/ sábado 31 de octubre de 2020

¿Sabes qué comes?, bióloga te hace recomendaciones

Cuando tomamos un producto del supermercado, ¿Qué es lo que estamos eligiendo?, ¿Contamos con la información real sobre su contenido?, ¿Qué nos lleva a consumirlo por sobre otro?

Xalapa, Ver.- Cuando tomamos un producto del supermercado, ¿Qué es lo que estamos eligiendo?, ¿Contamos con la información real sobre su contenido?, ¿Qué nos lleva a consumirlo por sobre otro?

Citlali Aguilera Lira, bióloga y académica del Centro de Ecoalfabetización y Diálogo de Saberes UV, aconseja cuestionarnos por qué ese alimento procesado va ir a dar a nuestro carrito del mandado y si realmente es sano para nosotros y nuestra familia.

De entrada indica que todo producto industrializado, es decir, que viene dentro de un paquete, botella, caja, etcétera, fue sometido a diversos procesos para su conservación, por lo que ya ahí hay una señal a considerar; pero ahora con el nuevo etiquetado en los productos se cuenta con una herramienta más para saber qué contienen.

“El etiquetado en los productos era una deuda que se tenía para con el consumidor mexicano, es decir, una población con obesidad, con diabetes, con sobrepeso, con enfermedades crónicas que, por los datos y cifras de cuántos lo padecen, es ya una epidemia; entonces es una deuda que se trata de saldar, entendiendo que sólo ese etiquetado no resuelve ni resolverá el problema, pero sin duda es uno de los componentes dentro de las soluciones coordinadas que deberá tomar el gobierno y desde las políticas públicas que se tengan qué hacer”, señaló la coordinadora del programa Siembra UV.

INFORMARSE PARA ELEGIR

Alto en sodio, Alto en azúcares, Contiene grasas saturadas, son algunas de las leyendas que contienen ahora los productos que hemos consumido por décadas, muchos de ellos incluso asociados a lo saludable o natural; Aguila Lira nos indica que es complejo dejar de consumir este tipo de alimentos porque hay una sobreexposición a ellos, es decir, tenemos un acceso fácil y cercano a ellos mediante las tiendas de abarrotes, de conveniencia o supermercados, además de una publicidad que bombardea en todo momento y empaques con información engañosa.


“Vemos a un padre que le da a su hijo un yogurth que en la etiqueta dice que tiene forticalcio, que tiene un dinosaurio, que es llamativo, y además le da un cereal que tiene un tigre, que se ve fuerte, que dice que está adicionado…se lo da porque si a mí me están ofreciendo un producto que sé que pasó por normativas, que se que pasó por la Cofepris, que me lo están dando en un almacén de un supermercado, entonces confío en lo que me está diciendo ese producto; pero si lo que me está diciendo es falso, entonces sí es responsabilidad de las autoridades competentes darnos y brindarnos información verídica que no vaya a dañar nuestra salud”, indicó la experta en temas de alimentación sustentable.

Aguilera Lira agrega que por mucho tiempo se ha culpado al consumidor y se le ha dicho que es él quien debe proveerse de una buena cultura alimentaria: “y eso es trasferirle toda la responsabilidad al consumidor cuando realmente se ha visto que es el entorno el que propicia que las personas padezcan obesidad; es por eso que tendríamos que fomentar como sociedad y desde distintos sectores de la población los entornos cardiosaludables, entornos que nos den movilidad”.

ESTILOS DE VIDA

El consumo de productos procesados tienen el punto en común de que están listos o casi listos para comerse, priorizan la rapidez, la instantaneidad, esto empujado, nos dice la académica, por un estilo de vida acelerado.

El ciudadano debe preguntarse hasta qué punto ha sido su decisión llevar ese estilo de vida que le da poco tiempo para comer; suele decirse ‘dime qué comes y te diré cuál es tu estilo de vida’, pero también quién me impone ese estilo de vida, esa comida… creo que una persona que tiene más tiempo para sí misma, para descansar, cultivarse y sobre todo para alimentarse, es aquella que va a propiciar que los productos con que se alimenta sean saludables”, indica Citlali Aguilera.

Explica que la población debe aprender a cuestionarse, a reflexionar sobre su consumo y exigir información veraz: “por pura cuestión de sentido común hay que preguntarse qué impacto va a tener ese producto en mi cuerpo y mi salud; y ver si me estoy dejando llevar por el etiquetado o por los intangibles que me vende.

Los intangibles es cuando, por ejemplo, compro un yoghurt de ciruelapasa porque me dice que me ayudará con mi digestión o ese refresco lo tomaré porque me hará feliz. Hay que preguntarse qué es lo que me está empujando a consumirlo pese a sabe que es dañino”.

Señala que culpabilizar a quienes padecen diabetes u obesidad es no entender el problema de fondo: “revictimizar a una persona que sufre obesidad, hipertensión, diabetes, sobrepeso y hacerla culpable de esa situación es verlo de manera parcial, es un análisis muy corto, cuando éste problema es muy extenso, y donde el gobierno tiene una responsabilidad muy grande al respecto; por eso son importantes las políticas públicas, no es válido revictimizar cuando vivimos en un entorno obesegénico”, es decir, vivimos en un entorno que nos impulsa todo el tiempo a comer comida chatarra y a tener una vida sedentaria.

Aguilera Lira indica que con la pandemia originada por el Covid-19 la población ha comenzado a fijarse en que las enfermedades como la diabetes, hipertensión, obesidad, etc. son un problema que debe atenderse y que es el consumo de productos procesados lo que ha propiciado que estos padecimientos se disparen.

Ante ello, dice que la apuesta es “alimentarnos bien para estar sanos y fortalecer nuestro sistema inmunológico y eso nos lo van a dar los productos locales, porque son frescos; hay que quitarnos esa perspectiva de que lo orgánico, lo saludable, es más caro; con muy poco recurso también podemos tener acceso a alimentos muy saludables, con un fajo de nopalitos, un kilo de tortillas, frijoles, arroz, podemos alimentarnos muy bien”.

Aguilera Lira es conductora del programa la Ensalada UV, donde reflexionan sobre temas de agricultura, alimentación y sustentabilidad todos los martes a las 10 am. por el 90.5 FM Radio UV.

¿Elegimos qué comer?

Obesidad, sobrepeso, diabetes, hipertensión son enfermedades que van ligadas a la mala alimentación. Es decir, pareciera que no sabemos comer.

¿Sin embargo qué impulsa a una persona a tomar del estante del supermercado un producto chatarra o una bebida azucarada?, ¿el simple gusto?, ¿la convicción de que su salud no importa o de que el producto no lo daña?

Foto: Arantxa Arcos | Diario de Xalapa


Se nos ha vendido la idea de que uno elige libremente y que por ende somos responsables directos de lo que comemos y cómo dañamos a nuestro organismo; podemos decidir no tomar ese refresco, no abrir ese postre… En teoría sí. Sin embargo todos los días somos bombardeados por mensajes publicitarios que nos dicen qué consumir: anuncios en la televisión, la radio, redes sociales, espectaculares en la calle, carteles en el transporte público… además está el contenido del mensaje: no nos venden frituras, refrescos o postres, lo que nos venden es la posibilidad de sentirse feliz, de ser exitosos, de tener amigos, de ser más atractivos.

Vivimos en un sistema que nos anima a consumir para ser, para encajar, para escapar de la realidad; y dentro de este consumo los alimentos que se nos ponen a disposición obedecen al principio mercantil de producir más con menos, de ganar más con menos; y entonces tenemos alimentos ultraprocesados baratos, al alcance, pero con cero nutrimentos cuyo consumo daña a la salud.

La modificación a la Ley de Salud que obliga a las empresas a colocar una etiqueta que diga si el producto sobrepasa azúcares, grasas trans, etcétera, ha evidenciado que incluso aquellos alimentos que creíamos eran “saludables” o “naturales” no lo son, sacando a la luz (o confirmando) que los mexicanos llevamos décadas comiendo alimentos dañinos. Nos debían información para poder decidir de verdad.

Esto es sólo una muestra de, principalmente, dos cosas: la primera es que conocer y saber son la única forma de poder tomar mejores decisiones; una población informada, con las herramientas para comparar, tendrá más posibilidades de reflexionar y elegir no entre comprar uno u otro producto procesado, si no incluso de elegir no consumirlo y voltear la mirada a lo orgánico; ir al mercadito, al tianguis o con la señora que vende en las esquinas su cosecha. Y en segundo término que como parte de un sistema económico que privilegia al mercado, la población es desechable, sólo es objeto de consumo.

Comer también es político. Podemos elegir, sí. Pero conscientemente. Para ello es necesario hacer comunidad, tejer redes, incidir en nuestro núcleo de interacción diaria; revelarse también es apostar por nuestra salud, dejar de consumir procesados y evidenciar la falta de ética y responsabilidad de las empresas y a quienes permiten que todos los días estén a nuestro alcance.

Xalapa, Ver.- Cuando tomamos un producto del supermercado, ¿Qué es lo que estamos eligiendo?, ¿Contamos con la información real sobre su contenido?, ¿Qué nos lleva a consumirlo por sobre otro?

Citlali Aguilera Lira, bióloga y académica del Centro de Ecoalfabetización y Diálogo de Saberes UV, aconseja cuestionarnos por qué ese alimento procesado va ir a dar a nuestro carrito del mandado y si realmente es sano para nosotros y nuestra familia.

De entrada indica que todo producto industrializado, es decir, que viene dentro de un paquete, botella, caja, etcétera, fue sometido a diversos procesos para su conservación, por lo que ya ahí hay una señal a considerar; pero ahora con el nuevo etiquetado en los productos se cuenta con una herramienta más para saber qué contienen.

“El etiquetado en los productos era una deuda que se tenía para con el consumidor mexicano, es decir, una población con obesidad, con diabetes, con sobrepeso, con enfermedades crónicas que, por los datos y cifras de cuántos lo padecen, es ya una epidemia; entonces es una deuda que se trata de saldar, entendiendo que sólo ese etiquetado no resuelve ni resolverá el problema, pero sin duda es uno de los componentes dentro de las soluciones coordinadas que deberá tomar el gobierno y desde las políticas públicas que se tengan qué hacer”, señaló la coordinadora del programa Siembra UV.

INFORMARSE PARA ELEGIR

Alto en sodio, Alto en azúcares, Contiene grasas saturadas, son algunas de las leyendas que contienen ahora los productos que hemos consumido por décadas, muchos de ellos incluso asociados a lo saludable o natural; Aguila Lira nos indica que es complejo dejar de consumir este tipo de alimentos porque hay una sobreexposición a ellos, es decir, tenemos un acceso fácil y cercano a ellos mediante las tiendas de abarrotes, de conveniencia o supermercados, además de una publicidad que bombardea en todo momento y empaques con información engañosa.


“Vemos a un padre que le da a su hijo un yogurth que en la etiqueta dice que tiene forticalcio, que tiene un dinosaurio, que es llamativo, y además le da un cereal que tiene un tigre, que se ve fuerte, que dice que está adicionado…se lo da porque si a mí me están ofreciendo un producto que sé que pasó por normativas, que se que pasó por la Cofepris, que me lo están dando en un almacén de un supermercado, entonces confío en lo que me está diciendo ese producto; pero si lo que me está diciendo es falso, entonces sí es responsabilidad de las autoridades competentes darnos y brindarnos información verídica que no vaya a dañar nuestra salud”, indicó la experta en temas de alimentación sustentable.

Aguilera Lira agrega que por mucho tiempo se ha culpado al consumidor y se le ha dicho que es él quien debe proveerse de una buena cultura alimentaria: “y eso es trasferirle toda la responsabilidad al consumidor cuando realmente se ha visto que es el entorno el que propicia que las personas padezcan obesidad; es por eso que tendríamos que fomentar como sociedad y desde distintos sectores de la población los entornos cardiosaludables, entornos que nos den movilidad”.

ESTILOS DE VIDA

El consumo de productos procesados tienen el punto en común de que están listos o casi listos para comerse, priorizan la rapidez, la instantaneidad, esto empujado, nos dice la académica, por un estilo de vida acelerado.

El ciudadano debe preguntarse hasta qué punto ha sido su decisión llevar ese estilo de vida que le da poco tiempo para comer; suele decirse ‘dime qué comes y te diré cuál es tu estilo de vida’, pero también quién me impone ese estilo de vida, esa comida… creo que una persona que tiene más tiempo para sí misma, para descansar, cultivarse y sobre todo para alimentarse, es aquella que va a propiciar que los productos con que se alimenta sean saludables”, indica Citlali Aguilera.

Explica que la población debe aprender a cuestionarse, a reflexionar sobre su consumo y exigir información veraz: “por pura cuestión de sentido común hay que preguntarse qué impacto va a tener ese producto en mi cuerpo y mi salud; y ver si me estoy dejando llevar por el etiquetado o por los intangibles que me vende.

Los intangibles es cuando, por ejemplo, compro un yoghurt de ciruelapasa porque me dice que me ayudará con mi digestión o ese refresco lo tomaré porque me hará feliz. Hay que preguntarse qué es lo que me está empujando a consumirlo pese a sabe que es dañino”.

Señala que culpabilizar a quienes padecen diabetes u obesidad es no entender el problema de fondo: “revictimizar a una persona que sufre obesidad, hipertensión, diabetes, sobrepeso y hacerla culpable de esa situación es verlo de manera parcial, es un análisis muy corto, cuando éste problema es muy extenso, y donde el gobierno tiene una responsabilidad muy grande al respecto; por eso son importantes las políticas públicas, no es válido revictimizar cuando vivimos en un entorno obesegénico”, es decir, vivimos en un entorno que nos impulsa todo el tiempo a comer comida chatarra y a tener una vida sedentaria.

Aguilera Lira indica que con la pandemia originada por el Covid-19 la población ha comenzado a fijarse en que las enfermedades como la diabetes, hipertensión, obesidad, etc. son un problema que debe atenderse y que es el consumo de productos procesados lo que ha propiciado que estos padecimientos se disparen.

Ante ello, dice que la apuesta es “alimentarnos bien para estar sanos y fortalecer nuestro sistema inmunológico y eso nos lo van a dar los productos locales, porque son frescos; hay que quitarnos esa perspectiva de que lo orgánico, lo saludable, es más caro; con muy poco recurso también podemos tener acceso a alimentos muy saludables, con un fajo de nopalitos, un kilo de tortillas, frijoles, arroz, podemos alimentarnos muy bien”.

Aguilera Lira es conductora del programa la Ensalada UV, donde reflexionan sobre temas de agricultura, alimentación y sustentabilidad todos los martes a las 10 am. por el 90.5 FM Radio UV.

¿Elegimos qué comer?

Obesidad, sobrepeso, diabetes, hipertensión son enfermedades que van ligadas a la mala alimentación. Es decir, pareciera que no sabemos comer.

¿Sin embargo qué impulsa a una persona a tomar del estante del supermercado un producto chatarra o una bebida azucarada?, ¿el simple gusto?, ¿la convicción de que su salud no importa o de que el producto no lo daña?

Foto: Arantxa Arcos | Diario de Xalapa


Se nos ha vendido la idea de que uno elige libremente y que por ende somos responsables directos de lo que comemos y cómo dañamos a nuestro organismo; podemos decidir no tomar ese refresco, no abrir ese postre… En teoría sí. Sin embargo todos los días somos bombardeados por mensajes publicitarios que nos dicen qué consumir: anuncios en la televisión, la radio, redes sociales, espectaculares en la calle, carteles en el transporte público… además está el contenido del mensaje: no nos venden frituras, refrescos o postres, lo que nos venden es la posibilidad de sentirse feliz, de ser exitosos, de tener amigos, de ser más atractivos.

Vivimos en un sistema que nos anima a consumir para ser, para encajar, para escapar de la realidad; y dentro de este consumo los alimentos que se nos ponen a disposición obedecen al principio mercantil de producir más con menos, de ganar más con menos; y entonces tenemos alimentos ultraprocesados baratos, al alcance, pero con cero nutrimentos cuyo consumo daña a la salud.

La modificación a la Ley de Salud que obliga a las empresas a colocar una etiqueta que diga si el producto sobrepasa azúcares, grasas trans, etcétera, ha evidenciado que incluso aquellos alimentos que creíamos eran “saludables” o “naturales” no lo son, sacando a la luz (o confirmando) que los mexicanos llevamos décadas comiendo alimentos dañinos. Nos debían información para poder decidir de verdad.

Esto es sólo una muestra de, principalmente, dos cosas: la primera es que conocer y saber son la única forma de poder tomar mejores decisiones; una población informada, con las herramientas para comparar, tendrá más posibilidades de reflexionar y elegir no entre comprar uno u otro producto procesado, si no incluso de elegir no consumirlo y voltear la mirada a lo orgánico; ir al mercadito, al tianguis o con la señora que vende en las esquinas su cosecha. Y en segundo término que como parte de un sistema económico que privilegia al mercado, la población es desechable, sólo es objeto de consumo.

Comer también es político. Podemos elegir, sí. Pero conscientemente. Para ello es necesario hacer comunidad, tejer redes, incidir en nuestro núcleo de interacción diaria; revelarse también es apostar por nuestra salud, dejar de consumir procesados y evidenciar la falta de ética y responsabilidad de las empresas y a quienes permiten que todos los días estén a nuestro alcance.

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