/ martes 30 de julio de 2019

Día con día

Los cambios y las vivencias efectuadas en nuestro diario acontecer determinarán al hombre del mañana en busca de su presente.

Paradójicamente, vivir es hacer, crear, proponer, apostar, arriesgarse, medir y ser observado. El Kybalión advierte: "Lo que observa (o aquel que observa) es también el observado". La antigua y la nueva filosofía se extrapolan y amalgaman en estilos que convergen en su fondeo. Cuando Nietzsche afirmó: "Todo aquello que se hace por amor, se ejecuta más allá del bien y el mal"... advirtió un principio ético, estético y hasta moral de proclamar a la mayor fuerza de los seres humanos. A saber (incluso) los más crueles seres humanos tienen amor por "algo o por alguien", y aquello que nos convierte en seres humanos no sólo es la falsa modestia de decir "quiero mucho a mis semejantes". Nuestra humanidad como tal apuesta a lo inmediato satisfactorio, nos peleamos en un reducto por un átomo de poder, de placer, de éxito fácil, o incluso hay quienes se le cuelgan al éxito ajeno; es decir, siguen a personas con poder, sin conocer el pudor los convenencieros, pero si el que detenta el poder se da cuenta de los advenedizos, hará bien en tomar su distancia ante tales lame botas; aplica a políticos, industriales, altos funcionarios y demás.

Día a día nos vamos transformando, si de niños jugamos con plastilina, nos pudimos percatar de nuestro poder de modelaje (aunque) de igual forma se nos presenta nuestro destino, lo llamado suerte inclusive no es más que otra ley desconocida a simple vista. Nuestra tendencia es a criticar las circunstancias, aún con ello existen leyes de causa y efecto, lo cual significa que aquello que das es lo que se refleja en un espejo retributivo del ser y quehacer humanos.

No pretendo moralizar a nadie, sólo planteo una reflexión viva para lograr en teoría una mejor convivencia entre las personas; la variabilidad de pensamientos e historias personales nos hace proclives a disentir los unos de otros; somos la experiencia única de nuestro propio recorrido en la vida. Además la vida sería muy aburrida con excesos de sabiduría, en la simplicidad del carácter también hay mucha felicidad. Mi generación, pasamos de los 50 años de vida, tenemos cultura, historias, aventuras, recuerdos, y un sinfín de concordancias, pero también discrepamos. ¿La diferencia? Es que sabemos limar las asperezas y dignificar nuestras coincidencias. Tolerancia, comprensión y más ante un mundo a veces inespecífico.

Los cambios y las vivencias efectuadas en nuestro diario acontecer determinarán al hombre del mañana en busca de su presente.

Paradójicamente, vivir es hacer, crear, proponer, apostar, arriesgarse, medir y ser observado. El Kybalión advierte: "Lo que observa (o aquel que observa) es también el observado". La antigua y la nueva filosofía se extrapolan y amalgaman en estilos que convergen en su fondeo. Cuando Nietzsche afirmó: "Todo aquello que se hace por amor, se ejecuta más allá del bien y el mal"... advirtió un principio ético, estético y hasta moral de proclamar a la mayor fuerza de los seres humanos. A saber (incluso) los más crueles seres humanos tienen amor por "algo o por alguien", y aquello que nos convierte en seres humanos no sólo es la falsa modestia de decir "quiero mucho a mis semejantes". Nuestra humanidad como tal apuesta a lo inmediato satisfactorio, nos peleamos en un reducto por un átomo de poder, de placer, de éxito fácil, o incluso hay quienes se le cuelgan al éxito ajeno; es decir, siguen a personas con poder, sin conocer el pudor los convenencieros, pero si el que detenta el poder se da cuenta de los advenedizos, hará bien en tomar su distancia ante tales lame botas; aplica a políticos, industriales, altos funcionarios y demás.

Día a día nos vamos transformando, si de niños jugamos con plastilina, nos pudimos percatar de nuestro poder de modelaje (aunque) de igual forma se nos presenta nuestro destino, lo llamado suerte inclusive no es más que otra ley desconocida a simple vista. Nuestra tendencia es a criticar las circunstancias, aún con ello existen leyes de causa y efecto, lo cual significa que aquello que das es lo que se refleja en un espejo retributivo del ser y quehacer humanos.

No pretendo moralizar a nadie, sólo planteo una reflexión viva para lograr en teoría una mejor convivencia entre las personas; la variabilidad de pensamientos e historias personales nos hace proclives a disentir los unos de otros; somos la experiencia única de nuestro propio recorrido en la vida. Además la vida sería muy aburrida con excesos de sabiduría, en la simplicidad del carácter también hay mucha felicidad. Mi generación, pasamos de los 50 años de vida, tenemos cultura, historias, aventuras, recuerdos, y un sinfín de concordancias, pero también discrepamos. ¿La diferencia? Es que sabemos limar las asperezas y dignificar nuestras coincidencias. Tolerancia, comprensión y más ante un mundo a veces inespecífico.