo federal de Energía que se hayan tomado todas las previsiones de seguridad para que en Puebla no ocurra una tragedia como la acontecida en Tlahuelilpan al inicio del sexenio.

En contraste, el gobernador morenista de Veracruz, de manera implícita, sin advertirlo él mismo, le reprocha a la entonces responsable del sector energético federal que no haya tomado las medidas necesarias para que el problema poblano no se extendiera a nuestro territorio.

La Ley Orgánica de la Administración Pública Federal en su artículo 33, establece todas las atribuciones correspondientes a la Secretaría de Energía, en donde se puede sintetizar que independiente a la participación de otras instancias gubernamentales como CFE y Pemex, en esta instancia del gobierno federal se concentra la más elevada responsabilidad sobre todos los recursos energéticos y la infraestructura estratégica energética.

Es claro que en el hecho de eliminar el robo en los gasoductos que cruzan el territorio poblano, participaron tanto profesionales y técnicos especializados en seguridad industrial como elementos de corporaciones de seguridad pública y hasta se contó con la asesoría del Centro Nacional de Inteligencia para ubicar el modus operandi del saqueo y las regiones críticas.

Pero aquí la pregunta razonable es, si Rocío Nahle era la garante principal de la infraestructura energética del país y no tenía rubor en admitir que quería ser gobernadora, ¿por qué pidió auxilio para sanear a Puebla, pero no quiso tomar medidas para que en nuestra entidad se diera el “efecto cucaracha”?, ¿por qué fue omisa y ahora tiene latente un nuevo Tlahuelilpan en Veracruz?

Seguramente jamás pensó que el gobernador le reprocharía “sin querer” su mal desempeño en el gobierno federal. Por cierto, está visto que en Veracruz, a los malos funcionarios se les abuchea y seguro se les castigará en las urnas.

Diputada federal. PRI

@lorenapignon