/ domingo 30 de diciembre de 2018

El Año Nuevo y sus significados

Pareciera que la Navidad y el Año Nuevo tienen un vínculo muy estrecho en nuestras mentes. Por una parte, si la Navidad nos cuenta del nacimiento de Jesús, pues el Año Nuevo nos habla de la edad del Redentor y de un aniversario del renacer común de nosotros como humanidad; por ello, en ambas fechas las familias y amistades se aproximan, visitándose o comunicándose para expresarse felicitaciones y buenos deseos. Así es que, para la ocasión, un poco de historia del primer mes del Año Nuevo.

Una celebración del mundo occidental tan variada en tradiciones como la víspera de Año Nuevo tiene su origen en la instauración del calendario gregoriano que nos rige, que cuenta la edad de Jesús. A su vez, este calendario es heredero del calendario Juliano, llamado así por Julio César, quien lo instaurara en el año 46 a.C. La verdad es que los romanos tuvieron diferentes cómputos para el tiempo.

Se cuenta que entre los romanos el Dios Jano prestó su nombre para designar a Januario, el primer mes del año. Jano era venerado en Roma con una imagen que miraba hacia dos lados de su templo, teniendo la capacidad de mirar a la vez hacia oriente y occidente, para equilibrar el cosmos.

Jano miraba la puerta de entrada de las almas que llegaban a la tierra por la vía de los nacimientos, relacionados con el solsticio de verano, en junio y, por otro lado, podía presenciar la puerta por donde las almas abandonaban los cuerpos físicos, en su camino hacia otras dimensiones, relacionados con el solsticio de invierno, en diciembre.

El historiador Plutarco (46 - 120 d. C.) cuenta de manera muy singular cómo es que Januario pasó a ser el primer mes del año, al aumentar los meses de enero y febrero al calendario de diez meses que regía el imperio. Lo dice así en Vidas paralelas, su trabajo más conocido, relativo a biografías, donde compara virtudes y defectos de griegos y romanos famosos:

Januario, de Jano, y a mí me parece que a marzo, denominado de Marte, lo quitó Numa (rey de Roma) del lugar preeminente, con la mira de dar siempre más estima a la parte administrativa o civil que a la militar; porque de Jano en lo antiguo, ora fuese genio, ora fuese rey, se dice haber sido político y popular, y que indujo mudanza en el modo de vivir fiero y silvestre: y por esta razón lo pintan con dos caras, como que pasó la vida de los hombres de una forma y disposición a otra, finaliza.

Agrega el historiador romano que Jano tenía un templo, también con dos puertas, a las que llamaban puertas de la guerra, porque es de ley que estuvieran abiertas cuando había guerra, y que se cerraran hecha la paz.

Así es que, la llegada del Año Nuevo para el mundo occidental se convierte en una nueva oportunidad para cerrar figurativamente todas las puertas de odios y pesares abiertas en nuestros corazones, para darles paz y tranquilidad a la gente de buena voluntad.

Pareciera que la Navidad y el Año Nuevo tienen un vínculo muy estrecho en nuestras mentes. Por una parte, si la Navidad nos cuenta del nacimiento de Jesús, pues el Año Nuevo nos habla de la edad del Redentor y de un aniversario del renacer común de nosotros como humanidad; por ello, en ambas fechas las familias y amistades se aproximan, visitándose o comunicándose para expresarse felicitaciones y buenos deseos. Así es que, para la ocasión, un poco de historia del primer mes del Año Nuevo.

Una celebración del mundo occidental tan variada en tradiciones como la víspera de Año Nuevo tiene su origen en la instauración del calendario gregoriano que nos rige, que cuenta la edad de Jesús. A su vez, este calendario es heredero del calendario Juliano, llamado así por Julio César, quien lo instaurara en el año 46 a.C. La verdad es que los romanos tuvieron diferentes cómputos para el tiempo.

Se cuenta que entre los romanos el Dios Jano prestó su nombre para designar a Januario, el primer mes del año. Jano era venerado en Roma con una imagen que miraba hacia dos lados de su templo, teniendo la capacidad de mirar a la vez hacia oriente y occidente, para equilibrar el cosmos.

Jano miraba la puerta de entrada de las almas que llegaban a la tierra por la vía de los nacimientos, relacionados con el solsticio de verano, en junio y, por otro lado, podía presenciar la puerta por donde las almas abandonaban los cuerpos físicos, en su camino hacia otras dimensiones, relacionados con el solsticio de invierno, en diciembre.

El historiador Plutarco (46 - 120 d. C.) cuenta de manera muy singular cómo es que Januario pasó a ser el primer mes del año, al aumentar los meses de enero y febrero al calendario de diez meses que regía el imperio. Lo dice así en Vidas paralelas, su trabajo más conocido, relativo a biografías, donde compara virtudes y defectos de griegos y romanos famosos:

Januario, de Jano, y a mí me parece que a marzo, denominado de Marte, lo quitó Numa (rey de Roma) del lugar preeminente, con la mira de dar siempre más estima a la parte administrativa o civil que a la militar; porque de Jano en lo antiguo, ora fuese genio, ora fuese rey, se dice haber sido político y popular, y que indujo mudanza en el modo de vivir fiero y silvestre: y por esta razón lo pintan con dos caras, como que pasó la vida de los hombres de una forma y disposición a otra, finaliza.

Agrega el historiador romano que Jano tenía un templo, también con dos puertas, a las que llamaban puertas de la guerra, porque es de ley que estuvieran abiertas cuando había guerra, y que se cerraran hecha la paz.

Así es que, la llegada del Año Nuevo para el mundo occidental se convierte en una nueva oportunidad para cerrar figurativamente todas las puertas de odios y pesares abiertas en nuestros corazones, para darles paz y tranquilidad a la gente de buena voluntad.