/ viernes 19 de marzo de 2021

Regreso a clases presenciales

Hoy se aborda con insistencia en distintos medios de comunicación el regreso a clases presenciales. Se argumenta que en otros países se ha retornado a las actividades educativas sin mayores consecuencias para los estudiantes, por el contrario, esta decisión ayuda a resolver problemas socioemocionales y garantizar la continuidad de los aprendizajes.

El problema por resolver no es tan sencillo. El famoso semáforo verde aún está lejos de alcanzar por la mayor parte de la población, sólo tres entidades federativas lo tienen: Sonora, Chiapas y Campeche. Las vacunas que darían más seguridad para evitar el contagio van a cuentagotas.

En reciente comentario la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha señalado: “Tenemos la confianza de que, para el último trimestre del año hayamos vacunado a alrededor de 80 millones de personas. Para que esto sea una realidad necesitamos que se cumplan los compromisos que tienen las farmacéuticas en nuestro país para hacernos llegar las 140 millones de dosis”. Un verdadero reto cumplir con ese propósito.

Para coadyuvar en la solución de este problema que atañe a la educación, la UNESCO ha publicado “Experiencias de reaperturas de escuelas: 13 recomendaciones y lecciones desde diversos países”. Se trata de una contribución para los sistemas educativos que debaten cómo y cuándo volver a abrir las escuelas para el aprendizaje presencial tras los cierres generalizados debido a la pandemia por el Covid-19, como también intenta ser un aporte a la discusión de nuevos cierres si las condiciones sanitarias así lo requieren.

Entre las recomendaciones que más destacan está el “funcionamiento seguro de las escuelas”. Esto es dar prioridad a los primeros grados y a las clases de preparación de los exámenes. Ello puede facilitar el regreso físico a la escuela. Con la capacidad y recursos suficientes, las escuelas pueden aplicar con éxito protocolos de salud e higiene adecuados al contexto como son los cubrebocas, el lavado de manos, detección de síntomas y procedimientos de limpieza de las instalaciones. Se pueden utilizar medidas para reducir el contacto físico y limitar la transmisión del contagio: mejora de la ventilación interior, traslado de clases al exterior. Y de ser posible a futuro la construcción de aulas adicionales, escalonamiento de las horas de inicio y fin de clases, alternancia de turnos y días, combinación de aprendizaje a distancia y en persona y el aislamiento de agrupaciones de clases entre sí.

Por lo que corresponde a los “aprendizajes”, debe considerarse una planificación proactiva y los protocolos claros para nuevos cierres junto con la flexibilidad en la toma de decisiones de autoridades, personal docente, padres de familia a nivel local que puedan ayudar a limitar los brotes, así como las interrupciones, o los procesos de enseñanza aprendizaje. Procurar la simplicación del programa de estudios y adaptación del calendario escolar pueden ayudar a superar la continua incertidumbre y permitir la recuperación del aprendizaje.

En otros aspectos hay que considerar que la comunicación oportuna y regular y el apoyo a los maestros, padres y madres de familia y estudiantes pueden ayudar a abordar las preocupaciones y asegurar una reapertura segura y ampliamente aceptada. Tomar en cuenta que con un financiamiento adicional para la educación se atendería mejor a las escuelas y comunidades más afectadas. Las comunicaciones y la divulgación de información fundamental pueden diversificarse poniéndolas a disposición en lenguas indígenas y en formatos accesibles.

Si bien la estrategia del regreso a clases ha logrado resultados positivos en otras latitudes es porque se han tomado en cuenta las características propias de cada país: geográficas, económicas, sociales, políticas.

Para México la reapertura de las escuelas no es fácil porque además de tomar en cuenta “ese recuperarse, sobreponerse y adaptarse con éxito de los alumnos y maestros que han estado sujetos a la pandemia, confinamiento, presión, hartos de la tarea virtual, la dependencia del mundo-pantalla, para que en su incorporación a la vida escolar puedan alcanzar un nivel de desarrollo normal en todas las dimensiones que componen al ser humano, vale decir en lo físico, cognitivo, emocional y social”, hay que considerar, como lo señala el secretario de Salud, Jorge Alcocer, que “aún necesitan procurar la seguridad en las clases”. Sin embargo, el propio Alcocer recalcó que “el gobierno reconoce los estudios internacionales que niegan que las escuelas podrían ser un foco de contagio al reabrirse”. Existen riesgos para la salud, es cierto, pero también hay peligro de daño permanente si los infantes continúan sin asistir a clases presenciales.

Se ha comentado que el Gobierno de México, la Secretaría de Educación Pública y el Grupo Asesor Científico revisan las medidas necesarias y disponibles para clases presenciales. Dicen que entre las estrategias para la nueva normalidad están el uso de cubrebocas, grupos reducidos o mejorar la ventilación de las aulas, pues no todas las instalaciones pueden cambiar su entorno. "El derecho a la educación es uno de los derechos fundamentales que queremos lograr que recupere su normalidad”. México parece dispuesto a continuar la suspensión durante 2021.

Hoy se aborda con insistencia en distintos medios de comunicación el regreso a clases presenciales. Se argumenta que en otros países se ha retornado a las actividades educativas sin mayores consecuencias para los estudiantes, por el contrario, esta decisión ayuda a resolver problemas socioemocionales y garantizar la continuidad de los aprendizajes.

El problema por resolver no es tan sencillo. El famoso semáforo verde aún está lejos de alcanzar por la mayor parte de la población, sólo tres entidades federativas lo tienen: Sonora, Chiapas y Campeche. Las vacunas que darían más seguridad para evitar el contagio van a cuentagotas.

En reciente comentario la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha señalado: “Tenemos la confianza de que, para el último trimestre del año hayamos vacunado a alrededor de 80 millones de personas. Para que esto sea una realidad necesitamos que se cumplan los compromisos que tienen las farmacéuticas en nuestro país para hacernos llegar las 140 millones de dosis”. Un verdadero reto cumplir con ese propósito.

Para coadyuvar en la solución de este problema que atañe a la educación, la UNESCO ha publicado “Experiencias de reaperturas de escuelas: 13 recomendaciones y lecciones desde diversos países”. Se trata de una contribución para los sistemas educativos que debaten cómo y cuándo volver a abrir las escuelas para el aprendizaje presencial tras los cierres generalizados debido a la pandemia por el Covid-19, como también intenta ser un aporte a la discusión de nuevos cierres si las condiciones sanitarias así lo requieren.

Entre las recomendaciones que más destacan está el “funcionamiento seguro de las escuelas”. Esto es dar prioridad a los primeros grados y a las clases de preparación de los exámenes. Ello puede facilitar el regreso físico a la escuela. Con la capacidad y recursos suficientes, las escuelas pueden aplicar con éxito protocolos de salud e higiene adecuados al contexto como son los cubrebocas, el lavado de manos, detección de síntomas y procedimientos de limpieza de las instalaciones. Se pueden utilizar medidas para reducir el contacto físico y limitar la transmisión del contagio: mejora de la ventilación interior, traslado de clases al exterior. Y de ser posible a futuro la construcción de aulas adicionales, escalonamiento de las horas de inicio y fin de clases, alternancia de turnos y días, combinación de aprendizaje a distancia y en persona y el aislamiento de agrupaciones de clases entre sí.

Por lo que corresponde a los “aprendizajes”, debe considerarse una planificación proactiva y los protocolos claros para nuevos cierres junto con la flexibilidad en la toma de decisiones de autoridades, personal docente, padres de familia a nivel local que puedan ayudar a limitar los brotes, así como las interrupciones, o los procesos de enseñanza aprendizaje. Procurar la simplicación del programa de estudios y adaptación del calendario escolar pueden ayudar a superar la continua incertidumbre y permitir la recuperación del aprendizaje.

En otros aspectos hay que considerar que la comunicación oportuna y regular y el apoyo a los maestros, padres y madres de familia y estudiantes pueden ayudar a abordar las preocupaciones y asegurar una reapertura segura y ampliamente aceptada. Tomar en cuenta que con un financiamiento adicional para la educación se atendería mejor a las escuelas y comunidades más afectadas. Las comunicaciones y la divulgación de información fundamental pueden diversificarse poniéndolas a disposición en lenguas indígenas y en formatos accesibles.

Si bien la estrategia del regreso a clases ha logrado resultados positivos en otras latitudes es porque se han tomado en cuenta las características propias de cada país: geográficas, económicas, sociales, políticas.

Para México la reapertura de las escuelas no es fácil porque además de tomar en cuenta “ese recuperarse, sobreponerse y adaptarse con éxito de los alumnos y maestros que han estado sujetos a la pandemia, confinamiento, presión, hartos de la tarea virtual, la dependencia del mundo-pantalla, para que en su incorporación a la vida escolar puedan alcanzar un nivel de desarrollo normal en todas las dimensiones que componen al ser humano, vale decir en lo físico, cognitivo, emocional y social”, hay que considerar, como lo señala el secretario de Salud, Jorge Alcocer, que “aún necesitan procurar la seguridad en las clases”. Sin embargo, el propio Alcocer recalcó que “el gobierno reconoce los estudios internacionales que niegan que las escuelas podrían ser un foco de contagio al reabrirse”. Existen riesgos para la salud, es cierto, pero también hay peligro de daño permanente si los infantes continúan sin asistir a clases presenciales.

Se ha comentado que el Gobierno de México, la Secretaría de Educación Pública y el Grupo Asesor Científico revisan las medidas necesarias y disponibles para clases presenciales. Dicen que entre las estrategias para la nueva normalidad están el uso de cubrebocas, grupos reducidos o mejorar la ventilación de las aulas, pues no todas las instalaciones pueden cambiar su entorno. "El derecho a la educación es uno de los derechos fundamentales que queremos lograr que recupere su normalidad”. México parece dispuesto a continuar la suspensión durante 2021.