/ domingo 22 de noviembre de 2020

Atracos en las carreteras

A los transportistas les está yendo muy mal. Cada día, en las carreteras de Veracruz, asaltan ocho camiones. Doscientas cuarenta asaltos en un mes.

Montón de robos de norte a sur y de este a oeste, desde Tampico Alto hasta Las Choapas. Los malandros se llevan los camiones con todo y carga. Los peores municipios, Ciudad Mendoza, Córdoba, Tierra Blanco, Cosamaloapan, Coatzacoalcos, La Antigua y Nautla.

Focos rojos reportados en tiempo y forma a la autoridad y el silencio, la incapacidad, la ineficacia, la ineficiencia y la incompetencia de por medio.

Desde hace más de dos años lo han repetido. Incluso, han ubicado las cumbres de Acultzingo y Maltrata como las peores regiones. El sicariato, equipado con armas de largo alcance para el asalto correspondiente. Insólito: se han llevado desde cargos cargados con cerveza hasta gas casero. Este año, recrudecidos los asaltos en los meses de enero, marzo, junio y octubre, que acaba de terminar.

Raro y extraño que, con todo y el reporte de los transportistas integrados en la Amotac, ubicando con precisión las zonas del infierno, la Guardia Nacional, la Fuerza Civil, la secretaría de Seguridad Pública y las policías municipales, en el limbo.

Los transportistas se quejan y denuncian y de nada ha servido. En todo caso, igual, igualito sucede con otros sectores sociales. Inverosímil, por ejemplo, Veracruz en uno de los primeros lugares nacionales con personas desaparecidas. El tiradero de cadáveres. Los feminicidios. Los infanticidios. Políticos y líderes sindicales, asesinados. Y todos, en la impunidad. Sería un milagro que la autoridad detuviera a los asaltantes de un cargo de carga en las carreteras de Veracruz. Ni siquiera, vaya, cuando han asaltado autobuses del transporte de pasajeros tanto urbano como foráneo, en carretera.

Los malandros tienen desarrollada tanta sangre fría que hasta trepan al autobús como pasajeros sencillos, y de pronto, ¡zas!, se levantan del asiento, sacan la pistola y atracan. Luego, detienen la unidad y se pierden en el día o la noche salvaje de Veracruz.

A cada rato, los transportistas ganan titulares en los medios informando de más asaltos. Pero cada asalto de un camión de carga significa un daño patrimonial al dueño, a la firma comercial, y a los conductores y sus familias.

Alguna vez el sector barajeó la posibilidad de armar a los choferes de los camiones de carga. Pero es un riesgo, pues se convertiría en un fuego cruzado, y como los sicarios tienen pistolas de largo alcance, incluso, para derrumbar hasta un helicóptero y un avión, entonces, irían de pierde.

En unas ocasiones, algunos choferes, llenos de miedo y temor, siguieron manejando cuando se toparon con los malosos. Y los persiguieron. Y al final, fueron rafagueados y muertos.

Ningún sector social está a salvo. Ningún ciudadano puede festinar que ya libró el tsunami de violencia, incertidumbre y zozobra. A la vuelta de la esquina, un asalto, un secuestro, una desaparición, una bala perdida en un fuego cruzado, el crimen. Y si se dan en las calles y avenidas de los pueblos y ciudades, también en las carreteras federales y estatales de Veracruz.

El reporte de Amotac es indicativo: en el transcurso de este año, el 62 por ciento de los robos han sido con violencia. La carga, en riesgo. La vida de los choferes, en riesgo. El patrimonio de los transportistas, en riesgo. ¡Vaya 4T!

A los transportistas les está yendo muy mal. Cada día, en las carreteras de Veracruz, asaltan ocho camiones. Doscientas cuarenta asaltos en un mes.

Montón de robos de norte a sur y de este a oeste, desde Tampico Alto hasta Las Choapas. Los malandros se llevan los camiones con todo y carga. Los peores municipios, Ciudad Mendoza, Córdoba, Tierra Blanco, Cosamaloapan, Coatzacoalcos, La Antigua y Nautla.

Focos rojos reportados en tiempo y forma a la autoridad y el silencio, la incapacidad, la ineficacia, la ineficiencia y la incompetencia de por medio.

Desde hace más de dos años lo han repetido. Incluso, han ubicado las cumbres de Acultzingo y Maltrata como las peores regiones. El sicariato, equipado con armas de largo alcance para el asalto correspondiente. Insólito: se han llevado desde cargos cargados con cerveza hasta gas casero. Este año, recrudecidos los asaltos en los meses de enero, marzo, junio y octubre, que acaba de terminar.

Raro y extraño que, con todo y el reporte de los transportistas integrados en la Amotac, ubicando con precisión las zonas del infierno, la Guardia Nacional, la Fuerza Civil, la secretaría de Seguridad Pública y las policías municipales, en el limbo.

Los transportistas se quejan y denuncian y de nada ha servido. En todo caso, igual, igualito sucede con otros sectores sociales. Inverosímil, por ejemplo, Veracruz en uno de los primeros lugares nacionales con personas desaparecidas. El tiradero de cadáveres. Los feminicidios. Los infanticidios. Políticos y líderes sindicales, asesinados. Y todos, en la impunidad. Sería un milagro que la autoridad detuviera a los asaltantes de un cargo de carga en las carreteras de Veracruz. Ni siquiera, vaya, cuando han asaltado autobuses del transporte de pasajeros tanto urbano como foráneo, en carretera.

Los malandros tienen desarrollada tanta sangre fría que hasta trepan al autobús como pasajeros sencillos, y de pronto, ¡zas!, se levantan del asiento, sacan la pistola y atracan. Luego, detienen la unidad y se pierden en el día o la noche salvaje de Veracruz.

A cada rato, los transportistas ganan titulares en los medios informando de más asaltos. Pero cada asalto de un camión de carga significa un daño patrimonial al dueño, a la firma comercial, y a los conductores y sus familias.

Alguna vez el sector barajeó la posibilidad de armar a los choferes de los camiones de carga. Pero es un riesgo, pues se convertiría en un fuego cruzado, y como los sicarios tienen pistolas de largo alcance, incluso, para derrumbar hasta un helicóptero y un avión, entonces, irían de pierde.

En unas ocasiones, algunos choferes, llenos de miedo y temor, siguieron manejando cuando se toparon con los malosos. Y los persiguieron. Y al final, fueron rafagueados y muertos.

Ningún sector social está a salvo. Ningún ciudadano puede festinar que ya libró el tsunami de violencia, incertidumbre y zozobra. A la vuelta de la esquina, un asalto, un secuestro, una desaparición, una bala perdida en un fuego cruzado, el crimen. Y si se dan en las calles y avenidas de los pueblos y ciudades, también en las carreteras federales y estatales de Veracruz.

El reporte de Amotac es indicativo: en el transcurso de este año, el 62 por ciento de los robos han sido con violencia. La carga, en riesgo. La vida de los choferes, en riesgo. El patrimonio de los transportistas, en riesgo. ¡Vaya 4T!

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