/ viernes 26 de febrero de 2021

Historia de la Cuaresma

En el mundo y la cosmovisión veterotestamentaria queda claro que, tanto las cuarentenas, el ayuno, la oración, la solidaridad y la liberación son elementos muy queridos por el pueblo y por los autores sagrados.

Desde el comienzo de la Revelación Dios ve el sufrimiento, el dolor, la esclavitud y decide bajar a liberar. Esta es la clara referencia de la Pascua, sentido y razón de la Cuaresma.

El número cuarenta ha sido muy querido y asociado a grandes transformaciones: se le asocia con el tiempo del diluvio universal. Esta es una clara referencia del tiempo cuaresmal. La caridad, la penitencia y el ayuno están en muchos de los códigos que cruzan el dato veterotestamentario.

En el comienzo de la vida pública de Jesucristo, queda claro que de forma sorprendente y novedosa él funda la cuaresma como la conocemos nosotros. Un total de cuarenta días de retiro, en el desierto, practicando el ayuno y la oración, con una clara mirada en su Pascua. En este sentido y con toda seguridad podemos afirmar que esta práctica de la cuaresma encuentra su origen en Jesús.

Como en el caso de todas las prácticas de la Iglesia, se ha recibido del Señor todo cuanto se practica. Pero con el pasar del tiempo ha querido ponerse al día para ser verdaderamente puente, anclados en lo divino sin desconocer lo humano. Lo cual no quiere decir jamás que por esta razón sea infiel con el tesoro que el Señor ha depositado en sus manos.

Algo que administra y no le pertenece. Así pues, se ha dispuesto que la Cuaresma inicie con la imposición de la ceniza y termine la mañana del jueves santo, sin contar los domingos porque nunca se han considerado en la práctica de la Iglesia días de ayuno y penitencia. Este es un tiempo que se orienta a la Pascua y que para prepararnos se nos invita a la penitencia, al ayuno, a la oración, a la caridad. Las grandes notas que descubrimos en la práctica del Señor: el ayuno, la oración y la caridad.

Como nos hemos dado cuenta, la Cuaresma no tiene una fecha fija en el calendario de la Iglesia, pues depende de la Pascua, y la pascua se celebra en la primera luna llena de primavera, entonces donde se sitúa esta solemnidad, la más grande de la vida cristiana, cuarenta días previos se coloca la cuaresma. Esta es la razón por la que tanto la Cuaresma como la Pascua no tienen un día definido en el calendario litúrgico. Esta práctica actual de la Iglesia es un asunto que se ha ido configurando en el tiempo.

En el mundo y la cosmovisión veterotestamentaria queda claro que, tanto las cuarentenas, el ayuno, la oración, la solidaridad y la liberación son elementos muy queridos por el pueblo y por los autores sagrados.

Desde el comienzo de la Revelación Dios ve el sufrimiento, el dolor, la esclavitud y decide bajar a liberar. Esta es la clara referencia de la Pascua, sentido y razón de la Cuaresma.

El número cuarenta ha sido muy querido y asociado a grandes transformaciones: se le asocia con el tiempo del diluvio universal. Esta es una clara referencia del tiempo cuaresmal. La caridad, la penitencia y el ayuno están en muchos de los códigos que cruzan el dato veterotestamentario.

En el comienzo de la vida pública de Jesucristo, queda claro que de forma sorprendente y novedosa él funda la cuaresma como la conocemos nosotros. Un total de cuarenta días de retiro, en el desierto, practicando el ayuno y la oración, con una clara mirada en su Pascua. En este sentido y con toda seguridad podemos afirmar que esta práctica de la cuaresma encuentra su origen en Jesús.

Como en el caso de todas las prácticas de la Iglesia, se ha recibido del Señor todo cuanto se practica. Pero con el pasar del tiempo ha querido ponerse al día para ser verdaderamente puente, anclados en lo divino sin desconocer lo humano. Lo cual no quiere decir jamás que por esta razón sea infiel con el tesoro que el Señor ha depositado en sus manos.

Algo que administra y no le pertenece. Así pues, se ha dispuesto que la Cuaresma inicie con la imposición de la ceniza y termine la mañana del jueves santo, sin contar los domingos porque nunca se han considerado en la práctica de la Iglesia días de ayuno y penitencia. Este es un tiempo que se orienta a la Pascua y que para prepararnos se nos invita a la penitencia, al ayuno, a la oración, a la caridad. Las grandes notas que descubrimos en la práctica del Señor: el ayuno, la oración y la caridad.

Como nos hemos dado cuenta, la Cuaresma no tiene una fecha fija en el calendario de la Iglesia, pues depende de la Pascua, y la pascua se celebra en la primera luna llena de primavera, entonces donde se sitúa esta solemnidad, la más grande de la vida cristiana, cuarenta días previos se coloca la cuaresma. Esta es la razón por la que tanto la Cuaresma como la Pascua no tienen un día definido en el calendario litúrgico. Esta práctica actual de la Iglesia es un asunto que se ha ido configurando en el tiempo.