/ miércoles 5 de septiembre de 2018

Inmisericorde la violencia contra las mujeres

La violencia en Veracruz ya no sorprende a nadie. Mientras en otros países un asesinato se convierte en un escándalo nacional, en la entidad ya no es noticia el hallazgo de uno o más descuartizados.

Hemos perdido nuestra capacidad de asombro y de pasmo ante la violencia que nos rodea y que se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana.

Quizá lo más preocupante es que tampoco nos sorprende en número de feminicidios cuya cifra es de escándalo.

De acuerdo con el Sistema Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, en 2017 se registraron 671 feminicidios en todo el país. De estos, 239 se cometieron en Veracruz que ocupó el segundo lugar nacional en ese renglón.

El mismo SENSP acaba de dar a conocer que en los primeros seis meses de este 2018 fueron asesinadas de forma violenta 135 mujeres en la entidad.

Reitero, en otro país este número de asesinatos no sólo sería un escándalo, sino un problema de seguridad nacional que tendría en alerta permanente al gobierno. Pero no en Veracruz.

A pesar del machismo que siempre ha caracterizado al mexicano, los feminicidios ocurridos en los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo anterior eran raros y por raros eran noticia.

En ese entonces la mujer no estaba (pero ni remotamente), protegida por organismos contra la violencia femenina. Era más proclive a que un barbaján la toqueteara. Tenía que aguantar los piropos obscenos del galancete de la cuadra, el acoso de su jefe e incluso los golpes del marido celoso y no había quien la defendiera de esas agresiones.

Golpear a la mujer era parte de los usos y costumbres y no se veía mal que un sujeto le diera una tunda de vez en cuando para que supiera quién mandaba en el hogar.

Pero (sin justificar de ninguna manera esos ataques), el agresor difícilmente cruzaba la línea de los golpes.

¿Por qué ahora que están más protegidas son más atacadas?

Quien diga que en aquellos años eran más violentadas sólo que no había estadísticas, está mintiendo.

Hoy la mujer (que es más preparada, más libre, más independiente y con más y merecidos privilegios) es más violentada que cuando carecía de derechos. Y en el caso de los feminicidios la violencia que se ejerce contra ellas en inaudita.

Si antes las golpeaba el cónyuge porque las consideraba de su propiedad, ahora las golpea el novio, el amigo, el compañero de escuela, el vecino; con el agravante de que después de la golpiza las asesina, las descuartiza y las tira por ahí.

Pero ahí no para la tragedia; de los 239 asesinatos contra ellas hasta noviembre del 2017 (es decir, 22 asesinadas en promedio por mes) sólo el siete por ciento de los asesinos está siendo procesado.

La impunidad para estos sujetos es inaudita “Hay un mensaje de permisibilidad porque no hay castigos. Dejemos de contar mujeres asesinadas, también contemos los asesinos que están en la cárcel”, dijo en enero de este año Patricia Bedolla Zamora, integrante del Observatorio Ciudadano Nacional contra el feminicidio.

Cada que el SENSP da a conocer la cifra de la violencia en el país lo que escuchamos como respuesta un rosario de buenas intenciones que no acaban con el problema.

En el caso de los feminicidios la cifra en Veracruz es lo que le sigue a alarmante. Y si las autoridades no pueden con el problema, nos corresponde a nosotros como sociedad actuar en consecuencia.

bernardogup@hotmail.com



La violencia en Veracruz ya no sorprende a nadie. Mientras en otros países un asesinato se convierte en un escándalo nacional, en la entidad ya no es noticia el hallazgo de uno o más descuartizados.

Hemos perdido nuestra capacidad de asombro y de pasmo ante la violencia que nos rodea y que se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana.

Quizá lo más preocupante es que tampoco nos sorprende en número de feminicidios cuya cifra es de escándalo.

De acuerdo con el Sistema Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, en 2017 se registraron 671 feminicidios en todo el país. De estos, 239 se cometieron en Veracruz que ocupó el segundo lugar nacional en ese renglón.

El mismo SENSP acaba de dar a conocer que en los primeros seis meses de este 2018 fueron asesinadas de forma violenta 135 mujeres en la entidad.

Reitero, en otro país este número de asesinatos no sólo sería un escándalo, sino un problema de seguridad nacional que tendría en alerta permanente al gobierno. Pero no en Veracruz.

A pesar del machismo que siempre ha caracterizado al mexicano, los feminicidios ocurridos en los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo anterior eran raros y por raros eran noticia.

En ese entonces la mujer no estaba (pero ni remotamente), protegida por organismos contra la violencia femenina. Era más proclive a que un barbaján la toqueteara. Tenía que aguantar los piropos obscenos del galancete de la cuadra, el acoso de su jefe e incluso los golpes del marido celoso y no había quien la defendiera de esas agresiones.

Golpear a la mujer era parte de los usos y costumbres y no se veía mal que un sujeto le diera una tunda de vez en cuando para que supiera quién mandaba en el hogar.

Pero (sin justificar de ninguna manera esos ataques), el agresor difícilmente cruzaba la línea de los golpes.

¿Por qué ahora que están más protegidas son más atacadas?

Quien diga que en aquellos años eran más violentadas sólo que no había estadísticas, está mintiendo.

Hoy la mujer (que es más preparada, más libre, más independiente y con más y merecidos privilegios) es más violentada que cuando carecía de derechos. Y en el caso de los feminicidios la violencia que se ejerce contra ellas en inaudita.

Si antes las golpeaba el cónyuge porque las consideraba de su propiedad, ahora las golpea el novio, el amigo, el compañero de escuela, el vecino; con el agravante de que después de la golpiza las asesina, las descuartiza y las tira por ahí.

Pero ahí no para la tragedia; de los 239 asesinatos contra ellas hasta noviembre del 2017 (es decir, 22 asesinadas en promedio por mes) sólo el siete por ciento de los asesinos está siendo procesado.

La impunidad para estos sujetos es inaudita “Hay un mensaje de permisibilidad porque no hay castigos. Dejemos de contar mujeres asesinadas, también contemos los asesinos que están en la cárcel”, dijo en enero de este año Patricia Bedolla Zamora, integrante del Observatorio Ciudadano Nacional contra el feminicidio.

Cada que el SENSP da a conocer la cifra de la violencia en el país lo que escuchamos como respuesta un rosario de buenas intenciones que no acaban con el problema.

En el caso de los feminicidios la cifra en Veracruz es lo que le sigue a alarmante. Y si las autoridades no pueden con el problema, nos corresponde a nosotros como sociedad actuar en consecuencia.

bernardogup@hotmail.com