A un día de su fallecimiento, Alberto Espejo Gutiérrez, quien fuera catedrático en la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana, fue recordado por académicos y exalumnos en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades.
“Adiós al ‘rockstar’ de camisa arremangada, pantalones ajustados y gafas Ray-Ban. Adiós al maestro excéntrico, extravagante y temperamental, a quien lo mismo despertaba temor en algunos que admiración y respeto en otros”, se escuchó en la emotiva despedida.
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¿Quién era Alberto Espejo Gutiérrez?
Espejo, el maestro Espejo, falleció a los 77 años de edad el 13 de abril en Xalapa, la ciudad que lo acogió desde la década de los 70 cuando dejó su natal Argentina, el país de quien siempre le dolieron su hermana y la dictadura, rememoró consternada la maestra Monserrat Zúñiga.
Antes de hablar hubo un minuto de silencio para honrar la memoria del gramático y lingüista, de quien muchos dijeron tener en mente su imagen frente al pizarrón con extensos análisis sintácticos y morfológicos de una oración o citando a Chomsky o Saussure.
Monserrat Zúñiga recordó al hombre enjundioso, dispuesto a hacer siempre grandes cosas; al géminis nacido en junio autor de cuatro libros que quedan como muestra de su amor a la cultura y narración oral veracruzanas.
Del trabajo escrito del investigador convocó a no olvidar Malacatonche e Historias, cuentos y leyendas de Xalapa, este último libro descrito como un rescate de la literatura popular que aporta referencias que son parte de la colectividad.
En su intervención, la maestra Mercedes Lozano compartió que a su llegada a Letras, a Alberto Espejo se le veía como un hombre con mucha energía y una imagen solemne y magistral. Se le amaba u odiaba.
“Llegaba impecablemente. Lo recuerdo con su traje azul, aunque luego se volvió pandroso, como todos en Letras”, dijo para despertar la risa de los presentes y enfatizar que sí, era duro, estricto, cruel, pero también tenía un buen sentido del humor. Habló de cuando fue su alumna y luego de presentar el primer examen se enfermó del estrés, la angustia y el temor: “Me formó tanto como me asustó”, expresó.
El traductor literario José Miguel Barajas, con la voz entrecortada, lamentó que ya no haya maestro para resolver las dudas, pues lo describió como generoso con quienes se le acercaban y mostraban interés. “A los maestros nos queda seguir preparándonos para estar a la altura de ese gran magisterio”, puntualizó.
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¿Cómo lo despidieron amigos y familiares?
Además de lo sucedido en Humanidades, el lugar donde Alberto Espejo se desempeñó profesionalmente durante 30 años, en redes sociales no han parado los mensajes de despedida, las anécdotas, las experiencias compartidas y las esquelas de distintas instituciones.
El escritor Carlos Manuel Cruz Meza escribió: “Alberto era duro, arrogante, despiadado, aunque reconozco que también era justo. Sabía mucho sobre mil y un temas relacionados con las materias que impartía, pero sus métodos de enseñanza algo tenían de militarismo y en ocasiones rozaban la crueldad”.
La académica Mayra Ledezma Arronte le deseó buen viaje a las estrellas y compartió cuando juntos hicieron la huelga del 87 en Humanidades: “Siempre inteligente, inquisitivo y sarcástico con acento argentinísimo”.
“A pesar de mí, de mis carencias académicas, de mi ego, de mi resistencia, Alberto Espejo fue del maestro de quien más aprendí en mi querida Facultad de Letras Españolas UV”, apuntó el literato Armando Preciado Vargas.
Sol Fernández también lo recordó como “un hombre verdadero, sin hipocresías, generoso con el conocimiento y honesto, ante todo, honesto y vital. Enemigo de la mediocridad, mecenas para muchas personas con talento, Alberto fue un verdadero amigo”.
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