/ jueves 26 de noviembre de 2020

Todo tiene una tendencia

Todos somos proclives a tener preferencias, a las que le damos una connotación ideológica, expansiva, lúdica. Sin embargo, aquello que nos define también nos puede distanciar de la realidad.

Las generaciones actuales dentro del circo electrónico de la alta tecnología han sido clasificadas y cualificadas en diversos grupos y segmentos. Llama mi atención los nacidos de 1995 a la fecha y me cuestiono: ¿Los nacidos entre 1977 y 1994 se habrán quedado en un limbo cuántico? Pensamos en razón de lo que creemos ser, no de lo que no nos gusta ser o hacer; de aquí parte una diferencia cognitiva, aunada al aprendizaje de nuevos y mejores conocimientos. No voy lejos, conozco varios jóvenes y su talón de Aquiles es la casi nula lectura expansiva, analítica, cualitativa, de valores filosóficos, literarios, sociológicos y demás.

La tendencia es crear una uniformidad de actos repetitivos de jóvenes que son capaces de escribir con una rapidez admirable en sus dispositivos móviles, entregados a las redes sociales, a las ¿creaciones musicales?, carentes de constructividad en la aportación de valores psico-educativos para ellos mismos. No les importa si aprenden o desaprenden, si se desarrollan o se estancan, cuando lo necesario inmediato es no estar a solas, es no leer una buena lectura, no tener afectos esenciales y sí estar al tanto del precio de las cervezas u otras drogas consumibles, pues les importa la aceptación, no la de sus padres pero sí la de sus amigos.

El modelo ha cambiado y la tendencia es tan libre como hueca y estéril. El legalizar el cannabis es un avance para muchos entusiastas de colocar evasiones a sus ingentes y carentes seudo necesidades. No soy tan moralista, siempre he manifestado que ser libre es un estado de conciencia, de valor y aprendizaje de sí mismo; no se necesita ser viejo para ser un poco sabio.

Hogar y familia, escuela y aprendizaje, sociedad y desarrollo, si los esperamos y los enfocamos como la generación del cambio, qué tipos de cambios serán capaces de proponer ante el nuevo mundo con sus realidades múltiples y alternas. Las drogas legales o ilegales son nuestros subterfugios, el inocente café doble carga, si tomas dos tazas y fumas tres cigarrillos comunes, ya cambiaste tu estado mental de percibir y reaccionar; si a la hora después de dicho consumo tomas dos cubas cargadas y le agregas bebida energética, cuando tu edad oscila entre 15 a 35 años, la energía extra ¿para qué la necesitas? Es inútil tal combinación. La pandemia pasará en algún momento y los alumnos regresarán a clases; así el sistema educativo nacional reactivará el enorme reto de educar para desarrollar, inculcar valores, crear a los profesionistas del mañana. ¿Cuál será la tendencia? Para los próximos 20 o 30 años se verá un México digitalizado, aproximado al primer mundo, con un desarrollo exponencial muy alto. Y la última pregunta, ¿para qué queremos crecer en número, si no mejoramos la calidad interna de cada uno de nosotros? O acaso la mayor aspiración es ser simples consumidores compulsivos y voraces en las superfluas tendencias que podrán venir en lo sucesivo. ¿Tú tendrás la respuesta?

Todos somos proclives a tener preferencias, a las que le damos una connotación ideológica, expansiva, lúdica. Sin embargo, aquello que nos define también nos puede distanciar de la realidad.

Las generaciones actuales dentro del circo electrónico de la alta tecnología han sido clasificadas y cualificadas en diversos grupos y segmentos. Llama mi atención los nacidos de 1995 a la fecha y me cuestiono: ¿Los nacidos entre 1977 y 1994 se habrán quedado en un limbo cuántico? Pensamos en razón de lo que creemos ser, no de lo que no nos gusta ser o hacer; de aquí parte una diferencia cognitiva, aunada al aprendizaje de nuevos y mejores conocimientos. No voy lejos, conozco varios jóvenes y su talón de Aquiles es la casi nula lectura expansiva, analítica, cualitativa, de valores filosóficos, literarios, sociológicos y demás.

La tendencia es crear una uniformidad de actos repetitivos de jóvenes que son capaces de escribir con una rapidez admirable en sus dispositivos móviles, entregados a las redes sociales, a las ¿creaciones musicales?, carentes de constructividad en la aportación de valores psico-educativos para ellos mismos. No les importa si aprenden o desaprenden, si se desarrollan o se estancan, cuando lo necesario inmediato es no estar a solas, es no leer una buena lectura, no tener afectos esenciales y sí estar al tanto del precio de las cervezas u otras drogas consumibles, pues les importa la aceptación, no la de sus padres pero sí la de sus amigos.

El modelo ha cambiado y la tendencia es tan libre como hueca y estéril. El legalizar el cannabis es un avance para muchos entusiastas de colocar evasiones a sus ingentes y carentes seudo necesidades. No soy tan moralista, siempre he manifestado que ser libre es un estado de conciencia, de valor y aprendizaje de sí mismo; no se necesita ser viejo para ser un poco sabio.

Hogar y familia, escuela y aprendizaje, sociedad y desarrollo, si los esperamos y los enfocamos como la generación del cambio, qué tipos de cambios serán capaces de proponer ante el nuevo mundo con sus realidades múltiples y alternas. Las drogas legales o ilegales son nuestros subterfugios, el inocente café doble carga, si tomas dos tazas y fumas tres cigarrillos comunes, ya cambiaste tu estado mental de percibir y reaccionar; si a la hora después de dicho consumo tomas dos cubas cargadas y le agregas bebida energética, cuando tu edad oscila entre 15 a 35 años, la energía extra ¿para qué la necesitas? Es inútil tal combinación. La pandemia pasará en algún momento y los alumnos regresarán a clases; así el sistema educativo nacional reactivará el enorme reto de educar para desarrollar, inculcar valores, crear a los profesionistas del mañana. ¿Cuál será la tendencia? Para los próximos 20 o 30 años se verá un México digitalizado, aproximado al primer mundo, con un desarrollo exponencial muy alto. Y la última pregunta, ¿para qué queremos crecer en número, si no mejoramos la calidad interna de cada uno de nosotros? O acaso la mayor aspiración es ser simples consumidores compulsivos y voraces en las superfluas tendencias que podrán venir en lo sucesivo. ¿Tú tendrás la respuesta?