Desde hace cerca de cinco años, Eduardo Báez de 27 años y su esposa, iniciaron con la venta de tacos de guisado que ofrecen por algunas de las principales calles de Xalapa.
Cargando su tijera porta charolas y el recipiente de donde sale el olor a comida casera, asegura que la actitud positiva y tratar bien a los clientes, es la clave para que las ventas nunca falten.
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“En esto tiene que ver mucho la actitud y las ganas con las que uno salga, la mente es muy poderosa, si uno lo ve negativo, negativo sale todo. Yo trato de estar siempre positivo y contento para salir a vender. No hay que tratar mal al cliente porque de ellos vivimos y estamos, ante todo la atención al cliente”.
Con una sonrisa en el rostro, platica que su día inicia a las 6 de la mañana, hora en que inician a elaborar los alimentos, para que cerca de las 8 de la mañana Eduardo inicie su recorrido para vender en la zona de Los Sauces, centro y terminar en Poeta.
La venta de comida es generosa, agrega, por lo que el sueño de la pareja es que después de lograr un ahorro, puedan tener su propio local para seguir vendiendo y se convierta en su patrimonio.
De carnitas, bistec, longaniza, adobo, salsa verde y cochinita y con doble tortilla con precio de 15 pesos, ofrecen a sus clientes un guisado diferente al día. “Yo le ayudo (a mi esposa), de un tiempo para acá lo preparamos los dos, salimos a las 8:30 de Ruiz Cortines, de ahí empiezo y voy a Los Sauces y de ahí al centro, termino en Poeta o Clavijero, ahí es donde se acaba y después agarro todo Sayago para llegar a Ruiz Cortines otra vez”.
Es raro el día que no se acaben los tacos, además de que ya tiene sus clientes que, pese al incremento de precio del último año, de 13 a 15 pesos, no dejan de hacerles el gasto. Su meta es lograr ahorrar y después rentar un local donde puedan tener un restaurante de comida corrida.
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“Estar estables, igual vender tacos y comida corrida. Esto es muy bueno, siempre se tiene ganancia de 50 o 60 por ciento”, dijo.
Con la pandemia, la pareja tuvo que suspender la venta por cerca de año y medio, tiempo en el que Eduardo tuvo que meterse a vender a una tienda de abarrotes, mientras su esposa se dedicó solo a su trabajo habitual como secretaria.
El día de Eduardo no termina con la venta de los tacos que regularmente es a las 3 de la tarde, después de comer, alrededor de las 5 de la tarde regresa a comprar nuevamente la carne y verdura que utilizarán para el día siguiente y así todos los días.
“La comida va por tiempos, una es la venta, las compras y parte de la elaboración, la ventaja es que tienes un poco más de disponibilidad de tiempo, te vas acomodando, y me gusta mi trabajo. Uno viene a eso, a vender, a conocer, a todo. A hacer clientes, uno que otro se va, porque lo cambian de sucursal, pero nunca falta quien nos compre”, agrega.
