/ domingo 3 de diciembre de 2023

Cuando de verdad amas la vida

Amar es una palabra con un fondo superlativo, es modelo de justicia, fidelidad, disciplina, desarrollo, expansión de los horizontes del alma; oportunidad plena de trascender como ser vivo, humano y espiritual en donde proyectamos armonía, concordia y especialmente paz.

Pude ser diferente, pero aprendí con el tiempo que la nobleza y la vileza son polos del desencuentro humano, he escrito en las hojas de los árboles, vislumbrando los amaneceres con mi corazón henchido de amor, pero también me han traicionado, y no por ello deberá pagar la deuda todo el mundo que me rodea. Hice un pacto, el cual firmé con mi propia sangre y lo deposité en el fondo de la tierra, con el tiempo brotó un árbol espiritual resplandeciente, era mi árbol que me ha dado sombra y consuelo ante el desaliento, me cobijo bajo él, y salgo a vivir mi vida a veces muy lejos de mi espacio, pero la corta vida y la suplantación de los sentimientos, han convertido en animales al animal más perfecto e inteligente, que siendo hombre o mujer, caen en el huerto del edén día con día.

El amor todo lo resuelve, el amor todo lo tolera, rompe todas las barreras, dobla el metal más duro, pero es una fuerza irresistible que todos poseemos. Sin ella, las golondrinas caerían muertas en el cielo de nuestras esperanzas, en el eco de nuestras confianzas; por ello me elevo en sonoro estruendo, como el relámpago y soy la voz del trueno escarlata que pinta de luces el cielo nocturnal, al llevar serenata a la luna coqueta y burlona, ¿será que se siente sola?

En ocasiones me tengo que defender, el monstruo de la envidia anda suelto, las superficialidades de las almas arrojan hielo en forma de dardos envenenados por las gélidas lenguas de dos filos. Entonces recuerdo mis enseñanzas aprendidas, y vuelo como un halcón metálico que escupe fuego y arroja sus proyectiles sólo por necesidad, me resuelvo a regresar a mi base, me quedo pensativo y evaluando, me gusta pensar, observar y a nadie condenar. Amo la vida tal y como es, amo mi silencio, mis lecturas, me acurruco en mi espacio y me transporto a mi mundo de las ideas, porque cuando amas la vida, también amas al silencio de la misma, porque cuando amas superando los anatemas con los cuales nos han señalado, es entonces cuando en verdad “la verdad nos hará libres”.

Aborrezco sobremanera las máscaras de las hipocresías, amo a la gente sencilla y leal, creo en la buena fe de muchos, pero también estoy consciente del reverso de la moneda, que en un mundo lleno de posibilidades, se va pintando de claroscuros, donde la avaricia o la necesidad extrema hacen al ladrón, al corrupto y al corruptor, en donde mi forma de ver las situaciones, no será la forma en la que otros vean bajo la lupa de su mente el momento presente.

Hemos crecido en una barbarie poblacional, en una irresponsabilidad de traer hijos al mundo como si se tratara de criar conejos en la madriguera. Defender la vida es una cosa, propiciar el desastre es otra muy diferente, ahí es donde todos somos corresponsables, de esa raíz provienen los males más notorios, y las pesadillas de una realidad en constante fluctuación.

Somos casi 130 millones de mexicanos cuantificados como habitantes de esta preciosa nación, de este México benevolente. Aquí hemos llegado y en ocasiones no valoramos aquello que tenemos, pongámonos a pensar y hacer cuentas de lo mucho que el creador absoluto ha otorgado a nuestra tierra, amarla es un deber cívico y altamente humanitario.

Amar es una palabra con un fondo superlativo, es modelo de justicia, fidelidad, disciplina, desarrollo, expansión de los horizontes del alma; oportunidad plena de trascender como ser vivo, humano y espiritual en donde proyectamos armonía, concordia y especialmente paz.

Pude ser diferente, pero aprendí con el tiempo que la nobleza y la vileza son polos del desencuentro humano, he escrito en las hojas de los árboles, vislumbrando los amaneceres con mi corazón henchido de amor, pero también me han traicionado, y no por ello deberá pagar la deuda todo el mundo que me rodea. Hice un pacto, el cual firmé con mi propia sangre y lo deposité en el fondo de la tierra, con el tiempo brotó un árbol espiritual resplandeciente, era mi árbol que me ha dado sombra y consuelo ante el desaliento, me cobijo bajo él, y salgo a vivir mi vida a veces muy lejos de mi espacio, pero la corta vida y la suplantación de los sentimientos, han convertido en animales al animal más perfecto e inteligente, que siendo hombre o mujer, caen en el huerto del edén día con día.

El amor todo lo resuelve, el amor todo lo tolera, rompe todas las barreras, dobla el metal más duro, pero es una fuerza irresistible que todos poseemos. Sin ella, las golondrinas caerían muertas en el cielo de nuestras esperanzas, en el eco de nuestras confianzas; por ello me elevo en sonoro estruendo, como el relámpago y soy la voz del trueno escarlata que pinta de luces el cielo nocturnal, al llevar serenata a la luna coqueta y burlona, ¿será que se siente sola?

En ocasiones me tengo que defender, el monstruo de la envidia anda suelto, las superficialidades de las almas arrojan hielo en forma de dardos envenenados por las gélidas lenguas de dos filos. Entonces recuerdo mis enseñanzas aprendidas, y vuelo como un halcón metálico que escupe fuego y arroja sus proyectiles sólo por necesidad, me resuelvo a regresar a mi base, me quedo pensativo y evaluando, me gusta pensar, observar y a nadie condenar. Amo la vida tal y como es, amo mi silencio, mis lecturas, me acurruco en mi espacio y me transporto a mi mundo de las ideas, porque cuando amas la vida, también amas al silencio de la misma, porque cuando amas superando los anatemas con los cuales nos han señalado, es entonces cuando en verdad “la verdad nos hará libres”.

Aborrezco sobremanera las máscaras de las hipocresías, amo a la gente sencilla y leal, creo en la buena fe de muchos, pero también estoy consciente del reverso de la moneda, que en un mundo lleno de posibilidades, se va pintando de claroscuros, donde la avaricia o la necesidad extrema hacen al ladrón, al corrupto y al corruptor, en donde mi forma de ver las situaciones, no será la forma en la que otros vean bajo la lupa de su mente el momento presente.

Hemos crecido en una barbarie poblacional, en una irresponsabilidad de traer hijos al mundo como si se tratara de criar conejos en la madriguera. Defender la vida es una cosa, propiciar el desastre es otra muy diferente, ahí es donde todos somos corresponsables, de esa raíz provienen los males más notorios, y las pesadillas de una realidad en constante fluctuación.

Somos casi 130 millones de mexicanos cuantificados como habitantes de esta preciosa nación, de este México benevolente. Aquí hemos llegado y en ocasiones no valoramos aquello que tenemos, pongámonos a pensar y hacer cuentas de lo mucho que el creador absoluto ha otorgado a nuestra tierra, amarla es un deber cívico y altamente humanitario.