/ sábado 23 de noviembre de 2019

La competencia intercapitalista y el litio

Algunos amigos y amigas señalan como cuestión determinante o aleatoria que Evo se haya reelegido por cuarta ocasión y que, según sus adversarios y la OEA, hubo fraude. Es pecado de lesa democracia en nuestro país decir reelección. La Revolución Mexicana se desató bajo la consigna maderista: “Sufragio efectivo, NO reelección”. Y así quedó grabado en el discurso oficial posrevolucionario hasta nuestros días.

Pero en la realidad fue otra cosa, líderes sindicales que se eternizaron en el puesto de dirección, siempre protegidos por el sistema y su gobierno, que no defendían a quienes decían representar. También el sistema se perpetuó con el mismo partido por más de 70 años, la misma política, la misma corrupción y la misma demagogia. Hablaban de cambio y alternancia, pero siempre más de lo mismo. Solo el cambio era en los nombres que desempeñarían la función de administradores y capataces del capital que era (y es todavía) el que rige la economía. De hecho la reelección existe. Con el gobierno actual inauguramos un cambio de régimen y una relación diferente con el capital nacional y extranjero.

Sobre el caso de Bolivia hay aspectos ya indiscutibles y aceptados por la mayoría de la opinión pública: que fue un golpe de Estado diseñado y ordenado por los gringos. Que la autoproclamación de la presidenta al margen de toda ordenanza legal, no hay duda; que la decisión del gobierno mexicano de dar asilo a Evo Morales y compañeros. Tampoco hay duda sobre la justeza y congruencia cumpliendo con la tradición honrosa y solidaria de nuestra política exterior de siempre, tampoco. Aquí, miles de extranjeros encontraron refugio y protección. Por supuesto, con la oposición de conservadores y chauvinistas que no compartían la ideología de los refugiados. En este caso Bolivia no podía ser la excepción.

Se cuestiona, por ejemplo, el gasto que hizo el gobierno en el traslado y el periplo que hubo que hacer para traer a Evo Morales, sabiendo que su vida peligraba, y más todavía, un gobernante elegido democráticamente y cercano a la línea ideológica de nuestro gobierno. Mezquindad y racismo afloraron en estas objeciones.

Todas las reformas, nacionalizaciones y estatización de los hidrocarburos hubieran sido suficientes pretextos para dar el golpe de Estado, pero fundamentalmente está la competencia entre las grandes potencias capitalistas, entre las que ya se cuenta Rusia, China y Alemania, que esencialmente es la disputa por del mercado. Hoy sabemos que el petróleo va dejando de ser el elemento energético para todo aparato o maquinaria para funcionar. Ahora, el litio es el elemento vital para tal desempeño de los vehículos automotores, aparatos electrodomésticos, medicamentos, etcétera. Y se ha convertido en el “oro blanco” y también el motivo de la guerra comercial entre las potencias. Bolivia es poseedor del 43 por ciento de litio de la reserva mundial. El gobierno de Evo hizo arreglos comerciales con China y Alemania sobre este elemento, que es la parte importante del golpe de Estado. Agregue también los intereses de la derecha medieval boliviana usada como mampara de esos grandes intereses trasnacionales. Nada más ilustrativo que la entrada triunfal de la senadora que se autoproclama presidenta esgrimiendo a modo de escudo la Biblia. ¡Hágame el refabrón cavor!

Algunos amigos y amigas señalan como cuestión determinante o aleatoria que Evo se haya reelegido por cuarta ocasión y que, según sus adversarios y la OEA, hubo fraude. Es pecado de lesa democracia en nuestro país decir reelección. La Revolución Mexicana se desató bajo la consigna maderista: “Sufragio efectivo, NO reelección”. Y así quedó grabado en el discurso oficial posrevolucionario hasta nuestros días.

Pero en la realidad fue otra cosa, líderes sindicales que se eternizaron en el puesto de dirección, siempre protegidos por el sistema y su gobierno, que no defendían a quienes decían representar. También el sistema se perpetuó con el mismo partido por más de 70 años, la misma política, la misma corrupción y la misma demagogia. Hablaban de cambio y alternancia, pero siempre más de lo mismo. Solo el cambio era en los nombres que desempeñarían la función de administradores y capataces del capital que era (y es todavía) el que rige la economía. De hecho la reelección existe. Con el gobierno actual inauguramos un cambio de régimen y una relación diferente con el capital nacional y extranjero.

Sobre el caso de Bolivia hay aspectos ya indiscutibles y aceptados por la mayoría de la opinión pública: que fue un golpe de Estado diseñado y ordenado por los gringos. Que la autoproclamación de la presidenta al margen de toda ordenanza legal, no hay duda; que la decisión del gobierno mexicano de dar asilo a Evo Morales y compañeros. Tampoco hay duda sobre la justeza y congruencia cumpliendo con la tradición honrosa y solidaria de nuestra política exterior de siempre, tampoco. Aquí, miles de extranjeros encontraron refugio y protección. Por supuesto, con la oposición de conservadores y chauvinistas que no compartían la ideología de los refugiados. En este caso Bolivia no podía ser la excepción.

Se cuestiona, por ejemplo, el gasto que hizo el gobierno en el traslado y el periplo que hubo que hacer para traer a Evo Morales, sabiendo que su vida peligraba, y más todavía, un gobernante elegido democráticamente y cercano a la línea ideológica de nuestro gobierno. Mezquindad y racismo afloraron en estas objeciones.

Todas las reformas, nacionalizaciones y estatización de los hidrocarburos hubieran sido suficientes pretextos para dar el golpe de Estado, pero fundamentalmente está la competencia entre las grandes potencias capitalistas, entre las que ya se cuenta Rusia, China y Alemania, que esencialmente es la disputa por del mercado. Hoy sabemos que el petróleo va dejando de ser el elemento energético para todo aparato o maquinaria para funcionar. Ahora, el litio es el elemento vital para tal desempeño de los vehículos automotores, aparatos electrodomésticos, medicamentos, etcétera. Y se ha convertido en el “oro blanco” y también el motivo de la guerra comercial entre las potencias. Bolivia es poseedor del 43 por ciento de litio de la reserva mundial. El gobierno de Evo hizo arreglos comerciales con China y Alemania sobre este elemento, que es la parte importante del golpe de Estado. Agregue también los intereses de la derecha medieval boliviana usada como mampara de esos grandes intereses trasnacionales. Nada más ilustrativo que la entrada triunfal de la senadora que se autoproclama presidenta esgrimiendo a modo de escudo la Biblia. ¡Hágame el refabrón cavor!