/ jueves 27 de agosto de 2020

Preámbulo electoral

La vida de un servidor público electo en las urnas es efímera, caótica en muchas ocasiones; sin embargo, el poder es tan codiciado, aún por encima del riesgo pandémico.

Una ocasión histórica la marcó el pacto entre Stalin y Hitler, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Stalin era la izquierda; Hitler, la derecha simuladora de un nacional socialismo rapaz y ultra capitalista, y como los pactos entre ideologías disímbolas son muy frágiles, se vino abajo tal simulación. Hitler, con ventaja de sobra, atacó a los rusos, pulverizó sus defensas, hubo necesidad de replegarse, desmantelar las fábricas rusas y llevarlas a lugares seguros. Sería el crudo invierno el encargado de bloquear al afamado mariscal alemán Ernst Paulus y su sexto ejército nazi, al patear, vilipendiar, degradar y hacer añicos a la ciudad soviética de Stalingrado.

Aquí en México se dice que hay varios partidos de izquierda. El de origen y más conocido por muchos ha sido el PRD, de donde emergió la figura pública del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Otros son mero antecedente histórico, en referencia a la construcción de una izquierda a la mexicana, sin embargo, Morena se presenta como un fuerte partido de izquierda y hay gente muy inteligente en dicho instituto, pero ahora no será tan fácil como poner el nombre de una vaca en la papeleta electoral y simplemente habrá de ganar por circunstancias ya percibidas en la pasada elección presidencial.

La batalla electoral será complicada, todos los partidos alistan sus baterías, ensayan sus estrategias y argumentos. Morena está obligado a escoger lo más pulido, no sólo en su militancia, ya que una simple credencial de filiación al partido no dirá nada de los que se sienten merecedores de todo.

¿Será una elección de Estado? Los críticos más interesados dirán rotundamente que sí, pero si conjuntamos los factores del preámbulo electoral caeremos en cuenta que nadie lleva ventaja, es un ajedrez parejo. Toda vez que ni derecha ni izquierda podrán improvisar generales en todas las demarcaciones electorales a las cuales se presenten. Que si van en bloques de partidos políticos, es conveniente que mantengan su distancia ideológica como partidos, como seres humanos pensantes, razonables en la prédica ideológica que representan.

No será fácil lidiar en dos frentes de batalla: el electoral y la demacrada situación que la pandemia nos ha venido imponiendo como reto social.

La vida de un servidor público electo en las urnas es efímera, caótica en muchas ocasiones; sin embargo, el poder es tan codiciado, aún por encima del riesgo pandémico.

Una ocasión histórica la marcó el pacto entre Stalin y Hitler, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Stalin era la izquierda; Hitler, la derecha simuladora de un nacional socialismo rapaz y ultra capitalista, y como los pactos entre ideologías disímbolas son muy frágiles, se vino abajo tal simulación. Hitler, con ventaja de sobra, atacó a los rusos, pulverizó sus defensas, hubo necesidad de replegarse, desmantelar las fábricas rusas y llevarlas a lugares seguros. Sería el crudo invierno el encargado de bloquear al afamado mariscal alemán Ernst Paulus y su sexto ejército nazi, al patear, vilipendiar, degradar y hacer añicos a la ciudad soviética de Stalingrado.

Aquí en México se dice que hay varios partidos de izquierda. El de origen y más conocido por muchos ha sido el PRD, de donde emergió la figura pública del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Otros son mero antecedente histórico, en referencia a la construcción de una izquierda a la mexicana, sin embargo, Morena se presenta como un fuerte partido de izquierda y hay gente muy inteligente en dicho instituto, pero ahora no será tan fácil como poner el nombre de una vaca en la papeleta electoral y simplemente habrá de ganar por circunstancias ya percibidas en la pasada elección presidencial.

La batalla electoral será complicada, todos los partidos alistan sus baterías, ensayan sus estrategias y argumentos. Morena está obligado a escoger lo más pulido, no sólo en su militancia, ya que una simple credencial de filiación al partido no dirá nada de los que se sienten merecedores de todo.

¿Será una elección de Estado? Los críticos más interesados dirán rotundamente que sí, pero si conjuntamos los factores del preámbulo electoral caeremos en cuenta que nadie lleva ventaja, es un ajedrez parejo. Toda vez que ni derecha ni izquierda podrán improvisar generales en todas las demarcaciones electorales a las cuales se presenten. Que si van en bloques de partidos políticos, es conveniente que mantengan su distancia ideológica como partidos, como seres humanos pensantes, razonables en la prédica ideológica que representan.

No será fácil lidiar en dos frentes de batalla: el electoral y la demacrada situación que la pandemia nos ha venido imponiendo como reto social.