/ viernes 1 de enero de 2021

El año que fue un siglo

Mi admirado y entrañable amigo, el Dr. Oseas Camarillo (qdep)) solía decir que este siglo sería el siglo de los virus; aplicando la lógica dialéctica darwiniana.

Sabemos que tales virus y bacterias existen antes que nosotros y fueron la simiente de lo que somos; como dice Javier Sampedro, genetista y biólogo molecular español, “de ahí venimos, la bacteria fue nuestra madre Eva”. El origen de todo ser vivo está en esa construcción unicelular que evolucionando dejaron de serlo y convertirse en otra cosa, en un proceso azaroso que requirió muchos miles de millones de años. La evolución sigue por eso este condenado coronavirus nos aparece como nuevo, y vendrán nuevas cepas que el medio, y aquí incluimos al hombre como modificador de las condiciones ambientales, generará nuevas mutaciones y nuevos retos.

Al final de este ominoso años, que nos pareció como un siglo el mundo inicia la lucha contra la Covid-19, con la aplicación de la vacuna, falta el “antibiótico” o la fórmula química que impida su replicación, como es el caso del VIH, tal como sucedió con las bacterias. La humanidad ha enfrentado en su devenir decenas de epidemias cuyos resultados fueron devastadores produciendo la “vacunación” masiva, generando en los sobrevivientes anticuerpos para tales virus. Estoy pensando en mis paisanos zempoaltecas que fueron la puerta de entrada de Cortés; la Villaviciosa y la Sevilla de Bernal, “…la ciudad vergel regida por el cacique Gordo –dice Fernando Benítez, en su “La ruta de Hernán Cortés” -era una población de 30 mil almas. En 1580, el mapa del alcalde de Veracruz Alvaro Patiño, la menciona transformada en un miserable aldea de treinta habitantes. Es decir, en pocos lustros, la antigua capital totonaca había sufrido una pérdida de mil por uno, porcentaje que no registra ningún otro centro indígena de nuestro país”.

Los zempoaltecas fueron de las primeras víctima de la viruela importada por los españoles, que los cronistas señalan como la causa principal de la migración y mortandad. Los españoles encontraron desiertas las majestuosas construcciones de Teotihuacán y del territorio Maya. La peste, la viruela, el cólera, la tuberculosis, etc. asolaron a Europa y otros continentes. Hoy el tiempo de propagación y los recursos para enfrentarlas van acordes con la instantaneidad que vivimos. Los países con mayores recursos financieros y científicos, en tiempo récord, diseñan la vacuna que como dicen, puede ser el fin de esta pandemia. Tal como se logró con la poliomielitis, la viruela, tosferina, etc. La competitividad capitalista, impulsora de la explotación y el saqueo a los países pobres y germen de las guerras; hoy jugó un papel positivo, sin abandonar el objetivo de la ganancia.

La lucha contra esta pandemia, no ha terminado, nos está dejando muchas lecciones de una nueva realidad que tenemos que vivir. Una de ellas, es el fracaso del neoliberalismo (el capitalismo) y nos muestra terminante que el trabajo es el creador de la riqueza; la reclusión obligada, el desempleo, bajos o nulos ingreso y por tanto bajo consumo, en una sociedad que funciona bajo las leyes del mercado desemboca inevitablemente en una crisis económica mundial. Dos mujeres excepcionales coincidentes en sus conclusiones, advirtieron en su momento: ”Socialismo o barbarie” dijo Rosa Luxemburgo a principio del siglo pasado. ”Este será el siglo determinante para la sobrevivencia de la humanidad” advertía a sus alumnos de historia, la maestra Ma. Elena Heredia. Advertencias que señalan implícitamente al sistema capitalista como el mayor depredador del hombre y de la naturaleza.

El gobierno mexicano ha sabido sortear, sin escatimar recursos y apoyo a todos, dando prioridad a la población mas desprotegida, recursos que otros gobiernos habrían despilfarrado entre la corrupción, el desprecio y la ineficacia. Detractores de este gobierno (populista y socialista en el buen y legítimo significado de las palabras) lo acusan de “de austeridad criminal para enfrentar la pandemia”, porque no ha contraído ni un peso de deuda ante el capital financiero mundial. ¡Que poca vergüenza!

No puedo dejar de cumplir con el rito tradicional de expresarles mi deseo de que 2021 sea el fin de la pandemia de Covid-19, y que no olvidemos, que dicho fin victorioso no depende solo de los gobiernos (Que están haciendo bien lo que les corresponde) sino de toda la sociedad y que reflexionemos sobre el fracaso del régimen capitalista.

Mi admirado y entrañable amigo, el Dr. Oseas Camarillo (qdep)) solía decir que este siglo sería el siglo de los virus; aplicando la lógica dialéctica darwiniana.

Sabemos que tales virus y bacterias existen antes que nosotros y fueron la simiente de lo que somos; como dice Javier Sampedro, genetista y biólogo molecular español, “de ahí venimos, la bacteria fue nuestra madre Eva”. El origen de todo ser vivo está en esa construcción unicelular que evolucionando dejaron de serlo y convertirse en otra cosa, en un proceso azaroso que requirió muchos miles de millones de años. La evolución sigue por eso este condenado coronavirus nos aparece como nuevo, y vendrán nuevas cepas que el medio, y aquí incluimos al hombre como modificador de las condiciones ambientales, generará nuevas mutaciones y nuevos retos.

Al final de este ominoso años, que nos pareció como un siglo el mundo inicia la lucha contra la Covid-19, con la aplicación de la vacuna, falta el “antibiótico” o la fórmula química que impida su replicación, como es el caso del VIH, tal como sucedió con las bacterias. La humanidad ha enfrentado en su devenir decenas de epidemias cuyos resultados fueron devastadores produciendo la “vacunación” masiva, generando en los sobrevivientes anticuerpos para tales virus. Estoy pensando en mis paisanos zempoaltecas que fueron la puerta de entrada de Cortés; la Villaviciosa y la Sevilla de Bernal, “…la ciudad vergel regida por el cacique Gordo –dice Fernando Benítez, en su “La ruta de Hernán Cortés” -era una población de 30 mil almas. En 1580, el mapa del alcalde de Veracruz Alvaro Patiño, la menciona transformada en un miserable aldea de treinta habitantes. Es decir, en pocos lustros, la antigua capital totonaca había sufrido una pérdida de mil por uno, porcentaje que no registra ningún otro centro indígena de nuestro país”.

Los zempoaltecas fueron de las primeras víctima de la viruela importada por los españoles, que los cronistas señalan como la causa principal de la migración y mortandad. Los españoles encontraron desiertas las majestuosas construcciones de Teotihuacán y del territorio Maya. La peste, la viruela, el cólera, la tuberculosis, etc. asolaron a Europa y otros continentes. Hoy el tiempo de propagación y los recursos para enfrentarlas van acordes con la instantaneidad que vivimos. Los países con mayores recursos financieros y científicos, en tiempo récord, diseñan la vacuna que como dicen, puede ser el fin de esta pandemia. Tal como se logró con la poliomielitis, la viruela, tosferina, etc. La competitividad capitalista, impulsora de la explotación y el saqueo a los países pobres y germen de las guerras; hoy jugó un papel positivo, sin abandonar el objetivo de la ganancia.

La lucha contra esta pandemia, no ha terminado, nos está dejando muchas lecciones de una nueva realidad que tenemos que vivir. Una de ellas, es el fracaso del neoliberalismo (el capitalismo) y nos muestra terminante que el trabajo es el creador de la riqueza; la reclusión obligada, el desempleo, bajos o nulos ingreso y por tanto bajo consumo, en una sociedad que funciona bajo las leyes del mercado desemboca inevitablemente en una crisis económica mundial. Dos mujeres excepcionales coincidentes en sus conclusiones, advirtieron en su momento: ”Socialismo o barbarie” dijo Rosa Luxemburgo a principio del siglo pasado. ”Este será el siglo determinante para la sobrevivencia de la humanidad” advertía a sus alumnos de historia, la maestra Ma. Elena Heredia. Advertencias que señalan implícitamente al sistema capitalista como el mayor depredador del hombre y de la naturaleza.

El gobierno mexicano ha sabido sortear, sin escatimar recursos y apoyo a todos, dando prioridad a la población mas desprotegida, recursos que otros gobiernos habrían despilfarrado entre la corrupción, el desprecio y la ineficacia. Detractores de este gobierno (populista y socialista en el buen y legítimo significado de las palabras) lo acusan de “de austeridad criminal para enfrentar la pandemia”, porque no ha contraído ni un peso de deuda ante el capital financiero mundial. ¡Que poca vergüenza!

No puedo dejar de cumplir con el rito tradicional de expresarles mi deseo de que 2021 sea el fin de la pandemia de Covid-19, y que no olvidemos, que dicho fin victorioso no depende solo de los gobiernos (Que están haciendo bien lo que les corresponde) sino de toda la sociedad y que reflexionemos sobre el fracaso del régimen capitalista.