/ martes 31 de marzo de 2020

Aves y Moras/Alaíde Ventura, lo juvenil, lo contemporáneo

Como caracol, Premio Gran Angular, una novela con escenario xalapeño que habla de los reencuentros y secretos familiares

Quisiera leer a Alaíde en bicicleta. Me explico. Tener la fortaleza que tuve a mis dieciséis para pedalear de arriba abajo por Xalapa, y detenerme en esos espacios chulos que tiene esta ciudad para deleitarte con un libro.

Abrir Como caracol, novela juvenil que escribió Ventura Medina, situada en esta Ciudad de las Flores, y, junto a su protagonista quinceañera, rodar por la calle de las librerías, ese famoso restaurante vegetariano, los lagos con su bullicio y sabores, sus lugares bohemios e intelectuales, los cafés íntimos y ruidosos del centro, o escaparse a Cerro Gordo a comer rico.

Es la mega onda leer una novela que ficciona la ciudad que habitas. Pero no es todo lo que encierra Ventura en Como Caracol -en el título está el verdadero recorrido-, pero, te sigo contando, este libro habla de muchos otros libros, lo cual es increíble, porque si te dejas, esta lectura es una celestina literaria que te puede presentar a otros autores, otras músicas, otros pensadores, otras formas de ser. Aquí se cumple las cláusulas mágicas de que leer es viajar y de que estamos hechas de historias.

Una de tantas referencias literarias es Los detectives salvajes, de Bolaño, historia que hace que la joven protagonista viaje a la CDMX y crezca, porque todo viaje es eso, la posibilidad de ver que el mundo es más ancho y grandioso de lo que crees y estirarte porque cabes más. Sin embargo, es pertinente que ponga una advertencia, no se vaya a creer que todo es miel sobre hojuelas. Este libro, premio Gran Angular, es la historia de una joven que se reencuentra con su abuela materna, y los silencios/secretos familiares van a estar allí presentes todo el tiempo, creando una tensión que seguro no nos será ajena… ¿quién, a cierta edad, no ha temido preguntar directamente sobre algunos temas de la familia? Pareciera que hay cosas de las que no se habla, aunque sea obvio que hay un elefante blanco en la habitación.

Para mí es la historia de una joven, su madre y la madre de ésta, y de cómo nos podemos hacer daño generaciones femeninas aun queriéndonos… y de cómo la vida no da concesiones, porque en medio de este reencuentro tan vital y necesario, agreste, pero a medio pavimentar, viene el olvido y la degradación del cuerpo en forma de Alzheimer, diciendo: quítate que hay te voy.

Prepárate para reflexiones devastadoras sobre lo que implica dejar de ser tú, para percatarte de nuestra gran necedad de dar y pedir perdón, y para comprobar que hay decisiones personales que cambian y trastocan por muchos años a quienes nos rodean. Alaíde nos ha dado una novela para que hablemos de lo que nos duele y para hacernos las preguntas importantes, quién soy, qué quiero y a quiénes quiero y por qué. Es una novela juvenil, para la joven que llevamos adentro, esa adolescente a la que le hizo falta un abrazo para comprender el mundo.

De verdad, a las adultas nos hace falta leer más novela juvenil, sin ningún ápice de desdeño o de estar ante literatura menor, porque no hay nada más gigante que lo universal, lo que nos habla del ser parte de la humanidad. Y debemos tener más lecturas en común las unas con las otras. Además, tiene muchos personajes que se encajan en el corazón lector, que nos caen bien, nos hacen reír, nos parecen deleznables, antipáticos o imprescindibles.

Quisiera andar en bicicleta por mi ciudad, con la confianza de que no me va a pasar nada, pero estos son otros tiempos, y yo, definitivamente soy otra, pero sí creo que, contagiando la lectura, proponiendo a Xalapa como ciudad que lee, en una de esas, nuestras jóvenes pueden volver a apropiarse de esta ciudad y andar en bicicleta. No lo parece, pero leer Como Caracol abona al bienestar de todas, porque vamos a querer hablar, diluir los silencios/secretos familiares, y apropiarnos de nuestro espacio, nuestro cuerpo y nuestra comunidad, e incluso planear una vida plena cuando seamos adultas mayores. Porque la vida es, a fin de cuentas, como un caracol.

Si lees esta recomendación, seguro te vendrá muy bien saltar a Los rotos, Premio Mauricio Achar, Literatura Random House 2019, donde Alaíde nos presenta otra historia de lo familiar, la violencia doméstica, el silencio filial, las culpas y el tremendo álbum fotográfico que al carecer de álbum físico hace que todo sea un instante, un amasijo casi poético, para repasar las culpas, los dolores, las envidias y el malquerer (todo fragmentado) de una joven que, simplemente, sabe que los que andan rotos, se encuentran para formar un triste gremio, donde, una vez más, cabemos muchas. Estas dos lecturas se complementan y una como lectora, sale fortalecida y con una visión más certera de haber leído dos historias vigentes que no sabíamos que necesitábamos leer.

*Visita Aves y Moras para más promoción de la lectura.

Quisiera leer a Alaíde en bicicleta. Me explico. Tener la fortaleza que tuve a mis dieciséis para pedalear de arriba abajo por Xalapa, y detenerme en esos espacios chulos que tiene esta ciudad para deleitarte con un libro.

Abrir Como caracol, novela juvenil que escribió Ventura Medina, situada en esta Ciudad de las Flores, y, junto a su protagonista quinceañera, rodar por la calle de las librerías, ese famoso restaurante vegetariano, los lagos con su bullicio y sabores, sus lugares bohemios e intelectuales, los cafés íntimos y ruidosos del centro, o escaparse a Cerro Gordo a comer rico.

Es la mega onda leer una novela que ficciona la ciudad que habitas. Pero no es todo lo que encierra Ventura en Como Caracol -en el título está el verdadero recorrido-, pero, te sigo contando, este libro habla de muchos otros libros, lo cual es increíble, porque si te dejas, esta lectura es una celestina literaria que te puede presentar a otros autores, otras músicas, otros pensadores, otras formas de ser. Aquí se cumple las cláusulas mágicas de que leer es viajar y de que estamos hechas de historias.

Una de tantas referencias literarias es Los detectives salvajes, de Bolaño, historia que hace que la joven protagonista viaje a la CDMX y crezca, porque todo viaje es eso, la posibilidad de ver que el mundo es más ancho y grandioso de lo que crees y estirarte porque cabes más. Sin embargo, es pertinente que ponga una advertencia, no se vaya a creer que todo es miel sobre hojuelas. Este libro, premio Gran Angular, es la historia de una joven que se reencuentra con su abuela materna, y los silencios/secretos familiares van a estar allí presentes todo el tiempo, creando una tensión que seguro no nos será ajena… ¿quién, a cierta edad, no ha temido preguntar directamente sobre algunos temas de la familia? Pareciera que hay cosas de las que no se habla, aunque sea obvio que hay un elefante blanco en la habitación.

Para mí es la historia de una joven, su madre y la madre de ésta, y de cómo nos podemos hacer daño generaciones femeninas aun queriéndonos… y de cómo la vida no da concesiones, porque en medio de este reencuentro tan vital y necesario, agreste, pero a medio pavimentar, viene el olvido y la degradación del cuerpo en forma de Alzheimer, diciendo: quítate que hay te voy.

Prepárate para reflexiones devastadoras sobre lo que implica dejar de ser tú, para percatarte de nuestra gran necedad de dar y pedir perdón, y para comprobar que hay decisiones personales que cambian y trastocan por muchos años a quienes nos rodean. Alaíde nos ha dado una novela para que hablemos de lo que nos duele y para hacernos las preguntas importantes, quién soy, qué quiero y a quiénes quiero y por qué. Es una novela juvenil, para la joven que llevamos adentro, esa adolescente a la que le hizo falta un abrazo para comprender el mundo.

De verdad, a las adultas nos hace falta leer más novela juvenil, sin ningún ápice de desdeño o de estar ante literatura menor, porque no hay nada más gigante que lo universal, lo que nos habla del ser parte de la humanidad. Y debemos tener más lecturas en común las unas con las otras. Además, tiene muchos personajes que se encajan en el corazón lector, que nos caen bien, nos hacen reír, nos parecen deleznables, antipáticos o imprescindibles.

Quisiera andar en bicicleta por mi ciudad, con la confianza de que no me va a pasar nada, pero estos son otros tiempos, y yo, definitivamente soy otra, pero sí creo que, contagiando la lectura, proponiendo a Xalapa como ciudad que lee, en una de esas, nuestras jóvenes pueden volver a apropiarse de esta ciudad y andar en bicicleta. No lo parece, pero leer Como Caracol abona al bienestar de todas, porque vamos a querer hablar, diluir los silencios/secretos familiares, y apropiarnos de nuestro espacio, nuestro cuerpo y nuestra comunidad, e incluso planear una vida plena cuando seamos adultas mayores. Porque la vida es, a fin de cuentas, como un caracol.

Si lees esta recomendación, seguro te vendrá muy bien saltar a Los rotos, Premio Mauricio Achar, Literatura Random House 2019, donde Alaíde nos presenta otra historia de lo familiar, la violencia doméstica, el silencio filial, las culpas y el tremendo álbum fotográfico que al carecer de álbum físico hace que todo sea un instante, un amasijo casi poético, para repasar las culpas, los dolores, las envidias y el malquerer (todo fragmentado) de una joven que, simplemente, sabe que los que andan rotos, se encuentran para formar un triste gremio, donde, una vez más, cabemos muchas. Estas dos lecturas se complementan y una como lectora, sale fortalecida y con una visión más certera de haber leído dos historias vigentes que no sabíamos que necesitábamos leer.

*Visita Aves y Moras para más promoción de la lectura.

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