/ domingo 26 de enero de 2020

Guillotina burocrática

“Yo trabajé como secretaria en el Palacio Nacional, en la Ciudad México. Comencé en el sexenio de Felipe Calderón porque una amiga del bachillerato, quien trabajaba ahí, me abrió las puertas y me ayudó...

Estuvo dos años con el panista. Y sigue con el priista Enrique Peña Nieto. Y en el año 2018 cumplí 8 años de servicio ininterrumpido. Era una secretaria. Contenta y feliz, primero, de tener trabajo, y segundo, de sentirme útil.

Pero cuando llegó López Obrador fue como un huracán tropical arrastrando con la antigüedad burocrática y despidiendo a los compañeros con unos diez años de servicio.

Fue el primer trancazo. Pero la cuchilla siguió implacable, porque en el mes enero del año 2019, empezaron a despedir personal hasta con 25, 26, 27 años de antigüedad.

Incluso, despidieron a varias personas a quienes faltaban uno o dos años para jubilarse.

Por eso, estoy convencida de que con todo y que son acusados de los más corruptos de la historia, los priistas son mejores porque nunca corrían a nadie. Y en todo caso, seguían, cierto, aumentando la nómina.

Con Morena, el despido de todos bajo la regla de ‘quítate porque ya llegué’".

“La cosa está peor cada vez”

Durante varios meses del año anterior busqué trabajo en la Ciudad de México, allí donde mis padres me enviaron a estudiar la secundaria y el bachillerato, soñando con la universidad, gente sencilla y modesta que somos originarios del estado de Veracruz.

Así nomás, de pronto, quedé en la calle. Muchas puertas y ventanas toqué y ninguna se abrió.

Y mis ahorritos cada mes iban a la baja. Y lo peor, sin enviar dinerito mensual a mis padres, tan necesitados que estamos y somos, pues mi padre, por ejemplo, es campesino, y mi madre trabajadora doméstica de casa en casa por un día contratada a la semana.

Meses después, una ventana se abrió. Un amiga de la secundaria, paisana, se había ido a Canadá y me escribió porque alguien en el pueblo le contó mi desgracia.

Y nos escribimos por el facebook. Y a las pocas semanas ya estaba en Canadá con mi amiga, con un permiso de 6 meses como los dan.

Y me consiguió trabajo donde ella labora. Pero solo fue durante 6 meses porque el permiso se venció y otra vez de retache a México y a dejar pasar un tiempo para volverme a ir, pues de plano, aquí, con Morena, la cosa está cada vez peor.

“Tengo 26 años y me siento vieja”

Soy joven y pobre. Por fortuna, soltera. Y sin compromisos. No tengo novio. No tengo mascota.

Vivo cada día y por razón natural, desempleada al fin, en la más dura y canija austeridad. Y los días y noches en la soledad causan demasiados estragos. Hasta desafortunada me siento en el amor. Tengo 26 años y me siento vieja.

Y más porque aun cuando lo busqué nunca me pude afiliar al programa social de Jóvenes Construyendo el Futuro.

Un día lo intenté y me salieron con que yo era priista y peñista, háganos favor. Lo peor es que así andamos un montón de compañeras de aquellos tiempos.

En un principio vivíamos del recuerdo pero luego, cuando enfrentamos la realidad, nos fuimos llenando de un coraje y un rencor en contra de los políticos en general, pero más aún, los de Morena, porque son iguales o peores que los rojos y azules.

Muchos meses después, me he jurado que nunca volveré a buscar un trabajo en el gobierno. Preferible meterme de cortesana”.

“Yo trabajé como secretaria en el Palacio Nacional, en la Ciudad México. Comencé en el sexenio de Felipe Calderón porque una amiga del bachillerato, quien trabajaba ahí, me abrió las puertas y me ayudó...

Estuvo dos años con el panista. Y sigue con el priista Enrique Peña Nieto. Y en el año 2018 cumplí 8 años de servicio ininterrumpido. Era una secretaria. Contenta y feliz, primero, de tener trabajo, y segundo, de sentirme útil.

Pero cuando llegó López Obrador fue como un huracán tropical arrastrando con la antigüedad burocrática y despidiendo a los compañeros con unos diez años de servicio.

Fue el primer trancazo. Pero la cuchilla siguió implacable, porque en el mes enero del año 2019, empezaron a despedir personal hasta con 25, 26, 27 años de antigüedad.

Incluso, despidieron a varias personas a quienes faltaban uno o dos años para jubilarse.

Por eso, estoy convencida de que con todo y que son acusados de los más corruptos de la historia, los priistas son mejores porque nunca corrían a nadie. Y en todo caso, seguían, cierto, aumentando la nómina.

Con Morena, el despido de todos bajo la regla de ‘quítate porque ya llegué’".

“La cosa está peor cada vez”

Durante varios meses del año anterior busqué trabajo en la Ciudad de México, allí donde mis padres me enviaron a estudiar la secundaria y el bachillerato, soñando con la universidad, gente sencilla y modesta que somos originarios del estado de Veracruz.

Así nomás, de pronto, quedé en la calle. Muchas puertas y ventanas toqué y ninguna se abrió.

Y mis ahorritos cada mes iban a la baja. Y lo peor, sin enviar dinerito mensual a mis padres, tan necesitados que estamos y somos, pues mi padre, por ejemplo, es campesino, y mi madre trabajadora doméstica de casa en casa por un día contratada a la semana.

Meses después, una ventana se abrió. Un amiga de la secundaria, paisana, se había ido a Canadá y me escribió porque alguien en el pueblo le contó mi desgracia.

Y nos escribimos por el facebook. Y a las pocas semanas ya estaba en Canadá con mi amiga, con un permiso de 6 meses como los dan.

Y me consiguió trabajo donde ella labora. Pero solo fue durante 6 meses porque el permiso se venció y otra vez de retache a México y a dejar pasar un tiempo para volverme a ir, pues de plano, aquí, con Morena, la cosa está cada vez peor.

“Tengo 26 años y me siento vieja”

Soy joven y pobre. Por fortuna, soltera. Y sin compromisos. No tengo novio. No tengo mascota.

Vivo cada día y por razón natural, desempleada al fin, en la más dura y canija austeridad. Y los días y noches en la soledad causan demasiados estragos. Hasta desafortunada me siento en el amor. Tengo 26 años y me siento vieja.

Y más porque aun cuando lo busqué nunca me pude afiliar al programa social de Jóvenes Construyendo el Futuro.

Un día lo intenté y me salieron con que yo era priista y peñista, háganos favor. Lo peor es que así andamos un montón de compañeras de aquellos tiempos.

En un principio vivíamos del recuerdo pero luego, cuando enfrentamos la realidad, nos fuimos llenando de un coraje y un rencor en contra de los políticos en general, pero más aún, los de Morena, porque son iguales o peores que los rojos y azules.

Muchos meses después, me he jurado que nunca volveré a buscar un trabajo en el gobierno. Preferible meterme de cortesana”.

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