/ viernes 22 de febrero de 2019

Guardia Nacional: “Todos esperamos La Paz, pero no de los sepulcros”.

Fue en la segunda mitad del largo mandato presidencial del general Porfirio Díaz cuando el clamor por la seguridad pública en ciudades, pueblos, haciendas y rancherías, se llegó a expresar tan fuerte como hoy, pues las bandas criminales secuestraban, violaban, robaban y asesinaban a hombres mujeres y niños de todas las edades, con una gran impunidad, por la ineficacia de la policia urbana, rural y montada, insuficiente desde entonces para perseguir a los delincuente.

Se argumentó que el general Porfirio Díaz y sus cercanos colaboradores se preocuparon solo por cuidar sus intereses, bajo el lema que identificaba al gobierno por sus acciones: “Pan y Palo: pan para el Ejército, pan para los burócratas, pan para los extranjeros, y palo para los adversarios y disidentes de don Porfirio”; reservando para Diaz el mando general del Ejército y la policia, utilizados en todo momento para consolidar su poder político.

Así el general Díaz llegó a ejercer un dominio total, con el apoyo de los gobernadores y jefes políticos que como delegados del gobierno de la República, tuvieron también el control del aparato administrativo y policiaco hasta el año de 1910, cuando don Francisco I. Madero decidió postularse en su contra, registrándose como candidato del partido anti reeleccionista para ganar la elección que puso fin a dictadura.

Se olvidó el presidente Porfirio Díaz de sus ideales que lo llevaron al Palacio Nacional, pues prometió a quienes lo impulsaron, luchar por el progreso económico y la prosperidad del pueblo, sin distinción alguna. La estabilidad del país para el general Díaz dependía de conquistar un clima de “seguridad y orden”, que con la policia montada, rural y el ejército, dominaran mediante una gran represión a la delincuencia, aplicándole con rigidez la legislación penal que a muchos los llevó a la pena de muerte.

Antes del general Díaz, en 1861, el presidente Benito Juárez también se propuso eliminar el bandidaje rural y lograr la tranquilidad interna del país, mediante una estrategia que consistió en la división en cuatro regiones que con cuerpos rurales que sumaron un total de 800 hombres, aseguraron en breve tiempo la estabilidad del país.

Esperamos que la Guardia Nacional de la que constitucionalmente es comandante general el presidente Andrés Manuel López Obrador, alcance pronto la tranquilidad y paz que tanto anhelamos, pero no de los sepulcros.

Fue en la segunda mitad del largo mandato presidencial del general Porfirio Díaz cuando el clamor por la seguridad pública en ciudades, pueblos, haciendas y rancherías, se llegó a expresar tan fuerte como hoy, pues las bandas criminales secuestraban, violaban, robaban y asesinaban a hombres mujeres y niños de todas las edades, con una gran impunidad, por la ineficacia de la policia urbana, rural y montada, insuficiente desde entonces para perseguir a los delincuente.

Se argumentó que el general Porfirio Díaz y sus cercanos colaboradores se preocuparon solo por cuidar sus intereses, bajo el lema que identificaba al gobierno por sus acciones: “Pan y Palo: pan para el Ejército, pan para los burócratas, pan para los extranjeros, y palo para los adversarios y disidentes de don Porfirio”; reservando para Diaz el mando general del Ejército y la policia, utilizados en todo momento para consolidar su poder político.

Así el general Díaz llegó a ejercer un dominio total, con el apoyo de los gobernadores y jefes políticos que como delegados del gobierno de la República, tuvieron también el control del aparato administrativo y policiaco hasta el año de 1910, cuando don Francisco I. Madero decidió postularse en su contra, registrándose como candidato del partido anti reeleccionista para ganar la elección que puso fin a dictadura.

Se olvidó el presidente Porfirio Díaz de sus ideales que lo llevaron al Palacio Nacional, pues prometió a quienes lo impulsaron, luchar por el progreso económico y la prosperidad del pueblo, sin distinción alguna. La estabilidad del país para el general Díaz dependía de conquistar un clima de “seguridad y orden”, que con la policia montada, rural y el ejército, dominaran mediante una gran represión a la delincuencia, aplicándole con rigidez la legislación penal que a muchos los llevó a la pena de muerte.

Antes del general Díaz, en 1861, el presidente Benito Juárez también se propuso eliminar el bandidaje rural y lograr la tranquilidad interna del país, mediante una estrategia que consistió en la división en cuatro regiones que con cuerpos rurales que sumaron un total de 800 hombres, aseguraron en breve tiempo la estabilidad del país.

Esperamos que la Guardia Nacional de la que constitucionalmente es comandante general el presidente Andrés Manuel López Obrador, alcance pronto la tranquilidad y paz que tanto anhelamos, pero no de los sepulcros.