/ viernes 10 de diciembre de 2021

Lo personal es colectivo, y viceversa

¿Cuántas veces hemos aportado al bienestar social de nuestro entorno? ¿En qué ocasiones nos hemos desprendido de algo desinteresadamente y para qué causas hemos otorgado nuestro tiempo?

Vamos a empezar desde el famoso concepto del espacio vital, ya que este punto de arranque fue la piedra angular del nazismo, que si bien prometió "vivir mejor" a todo el pueblo alemán, al final lo dejaría en ruinas, con la patria partida y los corazones sangrantes.

El presidente mexicano José López Portillo prometió defender el peso igual que un perro, sin embargo, el boom petrolero que se destapó en su período acabaría hundiéndolo bajo medidas desesperadas, una de ellas fue la nacionalización bancaria. Y el personaje más cómico y dañino de su época fue Arturo “el Negro” Durazo, ya que de sus decisiones en la seguridad pública de la Ciudad de México habrían de degradar, entre otros aspectos, a la propia corporación policiaca al usarlos en obras del patrón como el conocido “Partenón”, en calidad de albañiles, además les hacía comprar los uniformes, las llantas de las patrullas, de igual modo si querían ascender existía una cuota o tabulador para pagar comprando los niveles de patrullero, motociclista u otros. Aquí es el vivo ejemplo en que lo personal se convierte en colectivo, afectando a millones de capitalinos y en cuyo recuerdo aún yace la tétrica figura de un general impuesto por el Ejecutivo federal.

De enero de 1981 a enero de 1989 gobernó Ronald Reagan a Estados Unidos, provenía de Hollywood, su compadre más cercano era Frank Sinatra, que era parte de la gente que en el desierto vio el progreso empresarial y la diversión en el mismo, y entre varios empujaron la creación de Las Vegas, en el estado de Nevada, un lugar atractivo que surgió de la nada.

Sin embargo, hubo un momento en que el presidente Reagan se le olvidó la buena vecindad con México, haciendo fuertes declaraciones en nuestra contra, como que andaba viendo mucho potencial en querer quedarse con los estados del norte de México, envió fuerzas armadas a ras de la frontera e iniciaron ejercicios militares bastante riesgosos, a lo cual el presidente mexicano Miguel de la Madrid contaría con el apoyo irrestricto de todas las fuerzas armadas del gobierno cubano encabezado por Fidel Castro, y que afirmaría en un acto multitudinario: “Lo que le hagan a México, es como si se lo hicieran a Cuba”.

Rápido en Washington hicieron la sumatoria de las fuerzas armadas de ambos países y se olvidó el asuntito de andar metiendo calambres desde la frontera norte a nuestro país.

Si bien sabemos que lo personal de un servidor con poder público se refleja en los grandes conglomerados, también es cierto que de la unidad, solidaridad y esfuerzo de las personas que aman a su patria, se deriva en automático la defensa de los intereses nacionales de todos nuestros pueblos hispanoparlantes.

Crecimos con una cultura dual, entre lo propio y lo extranjero, siendo lo más cercano la influencia yanqui, y ya que es un enorme imperio, no es de extrañar que todos tengamos rasgos de tal influencia, la que predomina es la económica, el lenguaje, el racismo y por ende, el voraz etnocentrismo, que presupone la superioridad de una raza o conjunto de razas sobre las otras. Persona y colectividades son polaridades retroalimentadas, que se vigilan unas con otras, pero no debemos ensalzar sólo lo externo, cuando lo interno ha sido lo que nos trajo al mundo.

Persona y colectividades son polaridades retroalimentadas, que se vigilan unas con otras, pero no debemos ensalzar sólo lo externo, cuando lo interno ha sido lo que nos trajo al mundo.

¿Cuántas veces hemos aportado al bienestar social de nuestro entorno? ¿En qué ocasiones nos hemos desprendido de algo desinteresadamente y para qué causas hemos otorgado nuestro tiempo?

Vamos a empezar desde el famoso concepto del espacio vital, ya que este punto de arranque fue la piedra angular del nazismo, que si bien prometió "vivir mejor" a todo el pueblo alemán, al final lo dejaría en ruinas, con la patria partida y los corazones sangrantes.

El presidente mexicano José López Portillo prometió defender el peso igual que un perro, sin embargo, el boom petrolero que se destapó en su período acabaría hundiéndolo bajo medidas desesperadas, una de ellas fue la nacionalización bancaria. Y el personaje más cómico y dañino de su época fue Arturo “el Negro” Durazo, ya que de sus decisiones en la seguridad pública de la Ciudad de México habrían de degradar, entre otros aspectos, a la propia corporación policiaca al usarlos en obras del patrón como el conocido “Partenón”, en calidad de albañiles, además les hacía comprar los uniformes, las llantas de las patrullas, de igual modo si querían ascender existía una cuota o tabulador para pagar comprando los niveles de patrullero, motociclista u otros. Aquí es el vivo ejemplo en que lo personal se convierte en colectivo, afectando a millones de capitalinos y en cuyo recuerdo aún yace la tétrica figura de un general impuesto por el Ejecutivo federal.

De enero de 1981 a enero de 1989 gobernó Ronald Reagan a Estados Unidos, provenía de Hollywood, su compadre más cercano era Frank Sinatra, que era parte de la gente que en el desierto vio el progreso empresarial y la diversión en el mismo, y entre varios empujaron la creación de Las Vegas, en el estado de Nevada, un lugar atractivo que surgió de la nada.

Sin embargo, hubo un momento en que el presidente Reagan se le olvidó la buena vecindad con México, haciendo fuertes declaraciones en nuestra contra, como que andaba viendo mucho potencial en querer quedarse con los estados del norte de México, envió fuerzas armadas a ras de la frontera e iniciaron ejercicios militares bastante riesgosos, a lo cual el presidente mexicano Miguel de la Madrid contaría con el apoyo irrestricto de todas las fuerzas armadas del gobierno cubano encabezado por Fidel Castro, y que afirmaría en un acto multitudinario: “Lo que le hagan a México, es como si se lo hicieran a Cuba”.

Rápido en Washington hicieron la sumatoria de las fuerzas armadas de ambos países y se olvidó el asuntito de andar metiendo calambres desde la frontera norte a nuestro país.

Si bien sabemos que lo personal de un servidor con poder público se refleja en los grandes conglomerados, también es cierto que de la unidad, solidaridad y esfuerzo de las personas que aman a su patria, se deriva en automático la defensa de los intereses nacionales de todos nuestros pueblos hispanoparlantes.

Crecimos con una cultura dual, entre lo propio y lo extranjero, siendo lo más cercano la influencia yanqui, y ya que es un enorme imperio, no es de extrañar que todos tengamos rasgos de tal influencia, la que predomina es la económica, el lenguaje, el racismo y por ende, el voraz etnocentrismo, que presupone la superioridad de una raza o conjunto de razas sobre las otras. Persona y colectividades son polaridades retroalimentadas, que se vigilan unas con otras, pero no debemos ensalzar sólo lo externo, cuando lo interno ha sido lo que nos trajo al mundo.

Persona y colectividades son polaridades retroalimentadas, que se vigilan unas con otras, pero no debemos ensalzar sólo lo externo, cuando lo interno ha sido lo que nos trajo al mundo.