/ lunes 24 de abril de 2017

La presencia de Marine Le Pen en el balotaje oculta su fracaso estratégico

PARIS, Francia – A pesar de clasificarse para la segundavuelta de la elección presidencial francesa, el resultado récordobtenido el domingo por el Frente Nacional (FN) de extrema derechapuede ser interpretado como una fracaso estratégico para Marine LePen.

“La apariencia de una gran victoria oculta un enormefracaso”, indicó ayer el politólogo Jean-Yves Camus,especialista de la extrema derecha.

Los equipos de Marine Le Pen destacan, con justa razón, que sucaudal del domingo (21,4%) es sensiblemente superior al 16,86% quecosechó su padre Jean-Marie en la primera vuelta de 2002. Aun enla peor de las hipótesis, las encuestas para el balotaje del 7 demayo le acuerdan 38% de intenciones de voto. Con esa cifra, si secumplen los pronósticos, incluso podría duplicar holgadamente elresultado que obtuvo su padre en 2002, cuando fue derrotado porJacques Chirac en la segunda vuelta por 82,2% contra 17,8%.

Más información: 

Marine Le Pen puede vanagloriarse de haber superado en formaclara y contundente a los dos partidos Los Republicanos ySocialista, que habían sido los grandes adversarios del FN durantelos últimos 40 años.

Por último, el domingo obtuvo 7,6 millones de votos, es decir1,2 millones más que en la batalla presidencial de 2012, cuandosus 6,4 millones solo le permitieron ocupar la tercera posición,detrás de François Hollande y Nicolas Sarkozy.

Su nuevo caudal representa un aumento de 800 mil votos conrespecto a las últimas elecciones regionales de 2015, cuandototalizó 27,7% de los votos.

Después del ascenso constante que registró en los últimoscinco años, el FN es indiscutiblemente el primer partido deFrancia, pues el movimiento En Marcha ganó la primera vuelta deesta elección, pero aún debe confirmar su implantaciónpermanente en el escenario político del país.

A pesar de todos esos méritos, su decepción es enorme. Losresultados registrados el 23 de abril están lejos de satisfacersus expectativas, pues los dirigentes del FN aspiraban a llegar enprimer lugar e incluso a totalizar 30% de sufragios para tener unaposibilidad seria de pretender al poder.

También puedes leer: 

Luego de haber encabezado los sondeos durante meses con 27 y 28% deintenciones de voto, perdió cinco puntos vitales por habermoderado sus posiciones sobre la inmigración, su vocabulario sobrela “amenaza que representa el Islam” y la situación de lasclases más marginadas de la sociedad. Esos sectores encontraron unportavoz más convincente en Jean-Luc Melenchon, candidato delmovimiento de ultra-izquierda Francia Insumisa.

PERDIÓ IDENTIDAD

A pesar de los progresos logrados, Marine Le Pen no logróimplantar su partido en los medios urbanos, donde se concentra 75%de la población francesa. El voto FN, en cambio, se concentraesencialmente en las áreas menos pobladas del norte  —antiguospolos industriales ahora devastados por el desempleo—  y en laszonas rurales del sudeste y este del país.

Sus rivales dentro del FN la acusan también de haber“ocultado” la identidad tradicional de su partido con laesperanza de atraer a una parte de la clase media. Toda laiconografía de la campaña excluyó los símbolos clásicos, comola llama tricolor, y la sigla FN fue reemplazada por una rosa decolor azul. Los afiches la presentaban solo como “Marine” ymostraban la rosa azul sin mencionar el nombre del partido y nisiquiera su apellido.

Su candidatura, al igual que el representante de la derechaFrançois Fillon, resultó sin duda penalizada por la influencia decinco escándalos judiciales que pusieron al descubierto latendencia affairista del clan que controla el FN.

Entérate: 

Otro déficit de su campaña consistió en no haber sabido pasarde la protesta anti-sistema a la posición de candidato creíble alas más altas funciones. Pero su mayor error reside en no haberlogrado –ni intentado– una política de alianzas para atraerpartidos afines u otros sectores de la sociedad. Ese aislamiento lapenaliza en el momento del balotaje porque carece de las reservasde votos necesarias para alcanzar la mayoría que necesita parallegar al Palacio del Elíseo.

PARIS, Francia – A pesar de clasificarse para la segundavuelta de la elección presidencial francesa, el resultado récordobtenido el domingo por el Frente Nacional (FN) de extrema derechapuede ser interpretado como una fracaso estratégico para Marine LePen.

“La apariencia de una gran victoria oculta un enormefracaso”, indicó ayer el politólogo Jean-Yves Camus,especialista de la extrema derecha.

Los equipos de Marine Le Pen destacan, con justa razón, que sucaudal del domingo (21,4%) es sensiblemente superior al 16,86% quecosechó su padre Jean-Marie en la primera vuelta de 2002. Aun enla peor de las hipótesis, las encuestas para el balotaje del 7 demayo le acuerdan 38% de intenciones de voto. Con esa cifra, si secumplen los pronósticos, incluso podría duplicar holgadamente elresultado que obtuvo su padre en 2002, cuando fue derrotado porJacques Chirac en la segunda vuelta por 82,2% contra 17,8%.

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Marine Le Pen puede vanagloriarse de haber superado en formaclara y contundente a los dos partidos Los Republicanos ySocialista, que habían sido los grandes adversarios del FN durantelos últimos 40 años.

Por último, el domingo obtuvo 7,6 millones de votos, es decir1,2 millones más que en la batalla presidencial de 2012, cuandosus 6,4 millones solo le permitieron ocupar la tercera posición,detrás de François Hollande y Nicolas Sarkozy.

Su nuevo caudal representa un aumento de 800 mil votos conrespecto a las últimas elecciones regionales de 2015, cuandototalizó 27,7% de los votos.

Después del ascenso constante que registró en los últimoscinco años, el FN es indiscutiblemente el primer partido deFrancia, pues el movimiento En Marcha ganó la primera vuelta deesta elección, pero aún debe confirmar su implantaciónpermanente en el escenario político del país.

A pesar de todos esos méritos, su decepción es enorme. Losresultados registrados el 23 de abril están lejos de satisfacersus expectativas, pues los dirigentes del FN aspiraban a llegar enprimer lugar e incluso a totalizar 30% de sufragios para tener unaposibilidad seria de pretender al poder.

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Luego de haber encabezado los sondeos durante meses con 27 y 28% deintenciones de voto, perdió cinco puntos vitales por habermoderado sus posiciones sobre la inmigración, su vocabulario sobrela “amenaza que representa el Islam” y la situación de lasclases más marginadas de la sociedad. Esos sectores encontraron unportavoz más convincente en Jean-Luc Melenchon, candidato delmovimiento de ultra-izquierda Francia Insumisa.

PERDIÓ IDENTIDAD

A pesar de los progresos logrados, Marine Le Pen no logróimplantar su partido en los medios urbanos, donde se concentra 75%de la población francesa. El voto FN, en cambio, se concentraesencialmente en las áreas menos pobladas del norte  —antiguospolos industriales ahora devastados por el desempleo—  y en laszonas rurales del sudeste y este del país.

Sus rivales dentro del FN la acusan también de haber“ocultado” la identidad tradicional de su partido con laesperanza de atraer a una parte de la clase media. Toda laiconografía de la campaña excluyó los símbolos clásicos, comola llama tricolor, y la sigla FN fue reemplazada por una rosa decolor azul. Los afiches la presentaban solo como “Marine” ymostraban la rosa azul sin mencionar el nombre del partido y nisiquiera su apellido.

Su candidatura, al igual que el representante de la derechaFrançois Fillon, resultó sin duda penalizada por la influencia decinco escándalos judiciales que pusieron al descubierto latendencia affairista del clan que controla el FN.

Entérate: 

Otro déficit de su campaña consistió en no haber sabido pasarde la protesta anti-sistema a la posición de candidato creíble alas más altas funciones. Pero su mayor error reside en no haberlogrado –ni intentado– una política de alianzas para atraerpartidos afines u otros sectores de la sociedad. Ese aislamiento lapenaliza en el momento del balotaje porque carece de las reservasde votos necesarias para alcanzar la mayoría que necesita parallegar al Palacio del Elíseo.

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