/ domingo 6 de mayo de 2018

Ejemplo de que la violencia no conviene a los pueblos

Los movimientos sociales nacen por intereses superiores que desea alcanzar una población. Son comunes ahí donde se dan las faltas de entendimiento entre gobernantes y gobernados o entre población y grupos de poder.

Los movimientos sociales deben de tener la sabiduría para identificar el momento en que su tiempo de existencia ha terminado y deben desaparecer o transformarse; además, siempre hay momentos de preguntarse si el fin justifica los medios de sus acciones.

Cuando no evolucionan, las organizaciones se vuelven anacrónicas, radicalizándose al extremo de convertirse en grupos armados y hasta de terror, como sucedió con la ETA española. De ahí la importancia de que hayan depuesto las armas y ahora anuncien su desintegración.

Lo que nació como un movimiento de secesión en la España franquista fue convirtiéndose en terror social. En los años sesenta, sus primeros atentados se dirigieron hacia el Ejército y la Guardia Civil. Francisco Franco había prohibido la lengua vasca y había encarcelado a intelectuales y políticos nacionalistas. Era una confrontación de intolerantes contra intolerantes; sin embargo, a lo largo de la vida de esta organización sucedieron 829 muertes, en su mayoría eran civiles sin culpa.

A la muerte de Francisco Franco (1892–1975), España inició una transición a la democracia y surgió un gobierno autonómico en el País Vasco. En los últimos meses de la vida de Franco la ETA tuvo una de las primeras grandes diferencias internas, surgiendo la ETA político militar y la ETA militar, quienes diferían respecto al uso de la violencia. El primero era más selectivo y el otro más general. El segundo agregaba en su lista de víctimas a políticos, periodistas e intelectuales que se oponían a lograr un País Vasco independiente y a su unión con Navarra, colindante al este.

La gota que derramó el agua fue el secuestro del joven concejal Miguel ángel Blanco, miembro del Partido Popular. Para liberarlo, ETA exigía se le entregaran 460 etarras que purgaban condena en cárceles de España. La demanda fue rechazada y Blanco fue ejecutado con dos disparos en la cabeza.

Corría el año de 1997 cuando el pueblo español, horrorizado por la muerte del concejal, salía a las calles de toda España para exigir a ETA el fin de la violencia y la paz nacional. Lo hacían como décadas atrás, a la muerte de Franco, marchando en pos de la democracia. Los mismos simpatizantes de la ETA se pronunciaban públicamente en contra del asesinato del joven.

Los años han pasado, y ETA había anunciado su disolución desde 2011. Esta semana se lee su último comunicado: ETA, organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional, quiere informar al Pueblo Vasco del final de su trayectoria, después de que su militancia haya ratificado la propuesta de dar por concluidos el ciclo histórico y la función de la organización.

Los movimientos sociales nacen por intereses superiores que desea alcanzar una población. Son comunes ahí donde se dan las faltas de entendimiento entre gobernantes y gobernados o entre población y grupos de poder.

Los movimientos sociales deben de tener la sabiduría para identificar el momento en que su tiempo de existencia ha terminado y deben desaparecer o transformarse; además, siempre hay momentos de preguntarse si el fin justifica los medios de sus acciones.

Cuando no evolucionan, las organizaciones se vuelven anacrónicas, radicalizándose al extremo de convertirse en grupos armados y hasta de terror, como sucedió con la ETA española. De ahí la importancia de que hayan depuesto las armas y ahora anuncien su desintegración.

Lo que nació como un movimiento de secesión en la España franquista fue convirtiéndose en terror social. En los años sesenta, sus primeros atentados se dirigieron hacia el Ejército y la Guardia Civil. Francisco Franco había prohibido la lengua vasca y había encarcelado a intelectuales y políticos nacionalistas. Era una confrontación de intolerantes contra intolerantes; sin embargo, a lo largo de la vida de esta organización sucedieron 829 muertes, en su mayoría eran civiles sin culpa.

A la muerte de Francisco Franco (1892–1975), España inició una transición a la democracia y surgió un gobierno autonómico en el País Vasco. En los últimos meses de la vida de Franco la ETA tuvo una de las primeras grandes diferencias internas, surgiendo la ETA político militar y la ETA militar, quienes diferían respecto al uso de la violencia. El primero era más selectivo y el otro más general. El segundo agregaba en su lista de víctimas a políticos, periodistas e intelectuales que se oponían a lograr un País Vasco independiente y a su unión con Navarra, colindante al este.

La gota que derramó el agua fue el secuestro del joven concejal Miguel ángel Blanco, miembro del Partido Popular. Para liberarlo, ETA exigía se le entregaran 460 etarras que purgaban condena en cárceles de España. La demanda fue rechazada y Blanco fue ejecutado con dos disparos en la cabeza.

Corría el año de 1997 cuando el pueblo español, horrorizado por la muerte del concejal, salía a las calles de toda España para exigir a ETA el fin de la violencia y la paz nacional. Lo hacían como décadas atrás, a la muerte de Franco, marchando en pos de la democracia. Los mismos simpatizantes de la ETA se pronunciaban públicamente en contra del asesinato del joven.

Los años han pasado, y ETA había anunciado su disolución desde 2011. Esta semana se lee su último comunicado: ETA, organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional, quiere informar al Pueblo Vasco del final de su trayectoria, después de que su militancia haya ratificado la propuesta de dar por concluidos el ciclo histórico y la función de la organización.