Xalapa, Ver.-En esta sociedad veracruzana tan empobrecida, injusta y polarizada es indispensable reconocer el don de la existencia como un regalo divino afirma el vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, Juan Beristain de los Santos.
Así, en su comunicado dominical, señala que la gratuidad del don divino vence la división y el encono por lo que es necesario vivir bien no sólo material, sino también espiritualmente, teniendo clara una meta que dé sentido a la existencia personal y comunitaria.
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"El Evangelio de San Juan (4, 7-42) muestra la propuesta de Cristo para encontrarle sentido a la existencia humana, teniendo sed de Él. La sed de la que habla Cristo es una sed existencial que sólo se puede saciar haciendo converger la vida humana en dirección de la gratuidad del don. Tener sed es tener sed de Él".
Explica que se trata de salir de uno mismo, para ir y buscar hacer realidad el proyecto de Cristo que sacia todo anhelo humano de justicia, verdad, paz y solidaridad de todos para con todos.
"Tener sed de Cristo nos hace superar diariamente la tentación de la auto referencialidad que tanto enferma y tiraniza a las personas y a la sociedad mexicana. Tener sed de Cristo es vivir con una fuerza interior que permite acabar con la mentira, el encono y la división para buscar, todos sin exclusión de nadie, proyectos sellados con el bien común".
¿Por qué no es recomendable pensar en los propios intereses?
Agrega que pensar en los propios intereses y proyectos, sin diálogo inteligente y escucha atenta a los demás, aniquila y extermina de un solo golpe la base fundamental que impulsa y vigoriza todo proyecto comunitario consensuado por pobres y ricos, sabios e ignorantes, creyentes y no creyentes.
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"El Papa Emérito, Benedicto XVI, en su carta Caridad en la Verdad indicó y afirmó la propuesta de la lógica del don: 'La caridad en la verdad pone al hombre ante la sorprendente experiencia del don. La gratuidad está en su vida de muchas maneras, aunque frecuentemente pasa desapercibida debido a una visión de la existencia que antepone a todo, la productividad y la utilidad. El ser humano está hecho para el don, el cual manifiesta y desarrolla su dimensión trascendente'.
Subraya que la gratuidad del don divino es el camino sinuoso y arduo que nos llevará un progreso solidario y a la abundancia de oportunidades, para que vivamos con dignidad, "la gratuidad vivida en todos los niveles de la sociedad es el camino seguro para alcanzar el verdadero progreso de todos y para todos".