/ lunes 12 de agosto de 2019

Día sin huella ayer, recuerdo luminoso hoy

La noche del viernes pasado abrí mi Diario en una página de agosto de 1957 y leí un pasaje que para aquella época era insustancial, simplemente escribí lo que hacia en el café Emir, ubicado en el pasaje Tanos de nuestra calle principal, Enríquez. Los momentos cotidianos de nuestra vida con el tiempo se convierten en sucesos históricos y con el paso de los años al recordarlos nos arrancan girones de alma y corazón.

Leí en mi diario; “Son las cinco de la tarde, no tuve clase con el maestro Ángel Trigos, su asignatura me gusta, hice con cuidado mi resumen de “La leyenda del Mío Cid” y estoy encantado. El profesor de matemáticas “el bola de humo”, un sabio pero nos duerme con sus exposiciones, avisó ayer que hoy no asistiría a clases, qué alivio. Entonces tengo dos horas libres, por eso estoy aquí, ante un enorme “Peach Ice cream”, asi decía en el menú.

“Hace frio y la niebla está baja, para ser mediados de agosto, pero así es Xalapa. Casi no hay gente en la calle, sólo los “apretados” de siempre afuera de la nevería “La principal”. Estoy aburrido, iré a casa de mi abuela Vito, aquí a la vuelta en el callejón del Diamante”. Mi abuela me recibió con su proverbial sonrisa mientras se hacía con destreza su enorme chongo plateado asiéndolo con tres largas horquillas. Me apoltroné en su enorme cama de doble colchón con resortes y encendí la radio. Esta sintonizada la XEJW y escucho la voz de don Lorenzo Arellano, el más conocido de los locutores de Xalapa”.

Esta narrativa me hizo recordar aquella época y la nostalgia me invadió alma, vida y corazón, continué leyendo, “he escuchado a los grandes tríos, ‘Los tres ases’, ‘Los tres reyes’, ‘Los panchos’, qué bonitas canciones, me encantan Sin un amor’, ‘Usted’, ‘Ódiame’, ‘La barca’ y ‘El reloj’. Debo regresar a la Prepa, son casi las siete”.

Como usted ha leído, narré una tarde de cuando yo era un chamaco de bachillerato, un día cualquiera sin mayor relevancia, un día sin huella, pero hoy después de tantos años, cuando mi juventud partió hace tiempo sin despedirse lo que escribí esa tarde es un recuerdo imborrable, bello, que revivió en mi la alegría de vivir que tenía en aquel entonces porque el Xalapa de ese ayer, ya no está con nosotros.

La nostalgia es el sentimiento de pérdida de un bien amado y todos sentimos ese dolor al saber que algo o alguien entrañable se fue para no volver, por ello vivamos intensamente cada segundo de hoy para que al correr los años, a ese segundo lo sintamos muy cerca, dándonos la alegría luminosa de un poco de juventud que vuelve a nosotros.

hsilva_mendoza@hotmail.com

La noche del viernes pasado abrí mi Diario en una página de agosto de 1957 y leí un pasaje que para aquella época era insustancial, simplemente escribí lo que hacia en el café Emir, ubicado en el pasaje Tanos de nuestra calle principal, Enríquez. Los momentos cotidianos de nuestra vida con el tiempo se convierten en sucesos históricos y con el paso de los años al recordarlos nos arrancan girones de alma y corazón.

Leí en mi diario; “Son las cinco de la tarde, no tuve clase con el maestro Ángel Trigos, su asignatura me gusta, hice con cuidado mi resumen de “La leyenda del Mío Cid” y estoy encantado. El profesor de matemáticas “el bola de humo”, un sabio pero nos duerme con sus exposiciones, avisó ayer que hoy no asistiría a clases, qué alivio. Entonces tengo dos horas libres, por eso estoy aquí, ante un enorme “Peach Ice cream”, asi decía en el menú.

“Hace frio y la niebla está baja, para ser mediados de agosto, pero así es Xalapa. Casi no hay gente en la calle, sólo los “apretados” de siempre afuera de la nevería “La principal”. Estoy aburrido, iré a casa de mi abuela Vito, aquí a la vuelta en el callejón del Diamante”. Mi abuela me recibió con su proverbial sonrisa mientras se hacía con destreza su enorme chongo plateado asiéndolo con tres largas horquillas. Me apoltroné en su enorme cama de doble colchón con resortes y encendí la radio. Esta sintonizada la XEJW y escucho la voz de don Lorenzo Arellano, el más conocido de los locutores de Xalapa”.

Esta narrativa me hizo recordar aquella época y la nostalgia me invadió alma, vida y corazón, continué leyendo, “he escuchado a los grandes tríos, ‘Los tres ases’, ‘Los tres reyes’, ‘Los panchos’, qué bonitas canciones, me encantan Sin un amor’, ‘Usted’, ‘Ódiame’, ‘La barca’ y ‘El reloj’. Debo regresar a la Prepa, son casi las siete”.

Como usted ha leído, narré una tarde de cuando yo era un chamaco de bachillerato, un día cualquiera sin mayor relevancia, un día sin huella, pero hoy después de tantos años, cuando mi juventud partió hace tiempo sin despedirse lo que escribí esa tarde es un recuerdo imborrable, bello, que revivió en mi la alegría de vivir que tenía en aquel entonces porque el Xalapa de ese ayer, ya no está con nosotros.

La nostalgia es el sentimiento de pérdida de un bien amado y todos sentimos ese dolor al saber que algo o alguien entrañable se fue para no volver, por ello vivamos intensamente cada segundo de hoy para que al correr los años, a ese segundo lo sintamos muy cerca, dándonos la alegría luminosa de un poco de juventud que vuelve a nosotros.

hsilva_mendoza@hotmail.com