/ domingo 17 de marzo de 2024

Mirar dentro de sí mismo

Los grandes iluminados, han tenido una vida privada indescifrable, coloco el mayor ejemplo: Jesucristo. Él fue, es y será abogado, juez, justiciero social, redentor, pastor de multitudes, guerrero y pacificador al mismo tiempo, médico de entre todos los médicos.

El carácter esencial de todas las cosas, radicará en el valor y contenido que les demos, que aportemos, nada tendría valor si no pudiera darnos satisfactores, es decir factores de saciedad, logro y satisfacción. Conferimos y proyectamos todo aquello que anhelamos, un coche, una casa, una familia, un futuro, mayor justicia, equidad y un menor sojuzgamiento de los más débiles y necesitados; estando tan acostumbrados a divagar, debemos tomar en cuenta que el primer hogar que nos arropa es nuestro propio cuerpo, sin embargo le maltratamos, fumamos, tomamos alcohol en exceso, lo exponemos a tratos que no quisiéramos darle a todo nuestro ser, en alma, espíritu, cuerpo, mente y organismo biológico, vivo, pensante, actuante; así por lo consiguiente somos el almirante y capitán de nuestro propio barco, llámalo vida, cuerpo, destino, presente y futuro.

Una vida arrojada por la borda, se la comerán los hambrientos tiburones en el mar abierto, esos tiburones son las pulsiones destructivas que pueden operar en nuestra contra; sé tú mejor amistad por entereza y raciocinio personal, por amor propio a tu vida, a vivirla con motivos constructivos, hay quienes no se quieren, ni se aman y por consiguiente desean la destrucción de la gente que les rodea.

Egoísmo, envidia, cólera, miedo, culpabilidad sembrada o creada, hacen un monstruo emocional que nos aniquila lentamente, el sentirse culpable es flagelarse por cuenta personal, el destacado médico Mario Alonso Puig es un conferencista brillante, práctico en sus cavilaciones y rutas de envío del pensamiento constructivista, así también Bernardo Stamateas, y varios otros connotados médicos, filósofos que reconocen en el poder del Amor en mayúsculas, la mejor medicina para la humanidad en su conjunto. Libramos una guerra emocional, de vacíos, de carencias en la sustentación de los valores humanos, pero la peor guerra es la que puede atacar desde adentro a todo ser humano; partimos de la inconformidad personal, de la no aceptación de ser uno mismo, de ignorar alma y espíritu propios; ello conlleva a tener que mirarnos de otra forma más amable, no se le puede exigir al mundo que cambie, pero si podemos cambiar nosotros para adaptarnos en armonía interna ante los retos de las realidades que pudieran atropellarnos; amarse es un escudo, al mismo tiempo es una espada que abre el camino a nuevos y mejores entendimientos entre nosotros mismos y los demás.

Miremos adentro de nosotros, somos energía, pasión, movimiento, inquietud, tenemos problemas pero también soluciones, o al menos alternativas para ayudarnos, el prójimo es el próximo, lo que observa es lo observado, y por consiguiente lo que odiamos, puede terminar también con nosotros, es la ira; lo que nos paraliza, nos incauta la voluntad, nos hace dudar, nos somete en vida y apaga la alegría, es el miedo; y aquello que nos preocupa, que nos señala igual que a criminales sucios y despiadados, es la culpa.

Al analizar éste cóctel de neurosis emocional, claro está que vemos las brechas del alcoholismo, drogadicción, vacíos emocionales, evaporación de la autoestima, liquidación de la dignidad humana, compraventa de placeres enfrascados; más vale amarse que aniquilarse.


Los grandes iluminados, han tenido una vida privada indescifrable, coloco el mayor ejemplo: Jesucristo. Él fue, es y será abogado, juez, justiciero social, redentor, pastor de multitudes, guerrero y pacificador al mismo tiempo, médico de entre todos los médicos.

El carácter esencial de todas las cosas, radicará en el valor y contenido que les demos, que aportemos, nada tendría valor si no pudiera darnos satisfactores, es decir factores de saciedad, logro y satisfacción. Conferimos y proyectamos todo aquello que anhelamos, un coche, una casa, una familia, un futuro, mayor justicia, equidad y un menor sojuzgamiento de los más débiles y necesitados; estando tan acostumbrados a divagar, debemos tomar en cuenta que el primer hogar que nos arropa es nuestro propio cuerpo, sin embargo le maltratamos, fumamos, tomamos alcohol en exceso, lo exponemos a tratos que no quisiéramos darle a todo nuestro ser, en alma, espíritu, cuerpo, mente y organismo biológico, vivo, pensante, actuante; así por lo consiguiente somos el almirante y capitán de nuestro propio barco, llámalo vida, cuerpo, destino, presente y futuro.

Una vida arrojada por la borda, se la comerán los hambrientos tiburones en el mar abierto, esos tiburones son las pulsiones destructivas que pueden operar en nuestra contra; sé tú mejor amistad por entereza y raciocinio personal, por amor propio a tu vida, a vivirla con motivos constructivos, hay quienes no se quieren, ni se aman y por consiguiente desean la destrucción de la gente que les rodea.

Egoísmo, envidia, cólera, miedo, culpabilidad sembrada o creada, hacen un monstruo emocional que nos aniquila lentamente, el sentirse culpable es flagelarse por cuenta personal, el destacado médico Mario Alonso Puig es un conferencista brillante, práctico en sus cavilaciones y rutas de envío del pensamiento constructivista, así también Bernardo Stamateas, y varios otros connotados médicos, filósofos que reconocen en el poder del Amor en mayúsculas, la mejor medicina para la humanidad en su conjunto. Libramos una guerra emocional, de vacíos, de carencias en la sustentación de los valores humanos, pero la peor guerra es la que puede atacar desde adentro a todo ser humano; partimos de la inconformidad personal, de la no aceptación de ser uno mismo, de ignorar alma y espíritu propios; ello conlleva a tener que mirarnos de otra forma más amable, no se le puede exigir al mundo que cambie, pero si podemos cambiar nosotros para adaptarnos en armonía interna ante los retos de las realidades que pudieran atropellarnos; amarse es un escudo, al mismo tiempo es una espada que abre el camino a nuevos y mejores entendimientos entre nosotros mismos y los demás.

Miremos adentro de nosotros, somos energía, pasión, movimiento, inquietud, tenemos problemas pero también soluciones, o al menos alternativas para ayudarnos, el prójimo es el próximo, lo que observa es lo observado, y por consiguiente lo que odiamos, puede terminar también con nosotros, es la ira; lo que nos paraliza, nos incauta la voluntad, nos hace dudar, nos somete en vida y apaga la alegría, es el miedo; y aquello que nos preocupa, que nos señala igual que a criminales sucios y despiadados, es la culpa.

Al analizar éste cóctel de neurosis emocional, claro está que vemos las brechas del alcoholismo, drogadicción, vacíos emocionales, evaporación de la autoestima, liquidación de la dignidad humana, compraventa de placeres enfrascados; más vale amarse que aniquilarse.