/ jueves 18 de marzo de 2021

Pasos trascendentales

En ocasiones se oyen pasos en la azotea, creo que es una forma de aludir a la conciencia propia del ser humano. Prefiero oír los pasos de una nueva y revigorizada conciencia social y humana, aplicada en beneficio de las mayorías.

La vacunación ha arrancado en varios puntos de la geografía mexicana, no exenta de algunas controversias y dimes y diretes, pero el Covid-19 es un mal al que hay que enfrentarlo con suma inteligencia. La vacuna Sinovac, o Coronavac, es de origen chino, es la que por sus características de manejo y portabilidad se adecua más a las formas distributivas en toda nuestra geografía.

El biológico, del cual han llegado en primera fase 200 mil dosis, habrá de aumentar en poco tiempo a 10 millones de dosis efectivas, ha sido la aseveración del canciller mexicano Marcelo Ebrard. El requisito de almacenamiento y transporte es mantenerla a una temperatura de 2 a 5 grados centígrados, así en cualquier hielera bien preparada al efecto tendrá la efectividad requerida para la población demandante.

Hay muchas otras vacunas y varios factores de salud imbuidos en el tema de inocular a diversos tipos o grupos de personas, y son las comorbilidades las que afectan directamente la salud pública. ¿Qué es una comorbilidad? Bien, es todo aquel padecimiento (preexistente) añadido a la salud personal, podemos mencionar diabetes, hipertensión, tabaquismo, alcoholismo, problemas hepáticos y/o renales, así como sedentarismo y algunos más.

De gran trascendencia es la vacunación. “Todo es culpa del gobierno”, “es culpa de la inepta burocracia”, “es culpa de la partidocracia vividora”. No me extraña que así mucha gente se exprese, es nuestra válvula de alivio echarle culpas a otros factores. Sin embargo, hay un factor muy delicado al respecto: “el ritmo y la capacidad de producción y distribución de tales vacunas”. El hecho de recibir cualquier vacuna no garantiza que no pueda uno enfermar de coronavirus, lo que sí garantiza es no llegar a tener la necesidad de verse hospitalizado por un presunto contagio. Hagamos de cuenta lo siguiente: Vamos pedaleando en bicicleta, pero nos hemos colocado un casco protector. Resulta que nos accidentamos y en el percance de leve a moderado, el casco se ha dañado, pero usted o un servidor no requerimos que nos lleven a un hospital. Nos revisa el médico de turno y lo único que hace es extendernos una receta de un analgésico y la recomendación de permanecer en reposo tres días.

El casco viene a ser el equivalente a las vacunas, no por ello eludiremos los protocolos de seguridad e higiene al respecto, tampoco significa que por así protegernos todo y en lo absoluto todo retorne a la vida tal cual la llevamos en años pasados. Los científicos manejan una teoría interesante, la cual es la llamada memoria inmunológica, dando votos a favor de las vacunas y la capacidad de respuesta en los diferentes organismos que la recibamos, lo cual significa que muy probablemente y alcanzada la llamada inmunidad de rebaño, se logre la estabilidad deseada, además de respuestas innatas en la mayoría de los inoculados. Sólo los inmunocomprometidos, o con baja y muy baja inmunidad, llevarán cuidados más extremos. Pero debe quedar muy claro: la vacunación es apenas el inicio para ganarle la delantera al flagelo, pero no es la garantía absoluta de su extinción y/o riesgo sanitario.

En ocasiones se oyen pasos en la azotea, creo que es una forma de aludir a la conciencia propia del ser humano. Prefiero oír los pasos de una nueva y revigorizada conciencia social y humana, aplicada en beneficio de las mayorías.

La vacunación ha arrancado en varios puntos de la geografía mexicana, no exenta de algunas controversias y dimes y diretes, pero el Covid-19 es un mal al que hay que enfrentarlo con suma inteligencia. La vacuna Sinovac, o Coronavac, es de origen chino, es la que por sus características de manejo y portabilidad se adecua más a las formas distributivas en toda nuestra geografía.

El biológico, del cual han llegado en primera fase 200 mil dosis, habrá de aumentar en poco tiempo a 10 millones de dosis efectivas, ha sido la aseveración del canciller mexicano Marcelo Ebrard. El requisito de almacenamiento y transporte es mantenerla a una temperatura de 2 a 5 grados centígrados, así en cualquier hielera bien preparada al efecto tendrá la efectividad requerida para la población demandante.

Hay muchas otras vacunas y varios factores de salud imbuidos en el tema de inocular a diversos tipos o grupos de personas, y son las comorbilidades las que afectan directamente la salud pública. ¿Qué es una comorbilidad? Bien, es todo aquel padecimiento (preexistente) añadido a la salud personal, podemos mencionar diabetes, hipertensión, tabaquismo, alcoholismo, problemas hepáticos y/o renales, así como sedentarismo y algunos más.

De gran trascendencia es la vacunación. “Todo es culpa del gobierno”, “es culpa de la inepta burocracia”, “es culpa de la partidocracia vividora”. No me extraña que así mucha gente se exprese, es nuestra válvula de alivio echarle culpas a otros factores. Sin embargo, hay un factor muy delicado al respecto: “el ritmo y la capacidad de producción y distribución de tales vacunas”. El hecho de recibir cualquier vacuna no garantiza que no pueda uno enfermar de coronavirus, lo que sí garantiza es no llegar a tener la necesidad de verse hospitalizado por un presunto contagio. Hagamos de cuenta lo siguiente: Vamos pedaleando en bicicleta, pero nos hemos colocado un casco protector. Resulta que nos accidentamos y en el percance de leve a moderado, el casco se ha dañado, pero usted o un servidor no requerimos que nos lleven a un hospital. Nos revisa el médico de turno y lo único que hace es extendernos una receta de un analgésico y la recomendación de permanecer en reposo tres días.

El casco viene a ser el equivalente a las vacunas, no por ello eludiremos los protocolos de seguridad e higiene al respecto, tampoco significa que por así protegernos todo y en lo absoluto todo retorne a la vida tal cual la llevamos en años pasados. Los científicos manejan una teoría interesante, la cual es la llamada memoria inmunológica, dando votos a favor de las vacunas y la capacidad de respuesta en los diferentes organismos que la recibamos, lo cual significa que muy probablemente y alcanzada la llamada inmunidad de rebaño, se logre la estabilidad deseada, además de respuestas innatas en la mayoría de los inoculados. Sólo los inmunocomprometidos, o con baja y muy baja inmunidad, llevarán cuidados más extremos. Pero debe quedar muy claro: la vacunación es apenas el inicio para ganarle la delantera al flagelo, pero no es la garantía absoluta de su extinción y/o riesgo sanitario.