/ viernes 16 de julio de 2021

Cuba en nuestro contexto

Todo aquello que se sale de contexto se convierte en pretexto y al existir graves y profundas carencias para el bienestar mínimo del pueblo cubano, ahora encima de todo se les estigmatiza y segrega, creando un ambiente ideal de terror.

La revolución cubana, auspiciada por las ideas marxistas-leninistas, habría de ser un punto focal para los yanquis, una especie de aneurisma o lunar implantado en el continente más sojuzgado por la rapiña y el saqueo extranjero. ¡Patria o muerte, venceremos!, ha sido el lema de la hermana república, que lleva mucho más de 60 años padeciendo un poderoso embargo económico, tecno-industrial, y en otros aspectos que le han impedido desfogar y ensanchar sus potencialidades en el ámbito internacional.

Con una población 11 millones 353 mil 849 habitantes, es lógico deducir que las carencias alimentarias, de salud, de oportunidad laboral, de participación política, de impulso agropecuario u otras latencias de la vida en sociedad, sean muy frágiles, incluso inexistentes, a lo cual su actual presidente, Díaz-Canel, responsabiliza al embargo histórico que pesa sobre la isla y sus habitantes.

Cuba sirvió a la URSS en tiempos de elevada rispidez en la Guerra Fría, se quiso emplazar ahí una base de misiles intercontinentales de tipo nuclear que proveyó el poder soviético, era tanto como encañonar a los yanquis apuntándoles a tres metros de distancia y como ellos dicen en inglés, a “kill a head” o “tira a matar”. Tal tormento fue residuo de la Segunda Guerra Mundial y la devastadora maquinaria de guerra que se empleó contra Japón, ya que los soviéticos aún no contaban con la tecnología de las armas nucleares en ese entonces, situación que ocasionó conmoción y pánico en el mundo entero.

Octubre de 1962 es la fecha histórica del conflicto entre las tres naciones involucradas. La ONU sería el foro de la afluencia casi interminable de diplomáticos en sus propuestas para llegar a un acuerdo resolutivo al respecto. La enorme figura de Fidel Castro quedaría plasmada en múltiples fotos de la época, una de ellas con el llamado canciller de la dignidad Raúl Roa García, quien explica detalladamente a Fidel las repercusiones de tales medidas, que aunque se dice fueron tomadas con base a la supuesta invasión preparada por el ejército yanqui para liquidar a Castro, hoy sabemos que el costo en vidas humanas hubiese sido estratosférico.

Sin embargo, a Cuba se le ha visto siempre como un país hermano y es recíproca tal percepción entre nosotros. El factor de peso es que ningún líder de allá podrá cubrir la enorme sombra que dejó Fidel Castro Ruz y el gran equipo de gobierno que logró conjuntar para el cambio de régimen. Unos a favor, otros en contra de la dictadura, pero sobre el pueblo cubano pesa el atraso, la miseria, el hambre, como gruesas cadenas de una ideología que en teoría deberá reconvertirse, reinventarse, y con un poco de esperanza volver a sentar las bases de un diálogo con el imperio yanqui.

El presidente AMLO ha ofrecido ayuda. Veremos quiénes más se van apuntando, por básica y mera humanidad; jamás por política rastrera o de relumbrón en la mera fachada internacional.

Todo aquello que se sale de contexto se convierte en pretexto y al existir graves y profundas carencias para el bienestar mínimo del pueblo cubano, ahora encima de todo se les estigmatiza y segrega, creando un ambiente ideal de terror.

La revolución cubana, auspiciada por las ideas marxistas-leninistas, habría de ser un punto focal para los yanquis, una especie de aneurisma o lunar implantado en el continente más sojuzgado por la rapiña y el saqueo extranjero. ¡Patria o muerte, venceremos!, ha sido el lema de la hermana república, que lleva mucho más de 60 años padeciendo un poderoso embargo económico, tecno-industrial, y en otros aspectos que le han impedido desfogar y ensanchar sus potencialidades en el ámbito internacional.

Con una población 11 millones 353 mil 849 habitantes, es lógico deducir que las carencias alimentarias, de salud, de oportunidad laboral, de participación política, de impulso agropecuario u otras latencias de la vida en sociedad, sean muy frágiles, incluso inexistentes, a lo cual su actual presidente, Díaz-Canel, responsabiliza al embargo histórico que pesa sobre la isla y sus habitantes.

Cuba sirvió a la URSS en tiempos de elevada rispidez en la Guerra Fría, se quiso emplazar ahí una base de misiles intercontinentales de tipo nuclear que proveyó el poder soviético, era tanto como encañonar a los yanquis apuntándoles a tres metros de distancia y como ellos dicen en inglés, a “kill a head” o “tira a matar”. Tal tormento fue residuo de la Segunda Guerra Mundial y la devastadora maquinaria de guerra que se empleó contra Japón, ya que los soviéticos aún no contaban con la tecnología de las armas nucleares en ese entonces, situación que ocasionó conmoción y pánico en el mundo entero.

Octubre de 1962 es la fecha histórica del conflicto entre las tres naciones involucradas. La ONU sería el foro de la afluencia casi interminable de diplomáticos en sus propuestas para llegar a un acuerdo resolutivo al respecto. La enorme figura de Fidel Castro quedaría plasmada en múltiples fotos de la época, una de ellas con el llamado canciller de la dignidad Raúl Roa García, quien explica detalladamente a Fidel las repercusiones de tales medidas, que aunque se dice fueron tomadas con base a la supuesta invasión preparada por el ejército yanqui para liquidar a Castro, hoy sabemos que el costo en vidas humanas hubiese sido estratosférico.

Sin embargo, a Cuba se le ha visto siempre como un país hermano y es recíproca tal percepción entre nosotros. El factor de peso es que ningún líder de allá podrá cubrir la enorme sombra que dejó Fidel Castro Ruz y el gran equipo de gobierno que logró conjuntar para el cambio de régimen. Unos a favor, otros en contra de la dictadura, pero sobre el pueblo cubano pesa el atraso, la miseria, el hambre, como gruesas cadenas de una ideología que en teoría deberá reconvertirse, reinventarse, y con un poco de esperanza volver a sentar las bases de un diálogo con el imperio yanqui.

El presidente AMLO ha ofrecido ayuda. Veremos quiénes más se van apuntando, por básica y mera humanidad; jamás por política rastrera o de relumbrón en la mera fachada internacional.