Veracruz posee una riqueza cultural impresionante a través de sus sitios arqueológicos, sin embargo, de los 8 mil 200 sitios reportados en el Sistema Único de Registro del Instituto Nacional de Antropología e Historia, solo 4 mil 700 están inscritos, expone la investigadora Virginia Arieta Baizabal.
Aunque aclara que este problema ocurre en todo el país, opina que el estado es más puntual con varias consecuencias negativas: “Al tratarse de hallazgos fortuitos no hay contexto de la pieza y se afecta la salvaguarda del patrimonio arqueológico”.
En su participación en el “Encuentro Universitario Iberoamericano sobre Patrimonio Cultural y Natural”, evidenció que la mayoría de las piezas que están en el Museo de Antropología de Xalapa no tienen contexto, no se sabe de qué tratan, qué fechamiento y qué función tenían.
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La arqueóloga manifiesta la necesidad de ahondar en esta problemática porque, sostiene, “no se valora lo que no se conoce y no se conserva lo que no se valora”.
La salvaguarda, dice, va más allá de la conservación y cuidado, abarca la documentación, la investigación, la formación-conservación y, también, la difusión y la divulgación.
Virginia Arieta habló del “Proyecto Antonio Plaza”, propuesta de vinculación y comunicación pública de la arqueología para la salvaguarda del patrimonio cultural en el sur de Veracruz.
Apunta que el patrimonio cultural se construye, se significa, se resignifica y se le atribuye valores de personas a personas y de sociedad a sociedad. “Esta resignificación tiene que ver con un contexto histórico y sociocultural”.
El proyecto se apoya en dos ejes: la vinculación comunitaria y la comunicación pública de la ciencia, que muchas veces es concebida como divulgación.
Con apoyo del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, desde 2017 desarrolla “Memoria para el futuro”, estrategia para la vinculación que tiene como fin la salvaguarda del patrimonio con el involucramiento de la comunidad.
El caso se centra en la comunidad Antonio Plaza, al sur de Veracruz, en la región olmeca. El protagonista central es “El luchador”, descubierto de manera fortuita en la década de los 30, y otras piezas halladas en los 70.
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La meta es que la comunidad se apropie del conocimiento y promover la salvaguarda del patrimonio arqueológico del sur de la entidad y particularmente de la comunidad de Antonio Plaza.
“La población comparte su conocimiento. Los pobladores deben ser actores participativos lo mismo que los arqueólogos en sus necesidades sociales”.
Apunta que no hay forma de reconstruir el pasado antiguo porque no tienen contexto pero sí pueden reconstruir el pasado reciente.