/ jueves 27 de septiembre de 2018

La carcajada de Javier

Al igual que cuando lo detuvieron en Guatemala y luego lo deportaron a México para encerrarlo en el Reclusorio Norte, Javier Duarte es el tema del día y sin duda lo será de la semana.

Que un juez lo haya sentenciado a purgar una condena de nueve años de prisión y a pagar casi 59 mil pesos de multa por los delitos de asociación delictuosa y lavado de dinero, tiene indignada a la sociedad veracruzana. Pero qué le vamos a hacer, así se cuecen las habas en nuestro país.

Tras la sentencia he escuchado ácidos comentarios y amargas filípicas de personas que se sienten engañadas y burladas por la actitud del juez. Pero en descargo del magistrado es necesario señalar que actuó conforme a derecho.

Sí, así es.

La PGR no acusó a Duarte de robo (y vaya que robó), cohecho (y vaya que sobornó), abuso de autoridad (y vaya que se extralimitó) o corrupción (y vaya que se corrompió).

Tampoco lo acusó de desaparición forzada como lo han hecho cientos de familiares de desaparecidos. De hecho, en el mes de agosto la dependencia cambió el delito de delincuencia organizada, que tiene una pena de 20 a 40 años de prisión, por el de asociación delictuosa cuya pena es de cinco a diez años.

A Javier lo acusaron de dos delitos pinchurrientos y ahí están las consecuencias.

Por eso insisto, la culpa no fue del juez sino de quienes integraron las carpetas de investigación. Ya desde ahí las cosas pintaron muy mal para más de ocho millones de veracruzanos que clamaban justicia.

De esos nueve años que le echaron, el reo ya cumplió uno y meses por lo que podría gestionar su libertad bajo caución. Pero sabedor de que la Fiscalía General de Veracruz tiene acusaciones penales en su contra, esperará a que termine este gobierno, se apacigüen un poco las aguas y pueda gestionar en tres años su libertad por buena conducta.

Duarte no se pudrirá en prisión como lo desea la inmensa mayoría de los veracruzanos, de hecho, no saldrá anciano del reclusorio. En la actualidad tiene 45 años y saldrá a los 49 como máximo. Es decir, en plenitud de su madurez.

¿Que su condena es una burla para el país? Sí. ¿Que es una injusticia para miles de veracruzanos que fueron saqueados, empobrecidos, secuestrados y asesinados? También. Pero el juez de la causa no tiene la culpa de la ineptitud de los fiscales.

En su afán por hundirlo en lo más profundo de una mazmorra, sus acusadores actuaron con precipitación y sin seguir los protocolos del debido proceso. Y todo esto se combinó con una excelente defensa que fue tirando una por una las acusaciones de la fiscalía, hasta dejarlas en dos endebles y hasta risibles denuncias que ocasionaron la magra sentencia.

¿Qué sigue?

Como digo líneas arriba, cuando Javier Duarte salga de prisión (a fines del 2021 o a mediados del 2022), le esperan un par de acusaciones en la Fiscalía General de Veracruz, más endebles que un raquítico y que le permitirán defenderse en libertad.

Después de eso tiempo le sobrará para todo.

¿Qué hará de su vida futura? La verdad lo ignoro. Pero de lo que sí estoy seguro es que cuando viaje por lugares de ensueño y se hospede en lugares caros; cuando coma a sus anchas en los mejores restaurantes y se acuerde de Veracruz, inevitablemente soltará una estruendosa carcajada.

Eso puede usted apostarlo, respetado lector.

bernardogup@hotmail.com



Al igual que cuando lo detuvieron en Guatemala y luego lo deportaron a México para encerrarlo en el Reclusorio Norte, Javier Duarte es el tema del día y sin duda lo será de la semana.

Que un juez lo haya sentenciado a purgar una condena de nueve años de prisión y a pagar casi 59 mil pesos de multa por los delitos de asociación delictuosa y lavado de dinero, tiene indignada a la sociedad veracruzana. Pero qué le vamos a hacer, así se cuecen las habas en nuestro país.

Tras la sentencia he escuchado ácidos comentarios y amargas filípicas de personas que se sienten engañadas y burladas por la actitud del juez. Pero en descargo del magistrado es necesario señalar que actuó conforme a derecho.

Sí, así es.

La PGR no acusó a Duarte de robo (y vaya que robó), cohecho (y vaya que sobornó), abuso de autoridad (y vaya que se extralimitó) o corrupción (y vaya que se corrompió).

Tampoco lo acusó de desaparición forzada como lo han hecho cientos de familiares de desaparecidos. De hecho, en el mes de agosto la dependencia cambió el delito de delincuencia organizada, que tiene una pena de 20 a 40 años de prisión, por el de asociación delictuosa cuya pena es de cinco a diez años.

A Javier lo acusaron de dos delitos pinchurrientos y ahí están las consecuencias.

Por eso insisto, la culpa no fue del juez sino de quienes integraron las carpetas de investigación. Ya desde ahí las cosas pintaron muy mal para más de ocho millones de veracruzanos que clamaban justicia.

De esos nueve años que le echaron, el reo ya cumplió uno y meses por lo que podría gestionar su libertad bajo caución. Pero sabedor de que la Fiscalía General de Veracruz tiene acusaciones penales en su contra, esperará a que termine este gobierno, se apacigüen un poco las aguas y pueda gestionar en tres años su libertad por buena conducta.

Duarte no se pudrirá en prisión como lo desea la inmensa mayoría de los veracruzanos, de hecho, no saldrá anciano del reclusorio. En la actualidad tiene 45 años y saldrá a los 49 como máximo. Es decir, en plenitud de su madurez.

¿Que su condena es una burla para el país? Sí. ¿Que es una injusticia para miles de veracruzanos que fueron saqueados, empobrecidos, secuestrados y asesinados? También. Pero el juez de la causa no tiene la culpa de la ineptitud de los fiscales.

En su afán por hundirlo en lo más profundo de una mazmorra, sus acusadores actuaron con precipitación y sin seguir los protocolos del debido proceso. Y todo esto se combinó con una excelente defensa que fue tirando una por una las acusaciones de la fiscalía, hasta dejarlas en dos endebles y hasta risibles denuncias que ocasionaron la magra sentencia.

¿Qué sigue?

Como digo líneas arriba, cuando Javier Duarte salga de prisión (a fines del 2021 o a mediados del 2022), le esperan un par de acusaciones en la Fiscalía General de Veracruz, más endebles que un raquítico y que le permitirán defenderse en libertad.

Después de eso tiempo le sobrará para todo.

¿Qué hará de su vida futura? La verdad lo ignoro. Pero de lo que sí estoy seguro es que cuando viaje por lugares de ensueño y se hospede en lugares caros; cuando coma a sus anchas en los mejores restaurantes y se acuerde de Veracruz, inevitablemente soltará una estruendosa carcajada.

Eso puede usted apostarlo, respetado lector.

bernardogup@hotmail.com