/ domingo 6 de septiembre de 2020

La generación que no lloró en su primer día de clases

Quién no tiene en mente aquellos niños y niñas que en su primer día de clases en las escuelas de preescolar lloraban. En el nuevo ciclo escolar no fue así y lo más seguro es que las educadoras extrañaron esa vivencia cuando los nuevos escolares se resistían a entrar a la escuela y dejar a sus papás o a quien los acompañara a la institución.

Las maestras, en un acto amoroso y experiencias pasadas, improvisaban las mil maneras de convencer a los pequeños. Siempre el afecto, el abrazo, la cordialidad, eran acciones creadoras que cumplían su propósito. En esta ocasión ellas tuvieron que recurrir como pudieron a la tecnología y cumplir su compromiso a distancia.

La redacción de Sin Embargo rescató un comentario de la maestra de primaria Laura Marisol Camacho Saristegui, en el que expresa: “Es muy duro cargar con todo el trabajo, el cual hago con mucho gusto. Pero cargar con la situación en la que viven mis alumnos es demasiado. Veo cómo hacen el esfuerzo en estos días, están animados, pero me parte el corazón al leerlos”. La referencia es porque “muchos de sus alumnos y cientos de infantes en México no tienen los recursos necesarios para tomar las clases a distancia”.

Según datos de PISA 2018, solo el 58% de los docentes de secundaria tiene las habilidades técnicas y pedagógicas necesarias para integrar dispositivos digitales en la enseñanza.

Diana Hincapié comenta que “la mayoría de los maestros no estaba preparada para la digitalización total de sus clases, y sin embargo tuvieron que aprender en pocos días a usar herramientas digitales para grabar y transmitir sus clases, para comunicarse con sus alumnos". El reto no fue menor, ya que tradicionalmente muchos no han estado acostumbrados al uso de recursos digitales y han recibido poca formación.

Problemas de conectividad y acceso a dispositivos y recursos digitales han obligado a la mayoría de los docentes a preparar nuevos materiales o ajustar recursos o contenidos existentes para que puedan ser distribuidos a través de la radio, la televisión, o incluso impresos para ser enviados por correo o entregados personalmente a los estudiantes más vulnerables que viven en zonas apartadas.

Diana Hincapié también afirma: otro desafío para los docentes ha sido cómo mantener el apoyo psicosocial y socioemocional a sus alumnos. Para los estudiantes, una de las consecuencias más graves del cierre de centros educativos tiene que ver con la imposibilidad de acceder a sus compañeros, a sus docentes y a un entorno seguro, con interacciones cálidas y positivas. Lograr este tipo de interacciones es difícil a través de medios digitales. Sin embargo, muchos maestros han encontrado diferentes maneras para hablar y mantener el contacto con sus estudiantes, y al mismo tiempo para apoyar a los padres y familiares a través de correos electrónicos.

Es en este escenario dinámico, donde la obediencia resulta imperante, no solo desde un plano legal por medio de la entrada en vigor de leyes y tratados de carácter transnacional, sino también a partir del uso de las diferentes plataformas tecnológicas que han permitido una comunicación sincrónica de datos específicos y generales en la “World Wide Web” y “stayhome”, una sumisión en favor de las necesidades de las fuerzas dinámicas de los mercados transnacionales, explica Esteban J. Ulate en la Revista Humanum.

A ello se ha sometido el magisterio, alumnos y sociedad en general. Todas estas experiencias les dan la oportunidad a los maestros para replantear su profesión y la transformación futura de las instituciones educativas, de buscar una vía hacia la diversidad de posibilidades educativas. Los maestros deben proponer una profunda reconfiguración estructural de las instituciones educativas, para adecuarse a la sociedad de la información y del conocimiento y la realidad del país.

Quién no tiene en mente aquellos niños y niñas que en su primer día de clases en las escuelas de preescolar lloraban. En el nuevo ciclo escolar no fue así y lo más seguro es que las educadoras extrañaron esa vivencia cuando los nuevos escolares se resistían a entrar a la escuela y dejar a sus papás o a quien los acompañara a la institución.

Las maestras, en un acto amoroso y experiencias pasadas, improvisaban las mil maneras de convencer a los pequeños. Siempre el afecto, el abrazo, la cordialidad, eran acciones creadoras que cumplían su propósito. En esta ocasión ellas tuvieron que recurrir como pudieron a la tecnología y cumplir su compromiso a distancia.

La redacción de Sin Embargo rescató un comentario de la maestra de primaria Laura Marisol Camacho Saristegui, en el que expresa: “Es muy duro cargar con todo el trabajo, el cual hago con mucho gusto. Pero cargar con la situación en la que viven mis alumnos es demasiado. Veo cómo hacen el esfuerzo en estos días, están animados, pero me parte el corazón al leerlos”. La referencia es porque “muchos de sus alumnos y cientos de infantes en México no tienen los recursos necesarios para tomar las clases a distancia”.

Según datos de PISA 2018, solo el 58% de los docentes de secundaria tiene las habilidades técnicas y pedagógicas necesarias para integrar dispositivos digitales en la enseñanza.

Diana Hincapié comenta que “la mayoría de los maestros no estaba preparada para la digitalización total de sus clases, y sin embargo tuvieron que aprender en pocos días a usar herramientas digitales para grabar y transmitir sus clases, para comunicarse con sus alumnos". El reto no fue menor, ya que tradicionalmente muchos no han estado acostumbrados al uso de recursos digitales y han recibido poca formación.

Problemas de conectividad y acceso a dispositivos y recursos digitales han obligado a la mayoría de los docentes a preparar nuevos materiales o ajustar recursos o contenidos existentes para que puedan ser distribuidos a través de la radio, la televisión, o incluso impresos para ser enviados por correo o entregados personalmente a los estudiantes más vulnerables que viven en zonas apartadas.

Diana Hincapié también afirma: otro desafío para los docentes ha sido cómo mantener el apoyo psicosocial y socioemocional a sus alumnos. Para los estudiantes, una de las consecuencias más graves del cierre de centros educativos tiene que ver con la imposibilidad de acceder a sus compañeros, a sus docentes y a un entorno seguro, con interacciones cálidas y positivas. Lograr este tipo de interacciones es difícil a través de medios digitales. Sin embargo, muchos maestros han encontrado diferentes maneras para hablar y mantener el contacto con sus estudiantes, y al mismo tiempo para apoyar a los padres y familiares a través de correos electrónicos.

Es en este escenario dinámico, donde la obediencia resulta imperante, no solo desde un plano legal por medio de la entrada en vigor de leyes y tratados de carácter transnacional, sino también a partir del uso de las diferentes plataformas tecnológicas que han permitido una comunicación sincrónica de datos específicos y generales en la “World Wide Web” y “stayhome”, una sumisión en favor de las necesidades de las fuerzas dinámicas de los mercados transnacionales, explica Esteban J. Ulate en la Revista Humanum.

A ello se ha sometido el magisterio, alumnos y sociedad en general. Todas estas experiencias les dan la oportunidad a los maestros para replantear su profesión y la transformación futura de las instituciones educativas, de buscar una vía hacia la diversidad de posibilidades educativas. Los maestros deben proponer una profunda reconfiguración estructural de las instituciones educativas, para adecuarse a la sociedad de la información y del conocimiento y la realidad del país.