/ domingo 7 de enero de 2024

¿Los Reyes Magos, eran magos?

La tradición judeo-cristiana es un enorme acervo de utilidades públicas, de tradiciones, de santos y santas, de demonios y leyendas de crónicas ausentes, u otras recordadas por la tradición oral de nuestros antepasados.

¿Quiénes fueron los Reyes Magos? Se especula demasiado al respecto, ya que conforme la ciencia y el escepticismo avanzan, se va creando una especie de juicio lleno de neblinas para la investigación histórica, humana, social, sociológica, filosófica, pero también dentro de nuestras fervientes creencias espirituales, llegamos a la conclusión que dichos magos eran algo mucho más que eso, eran unos científicos, alquimistas, lectores del movimiento estelar, y que por medio de conocimientos ocultos tuvieron a bien el visitar al niño Dios. Pero no lo hicieron por mera obligación, sino por revelación divina, ya que al mismo tiempo un jerarca de la época mandó a matar a gran cantidad de niños varones, pues él también sabía del peso y la trascendencia del hecho consumado del nacimiento del niño Jesús.

Con Jesucristo nace el primer y más grande revolucionario de toda la historia de nuestra humanidad, en pocas palabras “no hay ni existe ni habrá quién lo supere”. Al llevarle regalos hasta el pesebre donde se encontraba con sus padres María y José, ejemplificaron el valor de la transformación espiritual que se avecinaba con el pródigo nacimiento del pleno redentor de toda la humanidad. Que si uno era negro, otro blanco, otro de tez quizá amarilla, y que sus vehículos eran un caballo, un elefante y un camello, también es muy creíble, ya que además su guía lo fue la estrella de Belén; la mirra, el oro, el incienso, son representativos espirituales de muchísima potencia.

Examinemos un elemento: la mirra, la cual la llevó el Rey Melchor al niño Jesús, era una resina rojiza que se empleaba para hacer perfumes, dando origen al árbol de navidad, constituyendo la adoración de tales Reyes, uno de los momentos más conocidos de la Natividad.

Gaspar llevó el incienso y Baltasar le entregó el oro, y esta amalgama de regalos era en cierto modo esotérica, ya que formaba una tríada, la doctrina más conocida del cristianismo, y también la más atacada por la separación e interpretación de criterios teológicos que no espirituales al respecto. San Patricio en Inglaterra defendió la doctrina trinitaria en la Iglesia católica, algunos dicen que él usaba un trébol para explicar por qué Dios es Trino y uno en verdad.

Al mismo tiempo fueron tres los Reyes Magos que visitaron al infante Jesús, y desde ahí proviene la bella tradición de honrar a nuestros niños y niñas con regalos y obsequios en la conmemoración de las infancias, de la ternura y la promesa que se constituye en cada ser vivo, naciente, con un alma infantil pura, en donde el concepto de pecado aún no ha sido instituido en sus conciencias ni en sus propios actos.

Con muchísimo cariño recuerdo a los Reyes Magos, pues muy especialmente mi padre se esmeraba en llevarlos a casa, mi mamá se empeñaba en que me durmiera temprano, en que sacara buenas calificaciones en la escuela, en que fuera un niño disciplinado, aunque mi papá me decía “no te dejes, si te pegan responde”. Y en una cita bíblica viene: “Dios nos ha dado las armas tanto para la defensa como para el ataque”. Eso lo vine a saber después, claro está. El hecho consumado es honrar a los que mañana serán hombres y mujeres conductores de sus propias familias, en el espíritu de Jesucristo y su familia.


La tradición judeo-cristiana es un enorme acervo de utilidades públicas, de tradiciones, de santos y santas, de demonios y leyendas de crónicas ausentes, u otras recordadas por la tradición oral de nuestros antepasados.

¿Quiénes fueron los Reyes Magos? Se especula demasiado al respecto, ya que conforme la ciencia y el escepticismo avanzan, se va creando una especie de juicio lleno de neblinas para la investigación histórica, humana, social, sociológica, filosófica, pero también dentro de nuestras fervientes creencias espirituales, llegamos a la conclusión que dichos magos eran algo mucho más que eso, eran unos científicos, alquimistas, lectores del movimiento estelar, y que por medio de conocimientos ocultos tuvieron a bien el visitar al niño Dios. Pero no lo hicieron por mera obligación, sino por revelación divina, ya que al mismo tiempo un jerarca de la época mandó a matar a gran cantidad de niños varones, pues él también sabía del peso y la trascendencia del hecho consumado del nacimiento del niño Jesús.

Con Jesucristo nace el primer y más grande revolucionario de toda la historia de nuestra humanidad, en pocas palabras “no hay ni existe ni habrá quién lo supere”. Al llevarle regalos hasta el pesebre donde se encontraba con sus padres María y José, ejemplificaron el valor de la transformación espiritual que se avecinaba con el pródigo nacimiento del pleno redentor de toda la humanidad. Que si uno era negro, otro blanco, otro de tez quizá amarilla, y que sus vehículos eran un caballo, un elefante y un camello, también es muy creíble, ya que además su guía lo fue la estrella de Belén; la mirra, el oro, el incienso, son representativos espirituales de muchísima potencia.

Examinemos un elemento: la mirra, la cual la llevó el Rey Melchor al niño Jesús, era una resina rojiza que se empleaba para hacer perfumes, dando origen al árbol de navidad, constituyendo la adoración de tales Reyes, uno de los momentos más conocidos de la Natividad.

Gaspar llevó el incienso y Baltasar le entregó el oro, y esta amalgama de regalos era en cierto modo esotérica, ya que formaba una tríada, la doctrina más conocida del cristianismo, y también la más atacada por la separación e interpretación de criterios teológicos que no espirituales al respecto. San Patricio en Inglaterra defendió la doctrina trinitaria en la Iglesia católica, algunos dicen que él usaba un trébol para explicar por qué Dios es Trino y uno en verdad.

Al mismo tiempo fueron tres los Reyes Magos que visitaron al infante Jesús, y desde ahí proviene la bella tradición de honrar a nuestros niños y niñas con regalos y obsequios en la conmemoración de las infancias, de la ternura y la promesa que se constituye en cada ser vivo, naciente, con un alma infantil pura, en donde el concepto de pecado aún no ha sido instituido en sus conciencias ni en sus propios actos.

Con muchísimo cariño recuerdo a los Reyes Magos, pues muy especialmente mi padre se esmeraba en llevarlos a casa, mi mamá se empeñaba en que me durmiera temprano, en que sacara buenas calificaciones en la escuela, en que fuera un niño disciplinado, aunque mi papá me decía “no te dejes, si te pegan responde”. Y en una cita bíblica viene: “Dios nos ha dado las armas tanto para la defensa como para el ataque”. Eso lo vine a saber después, claro está. El hecho consumado es honrar a los que mañana serán hombres y mujeres conductores de sus propias familias, en el espíritu de Jesucristo y su familia.